Fin de un verano que ha devuelto la presencia -la imagen de presencia- de pueblos que murieron ahogados. Torres que emergen sin necesidad de levantar la mano, simplemente porque el agua de los embalses se apuró, corrió por la turbina con prisa por generar cuando el precio de la electricidad había subido por encima del campanario. La observación del perfil que asoma de aquellas poblaciones solo sirve para especular sobre lo que pudo haber sido. A los dueños del cotarro también les sirve para especular, pero a su manera.