tag:blogger.com,1999:blog-88541882401724108032024-03-28T00:54:09.334+01:00Joaquín RobledoBlog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.comBlogger1201125tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-57455930072102769942024-03-26T15:48:00.004+01:002024-03-27T10:00:39.114+01:00 EL INTERÉS DE LA ZONA<p><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhP3tp0LczaKdUORNBappo_pExP8nTH100Re2mBXe6BcrmO5hnbMyQZz2xyRaxscW9O63j6AUeB_PCiMU4JdRKlOsNZo6f92zCj3QT5WYOfWq8y2oKUoJ6hL1-Vet_-6DYEZDJ18WlzVnIvXw0H2S_b4WnZVpcYaJCzYBIEyFNrdwvMpTkPEGiEnfChIVY/s1200/la-771d-kPUF-U2101922587895FkC-1200x840@El%20Norte.webp" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: left;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1200" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhP3tp0LczaKdUORNBappo_pExP8nTH100Re2mBXe6BcrmO5hnbMyQZz2xyRaxscW9O63j6AUeB_PCiMU4JdRKlOsNZo6f92zCj3QT5WYOfWq8y2oKUoJ6hL1-Vet_-6DYEZDJ18WlzVnIvXw0H2S_b4WnZVpcYaJCzYBIEyFNrdwvMpTkPEGiEnfChIVY/s320/la-771d-kPUF-U2101922587895FkC-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: arial;"><div style="text-align: justify;">El tedio, propensión de la que el cineasta pretende huir al
abordar sus películas, se transforma en la clave emotiva que plantea Jonathan
Glazer para desarrollar ‘La zona de interés’. Cada escena muestra la aburrida
cotidianeidad de una familia, sus conversaciones triviales, sus cuidados del
jardín, sus legañosas sonrisas al despertar, sus besos de buenas noches… Una
familia absolutamente convencional, de las que cualquier vecino atestiguaría al
periodista que le interroga tras un hecho truculento que ‘parecían buena gente’.
Interés, per se, nulo hasta para el más puntilloso de los voyeristas. El desasosiego
que provoca la visión parte de lo que no se muestra, de lo que sin aparecer en
el cuadro percibimos que ocurre. No son necesarios ni los indicios -chimeneas,
gritos-; de antemano nuestra cabeza nos refiere la historia colateral.</div><span><a name='more'></a></span></span><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Como tenemos asimilado que el nazismo alcanzó el mayor grado
de depravación humana, tendemos a asumir que cualquier horror que se nos relate
no alcanza tal categoría. El riesgo de la película, al elevar la degeneración
al punto máximo, estriba en el alejamiento de la reflexión propuesta de nuestro
concreto día a día, en la dificultad de extrapolar a otros terrenos la vecindad
de la aparente bonhomía y la maldad sistémica. Y sin embargo, con poco
esfuerzo, podemos imaginar personas disfrutando de las playas, de las fiestas,
gentes enredadas en sus corrientes costumbres inanes, a una nimia distancia de,
por ejemplo, la franja de Gaza, desde donde también les provienen humos y
gritos, desde donde parte el sonido del rugir de los estómagos vacíos. Sin ir
tan lejos, apenas una lengua de agua separa nuestra zona de interés de la
angustia de unos millones de personas procedentes de territorios que fueron -y
son- saqueados por el interés de la zona, en beneficio de este decadente mundo
occidental. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">No es lo mismo. No, no lo es, si queremos, en cuanto a
grado. Pero apunta en la misma dirección. Y desasosiega. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/opinion/joaquin-robledo-interes-zona-20240326002401-nt.html?fbclid=IwAR2-nYPHYa3B83KA1WIg8ziw1r0sOoJAnmLwmWZJWDkno59TFmI886az7Jw#vca=fixed-btn&vso=rrss&vmc=fb&vli=opinion">El Norte de Castilla</a>" el 26-03-2024</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-35857019217595822862024-03-24T22:46:00.000+01:002024-03-26T00:58:26.483+01:00REMOS, ROMOS, RIMAS, RUMOS Y RUMAS<p><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrSezpYLtcUQhJTUEnUhpYdOq8Dw_Zk71QqguMrIOOOciZWSWxsTNRGybhQW4ToQ_MSJkw2FM-is1u0eZpZKo4bzM-8MkocXXQVTPWPXPjqIz0R4cuAQq2Hma5A3_nb0MD0FQHl_XcktxxpyBPncQA_ySE9etu5K18478QVdQS9xHubpf4_lYuXVcA0Sw/s1200/rojaT-kMYD-U2101911835077R7F-1200x840@El%20Norte.webp" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1200" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrSezpYLtcUQhJTUEnUhpYdOq8Dw_Zk71QqguMrIOOOciZWSWxsTNRGybhQW4ToQ_MSJkw2FM-is1u0eZpZKo4bzM-8MkocXXQVTPWPXPjqIz0R4cuAQq2Hma5A3_nb0MD0FQHl_XcktxxpyBPncQA_ySE9etu5K18478QVdQS9xHubpf4_lYuXVcA0Sw/s320/rojaT-kMYD-U2101911835077R7F-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Remos. Instrumentos con los que, haciendo palanca en las aguas de los flancos, se propulsan las embarcaciones. También, al impulsar el vuelo de forma similar, reciben tal nombre las alas de las aves. Como podrían recibirlo, por su desempeño, los extremos de un equipo de futbol. Ni la portería que defienden se encuentra justo a sus espaldas, ni la que han de atacar se sitúa enfrente de ellos: se ven obligados a observar el juego, además de levantando, girando la cabeza. Pegaditos a la línea de cal, pudiendo acariciar el agua del exterior del campo con solo estirar el brazo, impelen el juego ofensivo del equipo lanzándose al abordaje desde esos páramos de reducida densidad de población. Cuando no parte de una decisión del entrenador, la propia realidad –Moro delicado por recién recuperado, Amath desconvocado por lesión traidora, Biuk alejado del escenario por convocatoria de la selección– se impone. Parece requerirse una conjunción astral para que el Pucela disponga a la vez de una pareja de remos.<span><a name='more'></a></span></span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Romos. Ante la triple imposibilidad, Pezzolano propone una alineación –¿locura?, ¿provocación?, ¿clarividencia?– desconcertante. Nadie en la previa hubiera presagiado un once similar. Sin extremos, no sustituye por jugadores de perfil similar sino que reubica. Los aficionados, perplejos, se miran unos a otros tratando de adivinar el diseño, de encontrar respuestas: ¿Tres delanteros centro?, ¿Sylla, por la banda izquierda?, ¿de qué juega Meseguer?... ¿Salazar de titular? Si alcanza el nivel, por qué tanto tiempo proscrito; si no, ¿por qué de repente ahora? A ojos vistas, la alineación no disponía de filo con el que rasgar, cuchilla con la que hender. Aparentemente podría demoler, si acaso, por presión, por aplastamiento.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Rimas. Antaño entendíamos como tal las composiciones en que coincidían las últimas letras de cada verso. Puede rimar en asonante o consonante, nos decíamos. Extendiendo el concepto, en tiempos de verso libre, se puede forzar hasta equiparar 'rima' con 'composición lírica'. El público, parte, una parte más que otra, sin rima pero con metro, declamaba 'Pezzolano, dimisión'. El resultado final, en este mundo vivimos, emborrona razones, anula análisis, entrega la razón a quien gana –aunque el resultado, más que por el planteamiento, emane de una serie de golpes de calidad individual que brotan, por definición, de cuando en cuando–. E imprime autoridad a quien lo logra para mandar callar. Al final del partido, imagino al entrenador regresando al vesturio, levantando la cabeza, retando sin retar del todo, armando una anáfora, rematando la rima bien consonante, 'Pezzolano, renovación'.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Rumos. Primeros aros con los que se aprietan las cabezas de las cubas. Arandela con que ha de aferrar su juego el Pucela si pretende que el vino no se derrame (otra vez) por falta de estructura.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Rumas. En zonas de Sudamérica se denomina así a los conjuntos de cosas puestas sin orden. La alternativa sin arandela. El vino vertido.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Ramos. Domingo de. Cuando a lo largo de una semana todo puede cambiar.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/joaquin-robledo-remos-romos-rimas-rumos-rumas-20240324212331-nt.html?gig_actions=sso.login&gig_enteredFromComponent=fromLoginClick&fbclid=IwAR3qqDwseexRTk8vaDuZu0lOpHJ7G6OSEuAuhlNa2pJKxlhTfzQ8EX_ixB8#vca=fixed-btn&vso=rrss&vmc=fb&vli=realvalladolid">El Norte de Castilla"</a> el 25-03-2024</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-7538443419816856962024-03-18T15:25:00.003+01:002024-03-19T08:46:03.167+01:00LAS PIEDRECILLAS INSUPERABLES<p><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjR14B8yZF0qXmcyPsyItrZWfDz91dCngJNtWrsBunvpG25cp5-sTknp5B7e0hVbmT8O3d6QqrYoEaxITESUzLL2w-Ozui8wXsinnOHHSslSyD4ZJttmPRlQyjVqXUJyRV9d8jzssbWcmhiKA1Mgoe49tdJ3ut2b1f-bqfmInkR_xX1-vLg0bHP6JQk7H4/s1200/1478893927-kN4G-U21018340458635PD-1200x840@El%20Norte.webp" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: justify;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1200" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjR14B8yZF0qXmcyPsyItrZWfDz91dCngJNtWrsBunvpG25cp5-sTknp5B7e0hVbmT8O3d6QqrYoEaxITESUzLL2w-Ozui8wXsinnOHHSslSyD4ZJttmPRlQyjVqXUJyRV9d8jzssbWcmhiKA1Mgoe49tdJ3ut2b1f-bqfmInkR_xX1-vLg0bHP6JQk7H4/s320/1478893927-kN4G-U21018340458635PD-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Con asiduidad, cuando se observa que algún reguero de agua discurre turbio, se recurre al «¿En qué momento se había jodido el Perú?», la pregunta que atormentaba a Santiago Zavala desde el arranque de 'Conversación en La Catedral', la novela, tercera suya, quinta mía –la publicó en 1969–, de Mario Vargas Llosa. Debe de ser porque en el pueblo de mi infancia –matizo con 'de mi infancia' no debido a que posteriormente dejara de sentirlo como propio, sino asumiendo que el pueblo en el que se desliza la niñez se conforma como un escenario con identidad propia– contaba más pocilgas que catedrales, porque cuando superé la media docena de palmos de altura me encargué de adecentar más cochiqueras que ábsides, acarreé más panija que velas, rellené más pesebres que patenas; prefiero echar mano de la manera en que Cantinflas en 'El padrecito' –«Ahí es donde la puerca torció el rabo»– señala ese momento crítico, ese punto, acaso imperceptible, en que se empezó a complicar, acaso definitivamente, el retorno al sendero virtuoso.</span></div><span style="font-family: arial;"><span><a name='more'></a></span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Si nos limitamos al encuentro en A Malata, el Pucela torció el rabo en el minuto diecisiete, en el preciso instante en que un aparentemente inocuo desplazamiento en largo del central racinguista David Castro provoca una indecorosa concatenación de errores: sobrepasa primero a un inoperante por mal perfilado Luis Pérez –puede que la lesión le sirva como atenuante, puede que el giro consecuente de la mala colocación provocase, además del yerro, la dolencia muscular– y sorprende a un Masip que, fuera de sitio, no encuentra el modo de detener el remate final. Hasta ahí, el Pucela lució su cara animosa, resuelta. Un golpe, el fallo del penalti, abrió alguna duda; uno posterior, el gol en contra, destrozó su mandíbula de cristal. Uno cero, un mundo por delante, un catálogo de inoperancia como respuesta. Ni saltó el resorte anímico, ese impulso que impele a sobreponerse por orgullo, convencimiento o determinación. Ni el muelle futbolístico, adormilado –salvo por algún esporádico centelleo– desde hace demasiado. Desde hace demasiado. No, no podemos limitarnos a los sucesos de A Malata: el rabo ya venía torcido de tiempo atrás. Pezzolano no ha encontrado el modo de implantar un juego reconocible o, al menos, efectivo. Incluso, cuando el fulgor deslumbraba, cuando el equipo apuntaba la posibilidad de despegue, Pezzolano, tal vez imbuido por el deseo de notoriedad, proponía alguna modificación que colisionaba con el sentir general para dejar patente que la plebe no podía estar a su altura. Así, desechando lo que funciona, se vuelve a la casilla de salida: te conviertes en enemigo de ti mismo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">En el fondo, los dos –el anímico y el futbolístico– se encierran en uno: sin fútbol, cualquier piedrecilla en el camino se eleva con la pendiente del Angliru, devasta el ánimo. Y así no hay forma de alcanzar buen destino. Hoy no se me ocurre pensar, ni siquiera que aún hay tiempo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "El Norte de Castilla" el 18-03-2024</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-65448117360923623522024-03-13T10:19:00.003+01:002024-03-13T21:41:56.413+01:00LOS TIEMPOS DICTAN LO RAZONABLE<p style="text-align: justify;"></p><div style="text-align: left;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgdMLLdKX1syfNC0fogjVXZ-5W1pCC3k4G09-IsjAMDGuv8yjEAyo1ajrDtRKskhPVBiOy4DSTMWQczgEcDFHoSIOE9MgPJG2Ex85s1TSrpXORzp8AeTy-x8VMgpNSb9lDDWtH8GitinMx_mNIhBVTn8JCDlZmeh_VOTNIUCciPlHj_JoNzQndugvfwBEY" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="800" data-original-width="1200" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgdMLLdKX1syfNC0fogjVXZ-5W1pCC3k4G09-IsjAMDGuv8yjEAyo1ajrDtRKskhPVBiOy4DSTMWQczgEcDFHoSIOE9MgPJG2Ex85s1TSrpXORzp8AeTy-x8VMgpNSb9lDDWtH8GitinMx_mNIhBVTn8JCDlZmeh_VOTNIUCciPlHj_JoNzQndugvfwBEY" width="320" /></a></div></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial; letter-spacing: 0.1pt;">En una sentencia,
con aire de certeza axiomática, con intenso aroma jactancioso, la
vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, supongo que en calidad de ministra de
Trabajo, proclamó: “No es razonable un país que tiene abiertos sus restaurantes
a la una de la madrugada”. Supongo que en calidad de ministra de Trabajo lo
expuso y, así entendido, vislumbro una crítica/denuncia al respecto de las
condiciones laborales asumidas, qué remedio, por el personal que atiende en
estos establecimientos, del alargamiento arbitrario sin recompensa de las jornadas
de trabajo. De ser así, insisto, yerra en el enfoque: no será responsable del
‘desatino’ el capricho de los comensales sino la falta de adecuación -en
términos de contratación- de la oferta a la demanda y la incapacidad de un
control riguroso –materia que le compete a la vicepresidenta- que impida, en lo
posible, tales abusos. Yerra, insisto, de ser así, también por la
generalización latente.</span></div><span style="letter-spacing: 0.1pt;"><span style="font-family: arial;"><span><a name='more'></a></span></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="border: 1pt none windowtext; letter-spacing: 0.1pt; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-border-alt: none windowtext 0cm; padding: 0cm;"><span style="font-family: arial;">Si con lo de ‘no es
razonable’ pretende ir más allá y cuestionar un modelo social, que no se
preocupe: nada corriente a favor. Basta comprobar los datos, es más, diría que
con levantar la mirada. En mi barrio, hace no tanto, se solapaban el cierre de
los últimos con la apertura de los primeros. Un par de decenios atrás, a eso de
la media noche, la luz de diversos bares -extrapolo a bares la cita
vicepresidencial- alumbraba cualquier caminar. Ahora, ni luz, ni caminar. ¿Mejor?,
¿peor? Intrascendente, designio de los tiempos, siempre agentes de la
subversión cultural. Cierto que los que vivimos el pasado corremos el riesgo de
encarecerlo frente a un presente que nos desplaza; de agarrarnos a los dos
versos finales de la primera copla de la elegía que Jorge Manrique dedicó a su
padre: “cualquiere tiempo pasado/fue mejor”, olvidando que el verso previo,
“cómo a nuestro parescer”, lo relativiza y la copla posterior, “non se engañe
nadi, no,/ pensando que ha de durar/ lo que espera/ más que duró lo que vio”, lo
difumina. A saber qué es razonable mañana.<span style="mso-spacerun: yes;">
</span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="border: 1pt none windowtext; letter-spacing: 0.1pt; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-border-alt: none windowtext 0cm; padding: 0cm;"><span style="mso-spacerun: yes;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="letter-spacing: 0.133333px;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/opinion/tiempos-dictan-razonable-20240312002254-nt.html?fbclid=IwAR1EL2a2DH_h-tY63m-VLmZ3bIXF85ItCpAfcW2Pakk0tCpXX1EHcaIw5_0#vca=fixed-btn">El Norte de Castilla</a>" el 12-03-2024</span></span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-39463838066025447672024-03-09T23:28:00.000+01:002024-03-11T09:01:11.574+01:00EL SILENCIO DE LAS SIETE TROMPETAS<p style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTzYlGXMKqOZZB0i6foyIaRP2ZLkNpRmhfylXo90XYujl31ovtuNgPDkeHjdmuOEAzgRgaIIZ8NuqCtv4WvDtBTfMETf_FddJElw8W5gshn5mq5CRt2npJnwKun647Nm7XMTXoiktCE7Ua6Ey3ov83ko4Qi3D9vxMzfYCnbmBHB_oU93DCO1oxk2dFR6I/s1088/iviSa-k0XC-U2101770204717MHD-1200x840@El%20Norte.webp" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1088" height="247" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTzYlGXMKqOZZB0i6foyIaRP2ZLkNpRmhfylXo90XYujl31ovtuNgPDkeHjdmuOEAzgRgaIIZ8NuqCtv4WvDtBTfMETf_FddJElw8W5gshn5mq5CRt2npJnwKun647Nm7XMTXoiktCE7Ua6Ey3ov83ko4Qi3D9vxMzfYCnbmBHB_oU93DCO1oxk2dFR6I/s320/iviSa-k0XC-U2101770204717MHD-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Cada vez que mi dispersión me ladea la atención dirigiéndola a cualquier línea tangencial al propio desarrollo de los partidos del Pucela, mis sufridores Yepes y De Pablos me reconvienen para que me centre y focalice la mirada en el partido de turno. Uno u otro, indistintamente, recurren a su gracejo para atizarme.</span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">–Mira el Robledo, no se percata de nada. Luego escribirá no sé qué de 'Amanece que no es poco': que si todos somos contingentes, que si un hombre en la cama es un hombre en la cama,...; y parecerá hasta que ha estado pendiente.<span></span></span></p><a name='more'></a><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El otro, Yepes si Miki, Miki si Yepes, con una malévola sonrisa aprobatoria, retroalimenta el proceso y ahí andamos, en un bucle infinito.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Tampoco se puede apuntar que la estrategia tenga éxito: me dan pie para otro desvarío, me abren paso por otra tangente por la que se desperdiga mi atención. Vaya, que en vez de centrarme, me siento en la necesidad de defenderme de tal afrenta reduccionista.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">–Pero si en las dieciséis temporadas en las que vengo disfrutando de esta ventana he recurrido a esa joya del cine, como mucho, en un par de ocasiones. Tres a lo sumo. No se trata de una casualidad, existe motivo: ante la profusión de escenas antológicas, contaría con imágenes suficientes para ilustrar una temporada completa. Por ello, para no repetirme, para no saturar, para tenerlo a mano en el caso de que, en una tarde aciaga, mi conocimiento se embote, esquivo el 'Amanece'.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El 'Amanece', que no toda la filmografía de José Luis Cuerda. Por ello no me auto-vetaré la idea que el miedo perfilaba en mi cabeza en ese largo espacio transcurrido entre gol de Amath y gol de Amath. Un tiempo en el que, asaltado por la eterna duda entre nadar o guardar la ropa, el Pucela parecía tan desangelado como una invernal tarde de domingo. Entre bambalinas chirriaba un sonido de 'ya verás', de catástrofe, de apocalipsis. Me preocupé entonces del Pucela como el Dios de 'Así en el cielo como en la tierra'. Este, asumiendo el pésimo devenir del mundo, contrariado por la negativa cobrada por el arcángel Gabriel –«Dios te salve Lola Fajardo, llena eres de gracia, el Señor es contigo»– de la mujer elegida para una segunda anunciación, comprendiendo los celos de Jesús ante la eventualidad de, a su edad, perder la condición de hijo único, decide poner en marcha el último libro bíblico: el Apocalipsis. Por suerte no sonaron las siete trompetas. Hubiera sido una pena porque al fin Pezzolano presentó un once que colmaba expectativas, porque la primera mitad alimentó la sensación de que esa tecla sonaba bonito…, pero un nuevo andorrazo' ululaba en el ambiente.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Bien visto, el empate, incluso la derrota, tampoco provocaría un apocalipsis blanquivioleta. El propio rival, el Zaragoza, recuerda que todo es susceptible de empeorar. Y te viene a la memoria en Málaga, el Dépor, el Hércules... Aquí, poco o mucho, aún amanece.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/joaquin-robledo-silencio-siete-trompetas-20240309230118-nt.html?gig_actions=sso.login&gig_enteredFromComponent=fromLoginClick&fbclid=IwAR38mvnRiYlRAsDuW8EJg6K5kezpqh9vlZpObpqIYHbT2wJWNVTDcsc3t2s#vca=fixed-btn&vso=rrss&vmc=fb&vli=realvalladolid">El Norte de Castilla</a>" el 10-03-2024</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-42899893027855890592024-03-03T21:02:00.001+01:002024-03-05T09:14:29.510+01:00PECADO LEVEMENTE GRAVE<p><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZ5Os6jF5Q7CWqkbwc2GrnGp9EcghM4qrBEN4tZUziryYwFBCPb-FssGyrdG7kZVtSqCXgfBmooh0rEjs8ZkceORVI_3VjlSD3I6e1tkQezzEww7rKLjmMBIxdQIsfKicvSYIhBKLkFDPOfn4KO82iSsuS-4pI42XbQcb8Q88Slf97c59wnoTJaK9-8lc/s1200/Mseguer-kW1B-U21017136756892XD-1200x840@El%20Norte.webp" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1200" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZ5Os6jF5Q7CWqkbwc2GrnGp9EcghM4qrBEN4tZUziryYwFBCPb-FssGyrdG7kZVtSqCXgfBmooh0rEjs8ZkceORVI_3VjlSD3I6e1tkQezzEww7rKLjmMBIxdQIsfKicvSYIhBKLkFDPOfn4KO82iSsuS-4pI42XbQcb8Q88Slf97c59wnoTJaK9-8lc/s320/Mseguer-kW1B-U21017136756892XD-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Entre «los pecados mortales suponen una infracción grave y condenan sin remisión al fuego perpetuo» y «los veniales no separan completamente al hombre de Dios aunque debilitan el alma y abren la puerta a la comisión de uno mortal; además, ralentizan el trasiego a la gloria acrecentando la espera en el purgatorio», la voz de uno de nosotros interrumpió las disertaciones teológicas e instrucciones doctrinales del cura.</span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">–¿Decir palabrotas se considera mortal o venial?<span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El hombre se rascó el mentón procurando encontrar el tono que nos amedrentase sin menoscabar el contenido teórico explicado.<span></span></span></p><a name='more'></a><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">–A ver, a ver, todas las palabrotas son muy feas, pero algunas que denominamos blasfemias lo son mucho más porque ofenden directamente a Dios y conducen al infierno. Las otras, los tacos, no pasan de veniales. Pero ojo, esas palabras alargan la estancia en el purgatorio.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Nosotros, más allá del conocimiento racional, discerníamos entre expresiones en función de la contundencia de la bofetada y –en aquella época en que cualquier adulto se sentía legitimado para abofetear a un crío– del número de manos que te calentaban la cara. Ingenuamente, el autor de la pregunta insistió.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">– Entonces, 'cabrón' es pecado venial o mortal.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El cura se limitó a afirmar con un gesto. Sin querer, nos abrió la veda: nos reveló la fórmula para pronunciar en alto algo tan grato como lo prohibido. Así, le asaltamos con preguntas (retóricas) similares sustituyendo la palabrota inicial por un listado desordenado de tacos y blasfemias a las que él respondía colocando cada expresión en uno u otro fardo. Hasta que se hartó y amenazó en genérico al próximo que recurriese a tal artimaña.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Recurso retórico con el que pregunto yo hoy si lo de Pezzolano en Andorra se considera mortal o venial. Desde luego, por solo este partido, venial: no se cierra la puerta del cielo; pero el pecado –plantear el encuentro en función de un rival clasificatoriamente muy inferior– debilita al equipo, lamina cualquier expectativa, te arrastra al mortal, a la condena de al menos una temporada más. Precisamente ahora, cuando el Pucela comienza su último tercio de la temporada con un calendario cuesta abajo, Pezzolano insufla miedo, la bici se encasquilla ante el penúltimo y cae de bruces. Un golpe doloroso, doblemente doloroso por justo. La ventaja mantenida durante parte del encuentro –el gol en medio del baño de salida solo cabe catalogarlo como una anomalía estadística– no fue más que un espejismo condenatorio: la superioridad andorrana lo fue a lo largo del partido. Solo la impericia de los pirenaicos en ambas áreas –la que les sentencia en la clasificación– alimentó la contingencia de que el Pucela pudiera rascar tres puntos, uno siquiera.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Se puede pecar, tanto grave como levemente, de pensamiento –otorgar más importancia al rival que a tu equipo–, palabra –ampararse incesantemente en verbos exculpatorios– y obra –basta observar la ejecutoria del equipo–. Esperemos que los pecados de omisión, de Pezzolano o de la directiva, no se sumen al catálogo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/joaquin-robledo-pecado-levemente-grave-20240303201450-nt.html?fbclid=IwAR2xequWlbV2BTKYeaM0hav4Ph6Vc7cTuy_D7p85tL9W-L6GohKDZslrO3w#vca=fixed-btn&vso=rrss&vmc=fb&vli=realvalladolid">El Norte de Castilla</a>" el 04-03-2024</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-24300308717613113702024-02-27T15:14:00.003+01:002024-02-28T09:42:06.468+01:00LA CAUSA VIENE DESPUÉS<p><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvc7bvJDYjsgK-h0AW22hD4GjVMamtcHtGahijC9roDgg5JTpBXoDyoPRXQmBHCb1mtRELPYkgg9KwW44251xydkHQqAXF7YAUDH81oCSWAG-uGTYfWYKqEh0QBi5d-o77RtglvFpnCA-baRwAkQXM78jM9PtBJVw8gSl-G_pOwZgFSQJ-EY_fzDB4EhY/s500/16688672158781331807.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="261" data-original-width="500" height="167" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvc7bvJDYjsgK-h0AW22hD4GjVMamtcHtGahijC9roDgg5JTpBXoDyoPRXQmBHCb1mtRELPYkgg9KwW44251xydkHQqAXF7YAUDH81oCSWAG-uGTYfWYKqEh0QBi5d-o77RtglvFpnCA-baRwAkQXM78jM9PtBJVw8gSl-G_pOwZgFSQJ-EY_fzDB4EhY/s320/16688672158781331807.jpg" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: arial;"><div style="text-align: justify;">Las primeras imágenes, tras leer que un joven vallisoletano
había muerto en Burgos a resultas de un puñetazo traidor, reflejaban las
frecuentes peleas que distorsionaban la rutina estruendosa y etílica de las
noches de fiesta de mi antaño. Variaban los motivos -un pisotón, una mala
mirada, una afrenta remota, un ‘me dijo tal’, un ‘no quitaba el ojo a mi
chica’…- mucho más que los protagonistas, (casi) siempre la misma gente,
siempre guarnecida en un grupo, siempre amparada tras una coartada. El impulso
violento latía mucho antes de que la pelea se desencadenase; la excusa se elige
después, acorde a las circunstancias, de entre las del repertorio dispuesto. El
azar, entonces, se limita a presentar a la víctima propiciatoria.</div><span><a name='more'></a></span></span><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">La noticia crece, añade información: el chaval asesinado se
llama -duele escribir ‘llamaba’- Sergio Delgado. El motivo aducido, la
legitimación esgrimida previa al impacto mortal, ‘ser de Valladolid’. No me
sirve como foco. Entiendo, tal vez quiera creer, que centrar la mirada en ese
aspecto distrae, que apuntar una causa otorga -por ridícula, patética o nefanda
que nos resulte- una razón. Asirnos a la excusa como centro del debate aparta
lo trascendente: la respuesta violenta.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Los humanos arrastramos pulsiones atávicas, con frecuencia
malinterpretamos el sentido de pertenencia, lo alimentamos con listados de
agravios reales o impostados. Es cierto que estos resortes instintivos son
estirados en estas tierras insensatamente -asunto aún por abordar- por
dirigentes que pretenden su favor recurriendo al aplauso fácil… Pero el puño
funesto fue impulsado por una persona. Por ella y no más. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Coda 1. El fútbol no genera, nos refleja, nos muestra lo que
como sociedad somos. Si no nos gusta lo que vemos, no le culpemos: se limita a
denunciar nuestra realidad. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Coda 2. La pertenencia del acusado, leo, a un grupo ‘de
ultraizquierda’, replica la dinámica apuntada arriba: pulsión agresiva, grupo
que legitima y ampara, descarga violenta y coartada.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Coda 3. Cuesta creer que hubiera intención de matar, pero la
violencia, como el fuego, nos desborda, se va de las manos. Huelgan los ‘yo no
quería’. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><span style="mso-spacerun: yes;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/opinion/joaquin-robledo-causa-viene-despues-20240227002451-nt.html">El Norte de Castilla</a>" el 27-02-2024</span></span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-5832442235288494652024-02-25T09:58:00.002+01:002024-02-26T08:18:05.018+01:00NO CREA NI LA MITAD DE LO QUE VE<p><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNJLqlxjKN2LiCOYMvgHhUZrvnOuLD68ac-rVrQmAcwnkZ-zuHN04y7xu61oKHiCZ1q7njUEmaDZfu9kpWY5FA-4Ol7LxnBoDH9RvpTJI8_1uFmvy51pVu1hek9xsHrZIJUPTA6jmldE2zplMMwvl5tbbDBOoNX-L0mJoMEouShyphenhyphenBdia2oUR86_cFsKdA/s1200/gradda-kuJG-U21016290017010jF-1200x840@El%20Norte.webp" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="830" data-original-width="1200" height="221" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNJLqlxjKN2LiCOYMvgHhUZrvnOuLD68ac-rVrQmAcwnkZ-zuHN04y7xu61oKHiCZ1q7njUEmaDZfu9kpWY5FA-4Ol7LxnBoDH9RvpTJI8_1uFmvy51pVu1hek9xsHrZIJUPTA6jmldE2zplMMwvl5tbbDBOoNX-L0mJoMEouShyphenhyphenBdia2oUR86_cFsKdA/s320/gradda-kuJG-U21016290017010jF-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El listón de la humana confianza nunca estuvo situado demasiado arriba. Sospechar de las intenciones ajenas se considera un signo de inteligencia que legitima para reprender al crédulo advirtiéndole del riesgo de pasar 'de bueno a bobo'. A poco que surgiera la ocasión, sea cuando el 'perspicaz' se enfrentaba a un conocido incauto lamentándose de algún engaño, burla o estafa, le refería el chascarrillo del padre que, tras colocar a su hijo de pie sobre la mesa, le ofreció los brazos dispuestos para recogerle y le pidió que se lanzase a ellos. La criatura, segura, protegida, sin temor alguno, se arrojó contra el pecho paterno. El padre, entonces, se apartó permitiendo que el cuerpecillo infantil se estampase contra el suelo. El gimoteo del chaval, amalgama de dolor y desconcierto, fue abruptamente reprimido por el padre: «aprende, hijo;así es la vida, no te fíes ni de tu padre», y se marchó.</span></div><span style="font-family: arial;"><span><a name='more'></a></span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Edgar Allan Poe sublimó el arte de la desconfianza:«cree la mitad de lo que ves y nada de lo que escuches». No solo recela de los demás como un Santo Tomás cualquiera, «si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré», Poe acepta el envite y dobla la apuesta, teme que le engañen hasta sus propios ojos. No es suficiente observar un hecho para garantizar alguna certeza porque la propia visión altera las circunstancias, modifica el panorama. Yo pensaba que los conductores apenas proferían improperios a quienes nos desplazamos en bici porque en muy escasas ocasiones, las calificaba de testimoniales, alguno me había insultado. Escuchando a otros pedaleros –y sobre todo a otras– me pasmé de la frecuencia con la que afirmaban recibir vilipendios. Al plantear mi experiencia opuesta indagando una explicación, la encontré donde menos lo imaginaba, en mi propio cuerpo: «a ver quién se va a atrever de primeras a meterse contigo». Vaya, que eran mis diez arrobas largas las que imponían respeto al principio de indeterminación de Heisenberg al encasquillar con su sola presencia más de una boca previamente dispuesta a soltar sapos y culebras.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Advertidos están, no me crean si no quieren pero les cuento que el Pucela se impuso con claridad al Oviedo; que, yendo contra su propia idiosincrasia afligida y doliente, se evitó sufrimientos estériles sentenciando el partido en menos de una hora; que los extremos recién incorporados y la decisión del desempeño de Amath en la banda diestra generaron, además del peligro constatado, una contundente sensación de amenaza que atemorizó e indispuso a los carbayones; que Pezzolano, sea por convicción o casualidad, parece haber dado con la tecla... No me crean si me lo escuchan (leen), y solo la mitad si lo han presenciado, más que por alentar suspicacias para evitar venideras decepciones, que el fútbol es muy traidor y enseguida nos ilusiona. Y si interiorizamos que el cambio llegó a tiempo. Y si comprobamos que el calendario acompaña, que solo queda rendir visita a uno de los doce primeros. Y si, y si, y si… No, de verdad, no me crean. O sí.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/joaquin-robledo-crea-mitad-20240224191418-nt.html?gig_actions=sso.login&fbclid=IwAR2fSxA7tWJm-jYGJbrIKyxgWub-Vv8fPq6N2fNcTu5f_ci8T0MZJqV-5Ro">El Norte de Castilla</a>" el 24-02-2024</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-36249628814252172072024-02-18T12:30:00.001+01:002024-02-19T08:35:20.910+01:00CAMBIAR PARA CAMBIAR<p><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5O1C0p9mel1prtsRW5NLX85YQIxcZiMYYQvfaDRt7nTtIKOqBM1HOunU8wlqX_JScWOt8E6spxWc7K13Y3pbN0LhdNcDyRpMB8zfBJbDlFoAgw4xn59VqC7rf-CgrI1BUFmi_qLCIVjPLBmjVk6-BmvaI6R9wJ2ow7cicrbzxOZz-b6fwoUCuImuUGhE/s1200/pucela22-k1bB-U2101555683195X4H-1200x840@El%20Norte.webp" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="838" data-original-width="1200" height="223" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5O1C0p9mel1prtsRW5NLX85YQIxcZiMYYQvfaDRt7nTtIKOqBM1HOunU8wlqX_JScWOt8E6spxWc7K13Y3pbN0LhdNcDyRpMB8zfBJbDlFoAgw4xn59VqC7rf-CgrI1BUFmi_qLCIVjPLBmjVk6-BmvaI6R9wJ2ow7cicrbzxOZz-b6fwoUCuImuUGhE/s320/pucela22-k1bB-U2101555683195X4H-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Los vientos de la historia agrietan, resquebrajan y derriban las estructuras construidas en el pasado. En su caída, los muros aplastarán a quien, por poderoso que sea, se ampara bajo su sombra pretendiendo que la antigua solidez se mantenga incólume. En las semanas previas al comienzo de las algaradas que desembocarían en la Revolución francesa, en la corte de Luis XVI nadie podía vislumbrar los acontecimientos que provocarían el hundimiento de una visión del poder, de un régimen agonizante; ninguno comprendía que se estaban escribiendo los renglones de la posdata de una época. El epítome lo conforman las palabras que el pueblo atribuyó –las pronunciara ella o su antecesora María Teresa de Austria– a la reina consorte, María Antonieta, al ser prevenida por algún consejero – «Majestad, no tienen pan»– de los lamentos, silenciados por los muros del palacio, de una población devastada por la hambruna: «Que coman pasteles».</span></div><span style="font-family: arial;"><span><a name='more'></a></span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Mantenerse en el poder requiere interpretar el sentido de los tiempos a la manera de los marineros que han de disponer las velas de su barcos para que el aire les propulse. Desde esta perspectiva cobra sentido la conocida conversación del príncipe Fabrizio de Salina con su sobrino Tancredi en 'El gatopardo', el clásico escrito por Giuseppe Tomasi di Lampedusa. El primero reprende al joven impetuoso que se alista en las tropas del Risorgimento.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">–Estás loco, hijo mío. ¡Ir a mezclarte con esa gente! Son todos unos hampones y unos tramposos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Tancredi, sabedor de su privilegiada posición, sonríe condescendiente.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">–Si allí no estamos también nosotros, esos te endilgan la república. Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie. ¿Me explico?</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Se explicó, a la par dando y quitando la razón a su tío, con absoluta nitidez: morirán ellos, seguiremos siendo dueños de vidas y haciendas mientras, ilusos, nos jalean.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Pezzolano ha derrocado el antiguo régimen de Pezzolano. De repente, en Gijón, todo cambió. Queda la duda de si no será más que una artimaña de supervivencia. La primera impresión, si no nos dejamos arrastrar por el lampedusiano empate, permite albergar esperanzas: el resultado fue el mismo, pero sería ventajista apuntar que nada cambió. Salvo el lapsus del comienzo de la segunda mitad cuando la certeza de la necesidad gijonesa se impuso a la pucelana duda entre nadar y guardar la ropa, el Pucela impuso juego y calidad al rival. La vuelta de Juric, la calidad y el atrevimiento de los nuevos, la presencia de, al menos, un extremo en su banda natural, elevan el nivel, reverdecen las esperanzas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Tal vez Pezzolano nos haya engañado y en su diseño de la temporada, en sus incomprensibles decisiones, escondía un plan que contemplaba no desgastar sus herramientas para que en la parte final pudiera disponer de todas ellas sin rasguños. Como, al aportar su donación, le dijo una vecina a George Bailey en 'Qué bello es vivir': «Guardaba este dinero para divorciarme si alguna vez encontraba marido». El ahorro de Pezzolano está a tiempo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/joaquin-robledo-cambiar-cambiar-20240217225359-nt.html?fbclid=IwAR0Ev1gwGRAC5Ht-aNwOG_0o6H8OCXn6yD4tFxkbB2PuPRfRVcMELkRFwDU#vca=fixed-btn">El Norte de Castilla"</a> el 18-02-2024</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-70253912357521581122024-02-14T23:17:00.001+01:002024-02-14T23:17:59.786+01:00EVANGELIO DE SAN JUAN 2<p><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6TDT4IEox6ECfBXcaAD6bV_T9NCjmu5kMm-uOFDSQEW3Z2JRWTXznlgIs3m92fcYsCVoDajuUU6F1LnBt1ZovlEqfzUUceH3b9zKrWa91wyK5OxLoIkJNfNgsqM4VWhm8IEqVVtD_ICFYXn1OmefGeyWAabmPd4icUW0WL993sycQrZE7yGeutw1Nuj4/s1200/realvalladolid-k82G-U2101522152945y0F-1200x840@El%20Norte.webp" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1200" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6TDT4IEox6ECfBXcaAD6bV_T9NCjmu5kMm-uOFDSQEW3Z2JRWTXznlgIs3m92fcYsCVoDajuUU6F1LnBt1ZovlEqfzUUceH3b9zKrWa91wyK5OxLoIkJNfNgsqM4VWhm8IEqVVtD_ICFYXn1OmefGeyWAabmPd4icUW0WL993sycQrZE7yGeutw1Nuj4/s320/realvalladolid-k82G-U2101522152945y0F-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Catorce días más tarde se celebraba un partido en el estadio Zorrilla y el público pucelano estaba allí. También fue invitado Pezzolano con sus discípulos al partido. Sucedió que no apareció el ritmo preparado para el partido, y se quedaron sin juego. Entonces el público pucelano le dijo a Pezzolano: 'No tienen juego'. Pezzolano le respondió: 'Público, ¿por qué te metes en mis asuntos? Aún no ha llegado el minuto sesenta'. Pero el público dijo al banquillo: 'Hagan lo que él les diga'. Había allí nueve suplentes de piedra, de los que usan los entrenadores para sus elucubraciones, de probada capacidad cada uno. Pezzolano dijo a sus ayudantes: 'Saquen a calentar a esos jugadores'. Y se ejercitaron junto al borde. Saquen ahora, les dijo, y llévenle el aviso al colegiado. Y ellos se lo llevaron. Después de observar el once romo convertido en un equipo punzante, el colegiado llamó al colega del VAR, pues no sabía de dónde provenía esa capacidad de despliegue, a pesar de que lo sabían los ayudantes que habían sacado el once inofensivo. Y le dijo un colegiado al otro: 'Todo el mundo alinea al principio el equipo mejor, y cuando ya todos han aportado sus talentos, aparecen los de menos calidad; pero esta vez han dejado el mejor equipo para el final'. Esta señal milagrosa no fue la primera ni la única, y Paulo Pezzolano las hizo en Zorrilla. Así manifestó su gloria y sus jugadores creyeron en él.<span><a name='more'></a></span></span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Digo yo que si de Jesús quedó glosada para la posteridad la intervención el día que se celebraba una boda en Caná de Galilea ofreciendo un vino de uva más preciada, madurado en mejor madera, más equilibrado o que podría perdurar sus veinte segundos largos, en los momentos en que ya el paladar habría de estar cansado; Pezzolano merece siquiera un breve comentario que alcance al menos algunos días por su resolución de alterar el sentido del concepto de 'once inicial'. Hace un par de semanas, bromeaba desde esta ventanilla apuntando que Pezzolano arrancaba los conciertos con tambores y los pretendía cerrar con violines. La anterior, Miki de Pablos, el jefe de esta sección de deportes, escribía que «en este juego al que se ha apuntado ahora Pezzolano [...], el equipo titular es el que acaba y no el que empieza los partidos». El club podría abrir las puertas del estadio y ofrecernos la posibilidad de disfrutar de un partidillo entre el once de arranque y el de alternativa. Apetece verlo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Contra el Racing de Santander, el arte de birlibirloque reportó esperanzas y, a mayores, un par de puntos que bien podrían haber llegado con una propuesta clásica;desde entonces, las porterías rivales permanecen inmaculadas:la primera hora porque parece que no se quiere;después, porque falta tiempo y ya no se puede. Ítem más, si el subterfugio no arregla de inicio el desaguisado, Pezzolano se agobia, se angustia, dispone en el campo todas las piezas ofensivas de forma que los propios atacantes, por abundancia, se amontonan bien solapando, bien arrastrando defensas y, en conjunto, tapando las vías de llegada.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Al final, trasegar vino malo y disfrutar poco del bueno provoca resaca.</span></p><p><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/joaquin-robledo-evangelio-san-juan-20240213183832-nt.html?fbclid=IwAR0g7UMuRzSYAa9ovPKlaqGUwvYpoqgIqA7nZF8UkTytACsku6mdtf6ac3A#vca=fixed-btn&vso=rrss&vmc=fb&vli=realvalladolid">El Norte de Castilla</a>" el 13-02-2024</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-12515954855761850122024-02-13T20:13:00.003+01:002024-02-14T10:29:07.053+01:00LOS TRACTORES DE LA IRA<p style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJAZlmF4b4LAV11le_ae1dXqGNhfA60m_qrs0jX3D0ry4b4xXZJtV_UnfFukKWngLu5aHVvpPOXdnGAaMFLiml0Z0cqjVkUWgbPAHpdui9bJ9Yi_03KhTYuVVNciUc_PwYpq1hxFmcbGR1rat6Kw8bOS5Ofnb7okgr_9rgNDSvwAGIUwA-HpP6Zc6CHAc/s1200/1477251585-kgTC-U2101512490495N0C-1200x840@El%20Norte.webp" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1200" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJAZlmF4b4LAV11le_ae1dXqGNhfA60m_qrs0jX3D0ry4b4xXZJtV_UnfFukKWngLu5aHVvpPOXdnGAaMFLiml0Z0cqjVkUWgbPAHpdui9bJ9Yi_03KhTYuVVNciUc_PwYpq1hxFmcbGR1rat6Kw8bOS5Ofnb7okgr_9rgNDSvwAGIUwA-HpP6Zc6CHAc/s320/1477251585-kgTC-U2101512490495N0C-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Ni en Valladolid ni en ninguna ciudad del entorno se detiene
uno por la calle señalando a sus ricos, ni genuflexo nadie a su paso se postra
clamando por una dádiva. Ya no existen ricos. Bueno, va, sí, claro que sí
existen, pero son ricos de tercera: ni asustan ni se les rinde pleitesía, no
como los que, con solo su nombre y apellido, infundían -ellos dirían ‘respeto’-
miedo. Los dueños, los grandes dueños, se han alejado. El sistema económico,
centrípeto y centrífugo por definición, acción y reacción, concentra y expulsa.
Las tomas de decisión, distantes, ya digo, y ajenas, imponen el devenir.</span></div><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Algunos tractores sustituyeron la tierra por el asfalto.
Piden explicaciones. La voz que llega, conserjes disfrazados de políticos, se
excusa como el conductor de ‘Las uvas de la ira’: “No soy yo. Yo no puedo hacer
nada. Pierdo el empleo si no sigo órdenes”. Brazos en jarra, gritos, ruido,
pero brazos en jarra: “A este paso me muero antes de poder matar al que me está
matando a mí de hambre”. Las quejas, las mismas de antaño.<span></span></span></p><a name='more'></a><span style="font-family: arial;"> <o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">La ira, la rabia, la indignación destellan. La calentura se
ahorma, adrede o no, a quien le interesa el ruido sin nueces. Puede, quizá sea
la intención de ‘álguienes’, que la algarada ejerza de vacuna, que cierre
posibilidades: se exponen reivindicaciones legítimas, justas, que rozan el
nervio del sentir social y, en paralelo, se desautoriza, se deslegitima, se
desprecia y se desaira la estructura, la organización, los interlocutores que
trasladen. Y a casa de nuevo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El campo, maldigo las sinécdoques, no es ‘el campo’ sino la
suma de todas sus aristas, también la que alinea a los trabajadores que, en vez
de tractor, solo poseen el lomo que doblan. Los grandes propietarios ganan más; los pequeños, menos o nada. Por eso, aquello de ‘el campo’, ¿qué es el campo?,
o nuestros productos, ¿qué significa ‘nuestros’?, me provoca un hálito frío. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Vuelta al principio, </span><span style="color: #202020; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-font-size: 14.5pt; mso-bidi-theme-font: minor-latin;"><span style="font-family: arial;">detrás se esconde el intento de apropiación de la tierra. A lo
grande. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="color: #202020; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-font-size: 14.5pt; mso-bidi-theme-font: minor-latin;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="color: #202020; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-font-size: 14.5pt; mso-bidi-theme-font: minor-latin;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/opinion/joaquin-robledo-tractores-ira-20240213002304-nt.html?fbclid=IwAR3eiAfqGpt-hrzBx94QRnRac2_hjp3xRSiugSi66LMegiYLqRy-8j1qqOg#vca=fixed-btn&vso=rrss&vmc=fb&vli=opinion">El Norte de Castilla</a>" el 13-02-2024</span></span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-84057415843626978732024-02-04T11:01:00.000+01:002024-02-04T23:36:16.574+01:00EL NÚMERO VOLUBLE DE AVEMARÍAS<p><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwabJ0yGzAKoPzoPU8HHRgY1Zv7_NC1ymsrogkajsFpWTN0QqQf4xTSTAsw7n8b5z7-iH_ZYIbV7q3J-0wsJhIcIre7nJboPEWQaTPg_S1P2E5FoXrh0KZh0dkacLxQT49aYG7caPsq95GNBisRXJvYyEQ1qXpGUEpmUKHm8WPJsuvHEMSsFX_k_8h-F4/s1198/amath1-kYDB-U2101422306665yhE-1200x840@El%20Norte.webp" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1198" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwabJ0yGzAKoPzoPU8HHRgY1Zv7_NC1ymsrogkajsFpWTN0QqQf4xTSTAsw7n8b5z7-iH_ZYIbV7q3J-0wsJhIcIre7nJboPEWQaTPg_S1P2E5FoXrh0KZh0dkacLxQT49aYG7caPsq95GNBisRXJvYyEQ1qXpGUEpmUKHm8WPJsuvHEMSsFX_k_8h-F4/s320/amath1-kYDB-U2101422306665yhE-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Dado que los siete de octubre conmemora el día de la Virgen del Rosario, la Iglesia católica estimó oportuno considerar 'del rosario' al mes completo y, por ello, nomás el otoñal octubre se presenta, prolifera –o proliferaba– el rezo de esta oración. Así, año tras año, la campana de la ermita de Rasueros convocaba a las parroquianas –a los parroquianos también, pero estos apenas se daban por aludidos– a un rezo comunitario. Quiso la casualidad que cuando andábamos por los finales de los setenta, a punto de concluir septiembre, Felipe Fernández, a la sazón obispo de Ávila, removiese a don Rufino a las cercanas parroquias de Mamblas y Bercial dejando vacante la plaza de párroco de mi pueblo.</span></div><p></p><p><span></span></p><a name='more'></a><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Octubre acechaba, las campanas habrían de sonar y el rosario ser rezado, pero ¿quién se haría cargo de las llaves de la ermita, responsable del tañer de las campanas, vocero del propio rezo desde el altar?... Las habituales asistentes, reunidas en sanedrín, dispusieron que 'el mayor de 'el Chango', esto es, el menda que esto escribe, podría encargarse. Así me lo propusieron y así lo asumí. A fuerza de haberlo escuchado, bien recordaba que, tras el inicio con la señal de la Cruz, se informaba de cuál de los tres tipos de cinco misterios –gloriosos, gozosos o dolorosos, antes de que Juan Pablo II añadiese un cuarto luminoso– correspondían al día de la semana en cuestión, comenzaba la quíntuple secuencia de Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria, y se cerraba el rezo con el recitado de las letanías a las que la concurrencia respondía 'ruega por nosotros'.</span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">La hora del repique de las campanas, como la de los cambios que realiza Pezzolano, persistía inmutable: a las siete, a las siete; en el minuto sesenta, en el minuto sesenta. Lo demás, voluble. Si el sol lucía, mis amigos jugaban al fútbol en la era. El tiempo apremiaba, las diez Avemarías bien podían menguar a siete u olvidar la mitad de las letanías. Volátil. Si en el partido anterior había lucido Moro jugando por la derecha, bien pudo Pezzolano en Leganés disponer que el joven extremo ocupase la banda opuesta. Inconstante. Si el ruido del tejado indicaba que caían chuzos de punta, mis compinches, obligados por la amenazante zapatilla, se resguardaban en sus casas. Mal plan. Sin prisas, las diez Avemarías se dilataban hasta que el repiqueteo de los nudillos de las mujeres aconsejara detenerse o alguna de ellas entonase precipitada el Gloria justo antes de que yo diese inicio al decimoséptimo Avemaría, o podía repetir letanías hasta el hastío. Tornadizo. Donde Juric o De la Hoz conformaban un dilema, una doble solución para un único problema, o uno u otro, ahora Pezzolano pretende encontrar compatibilidad, descubrir los beneficios de una súbita simbiosis, el uno y el otro. A resultas, Monchu, quizá el único jugador adherente entre el centro del campo y el ataque, se convierte en víctima colateral. La delantera se desabastece. El rosario no llega al cielo, la amenaza se desvanece.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">A mí me dispensaban, al final era un niño y no presuponían –erraban– la picardía. A Pezzolano no le atribuyo malicia, faltaría, pero cuento y no me salen diez Avemarías</span>.</p><p><span style="font-family: arial;">Publicado en "</span><a href="https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/joaquin-robledo-numero-voluble-avemarias-20240203231353-nt.html?fbclid=IwAR2bJexpcjyWvx_cVTdjr-A66BcLPzzOUmzhvBvrwBbhE1E2YlTfdotLmHk#vca=fixed-btn&vso=rrss&vmc=fb&vli=realvalladolid" style="font-family: arial;">El Norte de Castilla</a><span style="font-family: arial;">" el 04-02-2024</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-73073420117181372462024-01-30T21:38:00.000+01:002024-02-01T22:35:37.562+01:00TAMBORES Y VIOLINES<p><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEib2YhwpoXraSMJh7CJk_gx81p_Q6JWm0Bnmeqctd7aJ1E8r-Ut-DqFUS0devRcDRaDU3hX7uFITzMhAjUTEvbWJZUhRSasMg1WHtykh1amrXcNDRyZ1eT-nAKqpMTPWDTA8K4pAJHic_UdNHCCRo4b5gFAPr3moqvhYcFwXVuj9Gv2okcv0ImXs_P4XMo/s1200/robledo1-kS4F-U21013888020570dE-1200x840@El%20Norte.webp" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1200" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEib2YhwpoXraSMJh7CJk_gx81p_Q6JWm0Bnmeqctd7aJ1E8r-Ut-DqFUS0devRcDRaDU3hX7uFITzMhAjUTEvbWJZUhRSasMg1WHtykh1amrXcNDRyZ1eT-nAKqpMTPWDTA8K4pAJHic_UdNHCCRo4b5gFAPr3moqvhYcFwXVuj9Gv2okcv0ImXs_P4XMo/s320/robledo1-kS4F-U21013888020570dE-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;">El refranero, en cuanto acúmulo de «sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos sabios» si damos por buenas las palabras que Cervantes escribiera para que su Quijote las proyectara hacia la posteridad, se enriquece paulatinamente absorbiendo las imágenes que cada presente difunde. El fútbol, religión profana del siglo XX, mercancía invasiva e invasora en el XXI, no podría quedar al margen de esta recopilación de sentencias, habría de reclamar un espacio, un renglón, en el que copar protagonismo. Y encontró su hueco en el refranero precisamente debido a que la extensión del fenómeno futbolístico no dejaba a nadie indiferente. Así, «de futbol y de medicina todo el mundo opina» nos recuerda la facilidad con que se nos calienta la boca para sentenciar sobre materias de las que, creyendo controlar, desconocemos hasta los rudimentos. Pero creemos saber y respondemos con la misma suficiencia con la que contesté a un camarero que nos atendió el día que, en un viaje a Roma organizado por los Hermanos de San Juan de Dios con motivo de la beatificación de Benito Menni, puse el pie en Italia. Viendo mi plato vacío tras haber engullido algo que me recordaba una tortilla francesa aplanada, se aprestó para recogerlo.<span><a name='more'></a></span></div><p></p><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">–Ha finito?</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Creí entender, claro. La traducción de la palabra resultaba evidente. La soberbia adolescente, y mi particular voracidad, consumó la escena.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">–La 'veritá' es que sí, que era 'molto finito il tortillo', ¿podría repetir?</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El mismo Pucela 'finito' que supo a poco en los partidos precedentes, prácticamente repitiendo alineación, ha ensanchado hasta proponer frente al Racing un menú sustancioso. Se atribuye a Albert Einstein erróneamente –al parecer, la frase apareció por primera vez en 1983 en la novela 'Sudden Death'de la pensilvana Rita Mae Brown– una definición de locura: «hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes». La damos por buena olvidando que el agua y el viento, insistiendo en su inexorable comportamiento aparentemente inocuo, logran desgastar las rocas más firmes por más que estas, envanecidas, desprecien el soplido inicial o las primeras gotas que les caen. ¿Será erosión lo que busca Pezzolano con su insistencia? No parece que haya contado con tiempo suficiente para que la machaconería cause mella en los rivales. ¿Qué ha cambiado pues? Con todas las dudas que me genera esta sensación de no entender nada, me atrevería a apuntar que la separación de los instrumentos musicales. En vez de pretender armonizar el equipo mediante la fusión de los sonidos de percusión y cuerda, tambores y violines se han dispuesto en tiempos diferentes. Con rock duro de inicio, el Pucela se impuso en cada disputa. De esta manera, arrastrado el balón a las inmediaciones de la portería rival, cualquier accidente en forma de gol habría de ser, y fue, a su favor. Estadística, lo dicen. El Racing, sobrepasado, encontró en el vestuario el tiempo y la palabra para acompasar la respuesta:apretaron el pie en la contienda. Igualaron, lo cual siempre aporta un prurito, una ventaja. Entendieron que la pieza no modificaría la estructura. Erraron. Pezzolano intrudujo los delicados violines y el sonido del Pucela, acariciando el oído de los propios, derribó, al modo de las trompetas de Jericó, los muros santanderinos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Moro, violín, trompeta y martillo pilón, desvencijó el armazón una y otra vez. El regate que dio origen al tercer gol, néctar prerrogativa de unos pocos. Otra modificación: los mismos recursos que en la izquierda se acumulaban como adornos estériles, semejan ahora, por la derecha, letales cuchillos. Falta por saber si Pezzolano persistirá o recambiará el cambio para volver al Pucela 'finito'.</span></p><p><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/joaquin-robledo-tamboresy-violines-20240130194955-nt.html?fbclid=IwAR29ZhPlLSSRHtUn7fHVv3gWumPHPEzkSBRx11oEksyA7snvbBa2FbenFYE#vca=fixed-btn&vso=rrss&vmc=fb&vli=realvalladolid">El Norte de Castilla</a>" el 30-01-2024</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-10093773657592962042024-01-30T15:55:00.002+01:002024-01-31T10:25:16.553+01:00LO QUE SE ESPERA DE NOSOTROS<p><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixKM6l4H6IICEkfm6mZMYISA4tS5S65GP10df5kxBUnvOmYrb1-kt2Ik1jASgzg7SPtv-wybVPnCmTlSPxUEQ0NkTyyfKjjNuLP6IPlPqzD1iw2BxAmszTrhde_lSkeTujm1y2tit7XutnwTbKj32S1o2U5BkK9LOo0jqBVIbbkY683M7YB-jqvuBPwfM/s1186/82424439-k4II-U21013772387499CC-1200x840@El%20Norte.webp" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1186" height="227" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixKM6l4H6IICEkfm6mZMYISA4tS5S65GP10df5kxBUnvOmYrb1-kt2Ik1jASgzg7SPtv-wybVPnCmTlSPxUEQ0NkTyyfKjjNuLP6IPlPqzD1iw2BxAmszTrhde_lSkeTujm1y2tit7XutnwTbKj32S1o2U5BkK9LOo0jqBVIbbkY683M7YB-jqvuBPwfM/s320/82424439-k4II-U21013772387499CC-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">He perdido la cuenta del número de veces que recibí algún
tipo de reprobación porque mi opinión no cuadraba con la que mi interlocutor
confiaba en escuchar de mi boca o leer de mi pluma. No lo asimilé la primera
vez -cuando mi estupor por el reproche superaba la sorpresa provocada por el
hecho de que mi opinión no coincidiera con la esperada-, ni lo comprenderé una última que, me temo,
está por llegar -ahora que el estupor ha mutado en, según el día, resignación o
solivianto-. </span></div><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">En aquellos casos, pudo mi discernimiento estar errado, es
una obviedad. Requeriría entonces un o unos argumentos que lo contradijeran, un
punto de vista que lo enriqueciera, unas observaciones que me sacaran del
equívoco; no un ‘no es conveniente’, ‘es tirar piedras contra tu propio tejado’
o escaramuzas verbales similares que impelen al autoengaño o al silencio.<span style="mso-spacerun: yes;"> <span></span></span></span></p><a name='more'></a><span style="font-family: arial;"> <o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">La proliferación del uso de determinadas redes sociales ha
suscitado la generalización de este fenómeno, como si en ellas las palabras
respondieran a un marcial ‘formen filas’, alineándose acríticamente en la
hilera correspondiente. Todo sea por el bien de mi causa. Corresponde pues
pensar -decir que se piensa- lo que se espera, escribir lo que corresponda,
aunque lo que corresponda replique una falsedad a sabiendas de que lo es,
convirtiéndola en instrumento que ‘sirve para mis fines’: la mentira convertida
en correa de transmisión de un poder, la réplica del embuste mutada en muestra
de sumisión por (parte de) una sociedad que ha configurado un ‘ellos y
nosotros’ como primer elemento de análisis. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Las redes sociales, sus nefandos arrabales, no retratan la
realidad -brindan una muestra aparentemente distorsionada-, pero la delinean y
así adelantan una idea más precisa de lo venidero. Esto nunca llegará, nos
decimos -como escribía un asombrado Delibes allá por 1966 en la serie de
artículos que conformaron su libro ‘USA y yo’ de un puñado de comportamientos
lejanos a nuestro carácter latino- mientras apuramos comiendo una hamburguesa
para salir disparados. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/opinion/joaquin-robledo-espera-20240130004408-nt.html?fbclid=IwAR2w8_ME4VgElaJxj9E2byIyqSfL0qbZlQwjJraHWxIYPgRt2HMxFus-WVw#vca=fixed-btn">El Norte de Castilla</a>" el 30-01-2024</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-29002378927488248462024-01-22T19:20:00.001+01:002024-01-23T20:51:05.196+01:00SI LO DICEN LOS PATRONES...<p style="text-align: left;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgopMzeRQeO6ZQryKEChh9fDwxq9zOTiWSmODgzSoPzcWMW20K9tfIF3PfaSpp05kF_Ymz8lMy87-xYGCfoibIZ3_bryNy82vnZ-zR94VrHEjxck7XA_Ihq5CHLBrLPijcHhtcB7gxzv_fyutqyXEtttCjm0wRACnTbCMQrchGgnWEtWUYCiKZndhDWSJ4/s840/AnuarRVA-kU7F-U2101314115830xMB-1200x840@El%20Norte.webp" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="812" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgopMzeRQeO6ZQryKEChh9fDwxq9zOTiWSmODgzSoPzcWMW20K9tfIF3PfaSpp05kF_Ymz8lMy87-xYGCfoibIZ3_bryNy82vnZ-zR94VrHEjxck7XA_Ihq5CHLBrLPijcHhtcB7gxzv_fyutqyXEtttCjm0wRACnTbCMQrchGgnWEtWUYCiKZndhDWSJ4/s320/AnuarRVA-kU7F-U2101314115830xMB-1200x840@El%20Norte.webp" width="309" /></a></div><div style="text-align: justify;">Disimulando su desolación, acariciando un pasado repleto de deseos que no podrán ser, Jon, sentado en el asiento del conductor, espera a que su amigo David retorne del 24 horas de una gasolinera una vez completada la compra que les encargó Andrea, la novia de David, la que antaño fuera novia suya. El sonido de unas balas le devuelve al presente, acude a la tienda y se topa con el cuerpo malherido de su amigo. Comienza así, 'El aviso', película de 2018 dirigida por Daniel Calparsoro cuya trama discurre, a partir de este manantial, por los delirios de un Jon –Raúl Arévalo– al que el incidente, combinado con la dejación en la toma de la Risperidona prescrita para el tratamiento de la esquizofrenia que padece, le provoca un brote psicótico.</div><p></p><p style="text-align: justify;">El hombre, obsesionado por los números, descubre que años atrás, en la misma fecha, en el mismo sitio, se produjo otro asesinato. Indagando, se topa con un tercer crimen, con un cuarto, también acontecidos un doce de abril, también en el mismo punto aunque, por aquellos entonces, no estuviera ocupado por la actual gasolinera. Demasiada casualidad para una cabeza que, instalada en su desvarío o quizá su lucidez, no se detiene. Así, se topa con nuevos patrones recurrente relacionado con el número de personas presentes, con la edad de estas y su ilación con el número de años transcurridos entre cada asesinato y su precedente. Agitados todos estos ingredientes en la coctelera, resulta un combinado que concluye con la fecha y el nombre de la potencial víctima del crimen avalado por la fatalidad matemática: un doce de abril de 10 años después, justo en el mismo lugar, un niño de diez años habría de morir asesinado. Al menos, prosigue el delirio, si el propio Jon no logra quebrar el círculo maldito. Escribe una nota que espera llegue al destinatario amenazado, unas letras que, pretendiendo alertar ejerciendo de aviso, resuenan para quien las lee como una amenaza.<span></span></p><a name='more'></a><p></p><p style="text-align: justify;">Habrá que enterarse si el Pucela ha recibido una carta, un aviso, que, en este caso, anunciaría una escalada de felicidad que comenzaría desde la próxima jornada y subiría hasta el pico de cinco jornadas. Al principio de esta temporada, el Pucela encadenó tres derrotas consecutivas, tres partidos, uno tras de otro, en los que fue incapaz de anotar un solo tanto. En el cuarto, el rival fue el Elche, y el Real Valladolid consiguió, siquiera parcialmente, detener la sangría de puntos al lograr un empate. Desde entonces, cierto que con algo de fortuna en más de un caso, engarzó cinco triunfos consecutivos.</p><p style="text-align: justify;">Pasadas unas semanas, el Pucela enlazó tres derrotas sucesivas. No batió la portería rival en ninguno de esos partidos. En el cuarto, el Elche se presentaba como rival, ¿el resultado?, efectivamente, un empate. Mi cabeza, como la de Jon, no se detiene, mi delirio agita el combinado, los patrones se expresan con rotunda sinceridad: en los próximos cinco partidos los blanquivioleta recolectarán quince ricos puntos. Y eso será por más que Pezzolano insista en sus componendas alineacionales que, para tapar vacíos de la plantilla, sitúan a jugadores deshabituados a la zona requerida, a la labor exigida.</p><p><br /></p><p>Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/joaquin-robledo-dicen-patrones-20240122175645-nt.html?fbclid=IwAR2BMBzxSwTHOGoSWf6ltIB74ARy17Pi-_yxykbhtM-YQ5BFbcP8nhNafEE#vca=fixed-btn">El Norte de Castilla</a>" el 22-01-2024</p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-62523500844861999952024-01-16T16:30:00.000+01:002024-01-17T10:59:48.447+01:00EL TIEMPO VIÉNDONOS PASAR<p style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8gAQXNu5zJLay8eNP5bNNv5zus_DlBx1XYK9hN-GU8Go_M7ksWnN74v_YGlTtiKDw_FvzcAsMEfZaVNPznSQPkZI7UdFESVFv6o1lbgBqpwZZk6hd2RbCd79rN-jqmqyHfBdNFLovQ8ldLUJPmhSXPETZbPVLTXi0xMj5-RbGk8pxU5XzUgW6hSnas7s/s1194/83059418-ktPG-U2101252700398GIF-1200x840@El%20Norte.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: justify;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1194" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8gAQXNu5zJLay8eNP5bNNv5zus_DlBx1XYK9hN-GU8Go_M7ksWnN74v_YGlTtiKDw_FvzcAsMEfZaVNPznSQPkZI7UdFESVFv6o1lbgBqpwZZk6hd2RbCd79rN-jqmqyHfBdNFLovQ8ldLUJPmhSXPETZbPVLTXi0xMj5-RbGk8pxU5XzUgW6hSnas7s/s320/83059418-ktPG-U2101252700398GIF-1200x840@El%20Norte.jpg" width="320" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Pedaleo, ‘acompaño mi sombra por la avenida’, el susurro de
una canción -de la canción, siempre la misma- me dibuja una sonrisa, acelero persiguiendo
el compás del son como un niño al flautista de Hamelín. El volumen aumenta,
‘levanto la vista y me encuentro con él’, ‘y ahí está, ahí está, ahí está’
sonriendo y desprendiendo sonrisas, recorriendo la ciudad sobre su moto ante <span style="background: white;">miradas que ‘se
pierden entre tanta gente’.</span> Ignoro su nombre, su peripecia vital,
absolutamente todo excepto su incesante deambular por la ciudad entonando sobre
la moto su canción. Me aproximo, le persigo sin sobrepasar la línea de la
prudencia para no interferir en su intimidad. Olvido mi destino; él, durante
unos minutos, indica la trayectoria. Me embelesa, más que la música, la ternura
que desprende la imagen. El día, mi día, se ha renovado, es otro, mucho mejor.</span></div><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Ignoraba su nombre hasta hace unos días. Mala hora para
aprenderlo. Una noticia publicada por Eva Esteban en este nuestro El Norte de
Castilla nos informaba de que ya no habrá más ‘puertas de Alcalá’: José Antonio
Guerra, así se llamaba el motorista del contento contagioso, había fallecido
días antes de dar la vuelta al año. La frase del ‘1984’ de George Orwell, en
este caso, tendría sentido: Guerra era la paz. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Valladolid, deslumbrado por su fulgor en los libros de
Historia con mayúscula, evoca en su callejero, en su listado de monumentos, en
la denominación de diversos edificios, incluso en un panteón en el cementerio
de El Carmen, el nombre de los paisanos considerados ilustres. Otros, menores
en ese rango, adornan una historia con minúsculas, forman parte de lo cotidiano
de un par de generaciones: son de todos, sin su presencia la ciudad en que
vivimos sería otra. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Al final, nada permanece ‘viendo pasar el tiempo’, es el
tiempo el que nos ve pasar. </span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/opinion/joaquin-robledo-tiempo-viendonos-pasar-20240116002451-nt.html?fbclid=IwAR13nAGZHy3ou7hhVJN1NkjZDSPaV9PG4dz7zDA6Ns7VMk2dpgLVZOPA10A#vca=fixed-btn">El Norte de Castilla</a>" el 16-01-2024</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-88673283388165603692024-01-14T19:48:00.008+01:002024-01-15T21:41:34.067+01:00EL SILENCIO DE LAS CINTAS SIN CASETE<p style="text-align: justify;"></p><div style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRyJxUGmzaGJT_D4Ww0vnLDvSPuUbQydkuXB0h7YiJzm2iwOKv6-ZIJkKai1QWOa1dQ0wGM9ZLtZJuLU74t5ge0NwCXVERUgBgV6mHZVQa-hTj32ao53j0ETe90-7MPsMfGdgtF6Jtrl4B2EZKOlJBtRMSDXT8dzv25PILGy9dasspne6XeDrQZJSPRlI/s1200/boyomonchu-kN7G-U2101244461505hiF-1200x840@El%20Norte.webp" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: justify;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1200" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRyJxUGmzaGJT_D4Ww0vnLDvSPuUbQydkuXB0h7YiJzm2iwOKv6-ZIJkKai1QWOa1dQ0wGM9ZLtZJuLU74t5ge0NwCXVERUgBgV6mHZVQa-hTj32ao53j0ETe90-7MPsMfGdgtF6Jtrl4B2EZKOlJBtRMSDXT8dzv25PILGy9dasspne6XeDrQZJSPRlI/s320/boyomonchu-kN7G-U2101244461505hiF-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;">En casa de mi abuela Agustina no había televisión ni casete. Tanto ella como Miguel y Carmen, sus dos hijos, que, vicisitudes de la vida, nunca abandonaron ese austero hogar, el mismo en el que nacieron, mataban las horas al calor de la lumbre, bien conversando, bien leyendo, bien escuchando las noticias tras afinar el dial en el aparato de radio. Disfrutar de la música no formaba parte de sus gozos. Sin embargo, en la repisa de la chimenea, casi como un objeto de culto, reposaba una cinta de un joven barbudo al que yo, por supuesto, en aquel tramo final de la década de los setenta, aún desconocía. Eso sí, su nombre, resaltado en la carátula, me resultaba demasiado familiar: Joaquín Díaz.</div></span></div><span style="font-family: arial;"><span><a name='more'></a></span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Una cinta sin casete donde sonar. Ni siquiera podían ir con ella a escucharla en casa de las otras dos de sus hermanas que vivían en el pueblo: mi madre y mi tía Doro, el radiocasete no formaba parte de sus respectivos mobiliarios. Ingenuo, le pregunté a mi tío Miguel por el motivo de haber comprado una cinta sin posibilidad de escucharla. «La vi en Ávila –más o menos, no me pidan literalidad casi medio siglo después– y me sorprendió leer en letras grandes el nombre y apellido de padre. Pagué los veinticinco duros y me la traje».</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">La cinta silenciosa de Joaquín Díaz apoyada en aquel estante, lejos de cumplir con el cometido para el que se creó: esparcir el sonido de la música folk, evocaba ceremonialmente la figura de mi abuelo, el que me confirió su nombre al morir –precisamente el día de San Joaquín– ocho días antes de mi nacimiento. Como cintas sin un casete que pueda transmitir su sonido corren por el césped los futbolistas del Valladolid. Cinta –calidad–, en comparativa con buena parte de los rivales, hay, o eso creemos. La música parece escondida en el interior de los jugadores, de algunos, de unos pocos, pero por unas u otras razones no hay forma de escucharla. Semanas atrás tuvimos la sensación de haber encontrado un once sonoro, pero cualquier vicisitud –lesiones, estados de forma– arranca da las manos el casete, vuelve el silencio.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">En Burgos, con Moro fuera, el testigo recayó en Anuar. Nada que ver. Al ceutí, jugador honesto al que le castiga la honestidad, buen entendedor del juego al que le penaliza tomar en el campo decisiones correctas, como rinde, como cumple, en vez de asignarle la posición más adecuada, le obligan a rotar para tapar agujeros en los puestos en los que las carencias obligan a componendas. Nada que ver con Moro, pero no hay más recursos. Me he limitado a un ejemplo, por notorio en El Plantío, de los varios que podría comentar. Resulta una obviedad que la plantilla no ofrece respuestas a cientos de interrogantes que el futbol semanal va planteando. Enero permite remendar alguno de los rotos. Veremos porque la realidad, a estas alturas, muestra una plantilla descompensada. Diferente a la buscada. Se atribuye a Alec Issigonis, ingeniero de los coches Mini, el aforismo «Un camello es un caballo diseñado por un comité». El 'comité' del Pucela tendrá que rehacer el dibujo. Mientras no sea, el caballo de la afición galopará jorobado y sin casete.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "</span><a href="https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/joaquin-robledo-silencio-cintas-casete-20240114182337-nt.html?fbclid=IwAR2D4jOsKEUQa_8lyjthFU0kgEpQwDLQoJ20PJyMPwsRIXVVtud4dYREPpY#vca=fixed-btn" style="font-family: arial;">El Norte de Castilla</a><span style="font-family: arial;">" el 14-01-2024</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-53661476852830320862024-01-02T12:13:00.001+01:002024-01-03T10:20:36.314+01:00SIN TI NO SOY NADA<p style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhadCxivIthJ1uiiqsDLhY3ax3c7ASAXGYmDDFJNwUZhjFve7UldQ0nYgziecHP49ED1xx6lMvl8HcTbNmsxv9SxP4EouP1PoRb0DQGKyl1WdDh8r_ehHCgKKuHEJbV__VU1HyqFruQBrP8Q_I51Fb-Z8WXBhBJmDoevsrmpx1tLrWKMUDgUAvvOvOdzfs/s1200/122544725-kSeD-U2101138530483PT-1200x840@El%20Norte.webp" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1200" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhadCxivIthJ1uiiqsDLhY3ax3c7ASAXGYmDDFJNwUZhjFve7UldQ0nYgziecHP49ED1xx6lMvl8HcTbNmsxv9SxP4EouP1PoRb0DQGKyl1WdDh8r_ehHCgKKuHEJbV__VU1HyqFruQBrP8Q_I51Fb-Z8WXBhBJmDoevsrmpx1tLrWKMUDgUAvvOvOdzfs/s320/122544725-kSeD-U2101138530483PT-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Converso con un vecino. Escucho. “Cuando se divorció mi hijo, se vino a vivir conmigo. Si no, ya me dirás…”. Apunto: su hijo trabaja. Y aun así. </span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Camino de vuelta a casa. En mi cabeza bulle un artículo del que olvidé el autor pero no la esencia: en la exclusión se cae no solo por unas determinadas circunstancias personales que te arrastran; contribuye el desarraigo, la ausencia de una red, entorno familiar, social, que detenga la caída, que evite el topetazo, que permita -por más que no siempre¬- un nuevo intento de puesta en pie.<span></span></span></p><a name='more'></a><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Por la vehemencia de la juventud, durante algún tiempo lo olvidé. Lo olvidé, paradójicamente, porque esa red existía. De no ser, habría percibido la ausencia y hubiera tenido que caminar más precavido o, me lo planteo con frecuencia, la habría echado en falta una vez hubiera habitado en el abismo. No fue. Nunca faltó quien me ayudase en tantas ocasiones como lo necesité. Alguna vez, incluso, como respuesta, devolví ingratitud. Tiene cara, tiene rostro. Yo, cobardía: cuando sabía, no podía; cuando podía, ya no supe. Y queda pendiente la gratitud, el resarcir.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Transito el binomio Nochevieja-Año Nuevo en el pueblo. Todo está ya recogido. Al igual que con las redes, los años me han mostrado que determinadas costumbres, que jactancioso antaño desprecié, contienen el valor de la salvaguarda. Barruntas que la búsqueda del ideal de una pretendida libertad, en realidad de un falso sentido de ella, puede dejarte solo. “El mundo fue y será una porquería”, cantaba Enrique Santos Discépolo. En la pretensión de que deje de serlo al menos un poquito, conviene cuestionar todo, pero no derribar ningún cobijo mientras no haya otro que lo sustituya.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">En una botella queda algo de champán para brindar con ustedes por un 2024 en que no olvidemos, o aprendamos, mirar los ojos de los más débiles, de los más vulnerables. Mirar a los ojos y no volver la espalda. Que el año nos sea mejor y, como diría Mafalda, que nosotros seamos mejores para el año. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/opinion/joaquin-robledo-sin-ti-no-soy-nada-20240102001437-nt.html?fbclid=IwAR3VB4ISMqcTEqWX-fLNVI73sNMW9KW_yhTBxB5jZaTjZSKEo-R4GOpj9XE#vca=fixed-btn&vso=rrss&vmc=fb&vli=opinion">El Norte de Castilla</a>" el 01-01-2024</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-19826600166158452952023-12-22T21:17:00.003+01:002023-12-24T09:36:08.499+01:00REBANADAS CON ACEITE DE RICINO<p><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPTtfendVLla25guDt8k5NDnPrXPjuHVV1TIWx0b5egM_9QW7sW0ssQH6nR0wpyvuXNGQjUnwDu3l6wvuJbF_SbF0FMJaF5IVMy1yCF3IYzqipyRhq6eS8P2PkDnEXytBArEMSZ1flqgOaERgm7wem3uCqm9zYbEsPcSQqnSF8iBSnolcSe85JzTlwgDM/s1200/1475525471-kQxE-U2101071113498mLG-1200x840@El%20Norte.webp" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1200" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPTtfendVLla25guDt8k5NDnPrXPjuHVV1TIWx0b5egM_9QW7sW0ssQH6nR0wpyvuXNGQjUnwDu3l6wvuJbF_SbF0FMJaF5IVMy1yCF3IYzqipyRhq6eS8P2PkDnEXytBArEMSZ1flqgOaERgm7wem3uCqm9zYbEsPcSQqnSF8iBSnolcSe85JzTlwgDM/s320/1475525471-kQxE-U2101071113498mLG-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Me he topado con textos en los que, ateniéndose a muy diversas razones, los autores aseguraban la pertinencia de la ingesta de la fruta en un orden opuesto al habitual, al principio de las comidas, con el estómago aún pendiente de llenar. También leí otros escritos que, tachando aquellas tesis de quimeras, defendían lo contrario: la intrascendencia del orden. En ninguno, sin embargo, se alegaba beneficio digestivo alguno en el hecho de rematar el menú ingiriendo alguna pieza de fruta. Habrá que indagar en otro territorio para encontrar la razón por la que tal orden gastronómico se trocase en costumbre. Dado que comer –además de una necesidad fisiológica, de marcar nuestros ritmos sociales y de sacralizar el sentido comunitario de los humanos– azuza el sentido del gusto, surte de una ingente gama de sabores; nuestros ancestros han gestionado la liturgia alimentaria consolidando el hábito de apartar para el final, para lo que viene detrás, lo 'postrerum', un bocado sabroso que habría de opacar los anteriores y permanecer en la boca durante un grato rato: el de la fruta. Hasta el propio idioma, en su retahíla de frases hechas con las que convierte en pildorillas el acervo de conocimientos, se sirve de «dejar buen sabor de boca» para definir la agradable sensación que perdura en el cuerpo después de una placentera experiencia. En paralelo, para expresar lo contrario, manejamos el «dejar un mal sabor de boca». Vaya, como si, en vez de un plátano, nos hubiéramos tragado una palada de arena. O dos, si nos referimos a este Pucela que, tras necesitar semanas para arreglar –y no me pregunten el cómo– el desaguisado de los cuatro míseros puntos en las cinco primeras jornadas, ha venido a encallar cuando parecía que los vientos le soplaban a favor. El calendario ofrecía a los blanquivioletas dos cierres de jornada, la doble potestad de saborear el postre, de ser parte del último partido, el que se disputa con el resultado de los rivales ya certificado. Una oportunidad si desde esa perspectiva, como fue, has podido otear los sistemáticos deslices de los competidores más señeros y, con ello, anular presiones añadidas. Pues nada, en vez de con el dulzor de la fruta, el Pucela esperará el retorno con el sabor del aceite de ricino que embadurnó las dos últimas rebanadas. Y muchas dudas, de juego y plantilla.</span></div><span style="font-family: arial;"><span></span></span><p></p><a name='more'></a><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El azar competitivo ha querido que su último rival haya sido un sorprendente Racing de Ferrol, sorprendente no por el alarde en este partido, sino por la trayectoria. Un lunes perdido en medio de octubre, tras terminar mi labor, bajé a El Tejadillo y me quedé prendado por el juego de un equipo menospreciado a priori por su condición de recién ascendido. En aquella jornada, la undécima, pese a su despliegue, acabó derrotado por el Levante, un presunto gallito también sobrepasado. Le seguí con más atención. De alguna manera, el Racing contesta a la eterna pregunta sobre si es mejor jugar bien y perder o hacerlo mal y ganar. Nos recuerda que insistiendo en jugar bien te acercas más al objetivo que habiendo ganado previamente sin tener claro el cómo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/joaquin-robledo-rebanadas-aceite-ricino-20231222204023-nt.html?fbclid=IwAR1QX1hQyg7kj6iaj8rsRocUkM28abEzOIK5omhjUVWGcPCIcghhP5qT4OY#vca=fixed-btn">El Norte de Castilla</a>" el 22-12-2023</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-73460438634362737222023-12-19T22:22:00.000+01:002023-12-21T08:53:43.357+01:00EL POLVO DE LA PERSECUCIÓN<p><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggAaIxNcliMOw-STc1aDhjF_vSJYX_4mLyYma5U_atAQsBNEUX-Fq6EDCOlkmM5uemA96FNr-p87fmuaL-oRfzJ7AiuIwsT4G-kYm8x8hVjWCDdjb2RRIClCN0r0W11YtPAGKF-ApLplFFH8JHjK1EzbgLNLnmxNv8bFDFeoaVBqIbDKO3vq5y-pPDlIc/s1200/iva-k94-U2101037664858hfF-1200x840@El%20Norte.webp" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1200" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggAaIxNcliMOw-STc1aDhjF_vSJYX_4mLyYma5U_atAQsBNEUX-Fq6EDCOlkmM5uemA96FNr-p87fmuaL-oRfzJ7AiuIwsT4G-kYm8x8hVjWCDdjb2RRIClCN0r0W11YtPAGKF-ApLplFFH8JHjK1EzbgLNLnmxNv8bFDFeoaVBqIbDKO3vq5y-pPDlIc/s320/iva-k94-U2101037664858hfF-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: arial;"><div style="text-align: justify;">Me encontré con 'Comanchería' por casualidad, por una decisión ajena, la del programador de RTVE. Cuando se proyectó en las salas de cine, esta película dirigida por David Mackenzie no fue capaz de atraer mi atención. Al toparme con ella en la web de la televisión pública, pinché más por curiosidad que por determinación; total, con idéntico esfuerzo podía dar por concluida la sesión. Media hora después, la huida hacia adelante a través de los desolados parajes del oeste tejano del par de hermanos Howard en pos del imposible retorno a un pasado inapelablemente pasado me mantenía absorto. No poca parte de la 'culpa' correspondía a una cautivadora banda sonora en la que, y ya era complicado resaltar, destacaba 'Dust of the Chase' –el polvo de la persecución–', de Ray Wylie Hubbard. La nostalgia, el desarraigo de un mundo que te abandonó, trasiegan las estrofas:«He caminado atravesando los verdes pastos de Dios bajo estos ricos cielos azules». La imagen se me presenta diáfana al observar al grupo del Pucela abandonar los verdes pastos del Estadio de la Cerámica: Allí, apenas ha transcurrido la eternidad de ocho meses, el Valladolid en Primera División se impuso al Villarreal. Ahora, algunos jugadores, cabizbajos, recordando en medio de la tormenta aquellos cielos azules, lamentan la derrota ante el filial del equipo entonces abatido. Ahora, a todos les indaga un '¿cómo pudo ser?', les urge una respuesta que no hallarán; cada uno sentirá un abatido lamento «estoy perdido en el polvo que levanta mi vida al huir».</div><span><a name='more'></a></span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Mañana, al alzar tímidamente la vista, serán conscientes de que el fútbol siempre concede revanchas, de que esta categoría traidora no acepta respiros, no respeta –no respeta porque apenas las considera– jerarquías. Constatarán entonces que en las tres jornadas disputadas en diciembre, tres citas de las que el Pucela tropezó en dos, los cuatro rivales que aparecían más próximos –por arriba y por abajo: Leganés, Espanyol, Sporting y Eibar– en la clasificación se han estrellado en las tres. Respirarán. No al modo del tonto que halla un consuelo auspiciado por el mal de muchos, no: valorarán el dato como una adecuada unidad de medida de la dificultad de esta longuísima travesía. Respirarán, aunque mirando de reojo a Racing de Ferrol, por próximo y por bueno. Mañana, entenderán que las revanchas concedidas por el fútbol solo adquieren valor para uno si es capaz de explotarlas. Lo que no ocurrirá si se empeñan en mostrar su peor versión –blandura defensiva, desactivación de la línea de creación, incapacidad para culminar el peligro generado– que acarreó una derrota tan imprevista atendiendo a la lejanía clasificatoria de los contendientes como esperada si nos atenemos a la idiosincrasia de un club acostumbrado a coleccionar petardazos predecibles por insospechados.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="font-family: arial;">La temporada continúa, la letra de 'Dust of the Chase' prosigue como escrita por cualquier aficionado al fútbol: «La paciencia es una virtud que no poseo». Aunque su apoyo resista como indica el título original de la película, 'Hell or High Water', –contra viento y marea–.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/joaquin-robledo-polvo-persecucion-20231219195121-nt.html?fbclid=IwAR3wS69036PR6h9NuF7p6_oXDO27w6XizV6FoEenQUcYoN9SfwE3fJUY4Uc#vca=fixed-btn">El Norte de Castilla</a>" el 19-12-2023</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-18573680680210761792023-12-19T15:45:00.000+01:002023-12-20T09:05:18.607+01:00PERMISO CONCEDIDO<p justify=""><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioYygQzL6jdnGkKMHaJa2ogQsZb4haeg265KFmUGamBvgMFZpS07fVA7QimPwnQdylXMHs1sMQxElDr1QOcAR72IDhZJLgYIkWoatBttp_TPtnac8xaq8Z06XjuEVRSfGfkgyEXMyChNtq8T8rgcsoH9aLePnGd6s1ncv6c0r1dUhesdwWwXA1sL2dJW8/s1200/1473873326-kNwD-U2101028107545hYH-1200x840@El%20Norte.webp" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1200" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioYygQzL6jdnGkKMHaJa2ogQsZb4haeg265KFmUGamBvgMFZpS07fVA7QimPwnQdylXMHs1sMQxElDr1QOcAR72IDhZJLgYIkWoatBttp_TPtnac8xaq8Z06XjuEVRSfGfkgyEXMyChNtq8T8rgcsoH9aLePnGd6s1ncv6c0r1dUhesdwWwXA1sL2dJW8/s320/1473873326-kNwD-U2101028107545hYH-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: arial;"><div style="text-align: justify;">Tiendo a justificar conductas cuando con ellas concurre que obré
de forma similar a la que en ese determinado presente centra la controversia.
Tiempo atrás, sea el caso, cuestionando el papel de los ejércitos, abogando por
una insumisión a los ‘deberes’ militares, me concentré ante la sede del PSOE;
incluso, para dificultar el desalojo, nos encadenamos en su interior. No
debieron ser pocas las veces porque cuando entré sin tal propósito -cuando
simplemente acudí para encontrarme con AE, con quien había quedado- la persona
de recepción, al verme, alzó el auricular del teléfono con la pretensión de
informar a la policía de una supuesta algarada. Lo hice; si me enorgullezco por
ello, no encuentro a priori argumentos para cuestionar que otras personas con
las que no comparto propósito actúen de forma similar.</div><span></span></span><p></p><a name='more'></a><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">A priori. Al menos hasta que, aguzando el oído, escucho
alguna velada amenaza, bien en ese mismo espacio de concentración, bien en boca
de los convocantes. Si alguien perorando suelta aquello de “estoy dispuesto a
derramar hasta la última gota de mi sangre”, mi intérprete mental se activa y
deja patente que es mi sangre y no la suya la que el sujeto está dispuesto a
derramar para alcanzar sus propósitos. Si algún líder expone la imagen del
presidente del gobierno colgado de los pies por una masa enfebrecida, mi
traductor indica que el orador está proyectando en el pueblo su deseo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Dudo entonces si los mismos hechos, idénticos retratos,
gestos aparentemente similares, planteados en momentos diferentes, emprendidos
en distintas circunstancias, ejecutados con desigual animosidad, pueden recibir
una valoración parecida o si, pese a la semejanza, no tienen nada que ver dada
mi certeza de que aquellos culminaban en sí mismos y estos se presentan como
plataforma de lanzamiento a no (o peor, sí) se sabe dónde.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Como efecto secundario, además, los manifestantes consiguen
que el gobierno al que cuestionan se sepa autorizado para obrar como le plazca porque
parte de la población reprime su capacidad crítica al asumir que la alternativa
es peor. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/opinion/joaquin-robledo-permiso-concedido-20231219002203-nt.html?fbclid=IwAR1RFbCX-BtEWjFVRD2WGMNDchUI75xyBhpxIno0O2ER71JyzvE5YWbfSvQ#vca=fixed-btn">El Norte de Castilla</a>" el 19-12-2023</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-63395295424938558542023-12-10T14:12:00.002+01:002023-12-11T12:41:29.395+01:00SAL, AZAR, Y EL AZAR SALIÓ CON EL 38<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbn3emgAPbw_DSq8wwhJi6duZfnrpE-34sbGS4PcHdYf7TkgvU2E1As2JtJk4RSjhDkcIuvOw5pdDYq_EEGTJ_p8FmU8CFYT0VW70YSj21t-luh4O7lh0TPYdMjCCC4swXp1bRi12lXF8Shs7XC6hTnc54fwQEVMzhRUPo6hqjZvc7dL3WdMVsIFEQQKM/s1195/1475034855-kF3E-U210946887517qkC-1200x840@El%20Norte.webp" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="836" data-original-width="1195" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbn3emgAPbw_DSq8wwhJi6duZfnrpE-34sbGS4PcHdYf7TkgvU2E1As2JtJk4RSjhDkcIuvOw5pdDYq_EEGTJ_p8FmU8CFYT0VW70YSj21t-luh4O7lh0TPYdMjCCC4swXp1bRi12lXF8Shs7XC6hTnc54fwQEVMzhRUPo6hqjZvc7dL3WdMVsIFEQQKM/s320/1475034855-kF3E-U210946887517qkC-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">A lo largo del siglo pasado, en nombre del desarrollo, la piqueta se ensañó con el patrimonio arquitectónico vallisoletano, con el de casi todas las ciudades españolas, pero de forma significativamente cruel con el de Valladolid, población donde un inventario de sus edificios históricos derruidos ofrecería la posibilidad virtual de pasear por un espacio que, siendo el mismo, resultaría absolutamente ajeno. De la misma manera, al patrimonio afectivo personal lo demuele el maldito tiempo con una piqueta que exhibe con fruición. Cumplida determinada edad, al caminar por donde se ha desarrollado la propia vida, el cuello gira maquinalmente y dirige los ojos hacia un sinnúmero de establecimientos que dejaron de ser; la imaginación entonces vuela para recrear escenas, para abrazar a los protagonistas que se alejaron, para añorar a los que de seguro ya no podrán volver. Desde el Rosarillo a San Miguel, desde cualquier punto de la calle San Blas, busco indefectiblemente 'El Pala', al Javi tierno y gruñón que una mañana otoñal del 96 colgaba la porra navideña en la que sorteaba una caja de vino, un jamón y, sobre todo, sobre todo pese a haber escrito 'jamón', un cuadro de Manolo Sierra. Me encontré la potestad de elegir el primero: «apúntame el 69». Javi sonrió picarón mientras me anotaba: «ya, ya». «Es el año en el que nací, malpensado de las narices». Tal vez no fuera 'narices' la parte anatómica aludida. Al día después, nada más entré, se me acercó discreto: «Joaquín, verás, no te importará –titubeaba trémulo– escoger otro número, es que una vecina que todos los años...». Le corté: «qué más da, como si algún número tuviera más posibilidades que otro. Ya que no el año, el día; nací un tres de agosto, ponme el 38». Como es de suponer, la lotería de Navidad volteó los números de aquel año 96: «yo qué iba a saber –se disculpaba Javi–». Desde entonces, el 69 tiene una deuda conmigo. El 38 se me quedó mirando con cara de tonto. Tampoco tenía la culpa, pero... Hasta hoy, que me ha resarcido. Gracias al acúmulo de bajas en la delantera, el escalafón le ha agasajado a Salazar con la posibilidad de jugar en el primer equipo. Su dorsal, efectivamente, el 38.<span><a name='more'></a></span></span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">A propósito del partido de Copa y ante la ineficacia de Cédric, entendí que Pezzolano habría de testar a un Salazar fogueado en contiendas de otro nivel; supuse, claro, que en lo venidero el Pucela habría de encomendarse a los hados. Planteaba entonces en un grupo de Whatsapp un juego de palabras: Salazar=sal, azar, y a ver qué pasa. El entrenador apostó al 38, el azar salió y pasó que consumó la remontada.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Antes, Juric alzó al Pucela al escalón del empate rematando de cabeza un saque de banda. Trajo a colación, también para los talluditos, la charla de Benito Floro 'La importancia del saque de banda en el fútbol de ataque'. La piqueta mediática madrileña pretendió abatirlo por ella mediante el escarnio. Por su apostura y su ademán de maestro de escuela, le trataron como a un Paco Martínez Soria con ínfulas. El de provincias sabía de qué hablaba.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/joaquin-robledo-sal-azar-azar-salio-20231209215944-nt.html?fbclid=IwAR1beafNKrGpYngjoGkt8gQMtKPk7bk1F6f6n2exynkmePqnnC5wVURuwfI#vca=fixed-btn">El Norte de Castilla</a>" el 09-12-202</span>3</p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-54174296079284499052023-12-05T23:30:00.000+01:002023-12-06T10:08:47.092+01:00RAZÓN DE ESTADO<p><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7OlbJInz3D1_3bJwwPjmhqw49zVKZzzNMxbFBei1u1sHoBB7I_jCR3eIlNEyZlO7OSdmqZ_lpeUmUVW4zgs7JSO8SDg1xyHVUm71pLK7h0sTq3a-nunUJ7SaiX6lsVkv_Zj_bwsCN-QNY7-vHk5-stPZfwFmg0pRXPZeILhgPKI6I9ulPoPW4jahnKvo/s1200/1474679000-kdYG-U2109150253345IG-1200x840@El%20Norte.webp" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1200" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7OlbJInz3D1_3bJwwPjmhqw49zVKZzzNMxbFBei1u1sHoBB7I_jCR3eIlNEyZlO7OSdmqZ_lpeUmUVW4zgs7JSO8SDg1xyHVUm71pLK7h0sTq3a-nunUJ7SaiX6lsVkv_Zj_bwsCN-QNY7-vHk5-stPZfwFmg0pRXPZeILhgPKI6I9ulPoPW4jahnKvo/s320/1474679000-kdYG-U2109150253345IG-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: arial;"><div style="text-align: justify;">Si de Manuel Fraga se apuntaba que le cabía el Estado en la
cabeza, no sería exagerado afirmar que en la testa de Kissinger se albergaba el
mundo entero. Desde luego, en sus más de veinte años de devenir político,
acaparando para ascender, ascendiendo para acaparar, dejó marcado su sello. En
plena Guerra Fría, en una etapa de vigor del poder de los Estados Unidos, logró
aplicar implacablemente su personal visión -un enfoque calificado con términos
como ‘realista’ o ‘pragmático’ que antepone el interés nacional inmediato a
cualquier otra consideración- a la política exterior estadounidense. Un interés
que se alcanza también por la fuerza, firmó de su puño y letra: “el más
poderoso prevalecerá”. Despliegan el mundo cual tablero en el que se establece
el juego. Las personas del común somos meros accesorios prescindibles.</div></span><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: arial;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Las necrologías se debaten entre sus indudables logros
diplomáticos y sus ‘realistas’ y ‘pragmáticas’ decisiones que provocaron
centenares de miles de muertos, apoyos a dictaduras o al derrocamiento de
regímenes democráticos. Las necrologías, no un tribunal en su momento. La
fuerza.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Kissinger sublimó el concepto ‘razón de Estado’, una excusa
utilizada para arrinconar restricciones éticas en pos de un presunto bien
superior asumiendo, faltaría, un mal menor, unos daños colaterales… Al final,
la historia enseña que las razones de Estado son las razones de los que tienen
en su mano el Estado, comerciantes de armas o vendedores de miedos incluidos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Su voz, ya sin poder institucional, buena muestra del
afianzamiento de su doctrina, mantuvo predicamento los siguientes cuarenta y
cinco largos años. Su letra lo mantiene. No extraña, al fuerte le interesa
imponer la doctrina en la que prevalece la fuerza.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Un relato apócrifo cuenta que Umbral, al ser preguntado por
su favorito al Nobel de Literatura, respondió con su seco vozarrón “a
Kissinger”. Ante la estupefacción del entrevistador, alegó: “si le han dado el
de la paz, podrán entregarle el de Literatura”. Si se lo hubiera propuesto…<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: arial;"> Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/opinion/joaquin-robledo-razon-estado-20231205002446-nt.html?fbclid=IwAR2dCbppf2XUv8ppZtq_z4dSvDfkLPFNJDaovOvZ3O9Tucn76D4L6ox7tGI#vca=fixed-btn">El Norte de Castilla</a>" el 05-12-2023</span></o:p></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-50100570205861380252023-12-03T21:00:00.001+01:002023-12-05T01:46:07.883+01:00ATONÍA, AFONÍA, AGONÍA<p><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieL8Sx4bB-DZZuWswkTHRmMLrbh9fmabP5GsCgs0iSeLH3lCVraKk_zqQvGCB2Rmqz7Bdoo-ybP6HabSZIddDP-ilQozkB80Mx3pwasXRj-khZ05Qg8bHX4rDBtqEMBDEC2UIiIg3lyWEntsXyJb41g4DR-WdEnuF2ekST0v-_5RZKkfPyixA4axswoys/s1182/1474791509-ks-U21090573679307G-1200x840@El%20Norte.webp" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1182" height="227" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieL8Sx4bB-DZZuWswkTHRmMLrbh9fmabP5GsCgs0iSeLH3lCVraKk_zqQvGCB2Rmqz7Bdoo-ybP6HabSZIddDP-ilQozkB80Mx3pwasXRj-khZ05Qg8bHX4rDBtqEMBDEC2UIiIg3lyWEntsXyJb41g4DR-WdEnuF2ekST0v-_5RZKkfPyixA4axswoys/s320/1474791509-ks-U21090573679307G-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: arial;"><div style="text-align: justify;">Nunca probé drogas de las catalogadas como duras. Al margen del contexto social en el que me desenvolví en las épocas más propicias para haberme despeñado por el precipicio –un entorno alejado de determinados ambientes marginales en los que se requerían dosis de heroicidad para retorcer el destino– la razón concluyente de mi constante negativa procedía de mi interior, del miedo que me provocaba a mí mismo. Intuía que, ante mi presencia, el 'prueba, que por una vez no te va a pasar nada' se trastocaba en falacia, el mendaz 'yo controlo' carecía de validez. Muestro una incapacidad absoluta para esquivar comportamientos adictivos. Por eso no compro más jamón del apropiado para comer de una sentada. Si adquiriese mayor cantidad, esta dejaría de ser 'apropiada' porque caería igualmente de una sentada. Por eso no me doy de alta –ni aunque me cedan la contraseña– en plataformas televisivas. Ni sabría por dónde empezar, ni mucho menos cómo terminar.</div><span><a name='more'></a></span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Por eso, cuando me contaron que existía el wordle, un seductor juego de palabras en una página web, dije que no. Me convencieron de que no había peligro con un argumento: hay límite, no se propone más que una palabra diaria. Y ahí ando cada día sin falta tratando de descubrir la palabra escondida. Una circunstancia que ocurre de tanto en vez me solivianta, sucede cuando he adivinado y colocado todas las letras menos una y, en el hueco por rellenar, varios grafemas, al conformar palabras con sentido, se postulan como candidatos. Atinar con la palabra se convierte entonces en un juego de azar. Mañana, sea el caso, a falta de un intento me topo con A_ONÍA. Imbuido aún por el arranque del partido del Pucela ante el Levante me planteo pulsar la 'T'. Una atonía de la que el equipo despertó dolorido por el bofetón recibido en el tercer minuto. Entonces, el ánimo saltó al campo. Rectifiqué, va a ser la 'F'. Una afonía que impedía gritar gol pese al dominio. Ni siquiera se cantó el que milimétricamente no subió al marcador. De repente, motivado por la defensa transparente previa al remate del segundo gol local, regresé a la 'T'. Qué falta de vigor el de Monchu en esa acción. En uno de esos días en que el mallorquín, epicentro por lo demás del juego pucelano, se acelera y se pierde en estériles emboscadas, no midió adecuadamente el espacio ni la intensidad que correspondía. El precio fue de gol.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">La segunda mitad me abrió una tercera posibilidad, la 'G'. Transcurrían los minutos y, pese al empeño, pese a las ocasiones, ni el Pucela revertía el signo del marcador ni el Levante certificaba la muerte blanquivioleta. En una jornada que se presentaba propicia, los rivales clasificatorios habían encallado, el Pucela quiso y envidó dos más: no solo regresó de vacío sino que encargó una plaza más en la enfermería. Un apunte menos en el mermado listado de efectivos de ataque. Sylla, recibido en silencio, inteligente, intuitivo, se ha convertido en la base del juego ofensivo. Su ausencia, de confirmarse, ha de pesar. Atonía, afonía, agonía.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/joaquin-robledo-atonia-afonia-agonia-20231203203703-nt.html?fbclid=IwAR2hzYeHA6-49PO8ffVAgLJPDpk6PgyLU5_T6V8BvoU_Wzk8_Y-0lBlNIak#vca=fixed-btn">El Norte de Castilla</a>" el 03-12-2023</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8854188240172410803.post-19771580019962653792023-11-26T09:36:00.000+01:002023-11-27T10:55:47.355+01:00ANTES TODO ERA MEJOR<p justify="" styletext-align:=""><span style="font-family: arial;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgF7TI3smzjUZ5k7cNRptwAbLxtoamArAS1iWeOE6So-eBYslooJ8QyEMRnKPELIZIEzf1k5ksqNi_BUU_QbLsOHngg6jtAP5j07eP5AGrDfLx5ykRtLDiPQcDWl9WM7zCoYPNwsMrNR4afyZ54ZizCRZg0TVjFFcGtFsjg0svNotTP-_ibm2b2y4nwKDQ/s1200/penalti-kPkH-U210832024693hRC-1200x840@El%20Norte.webp" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="840" data-original-width="1200" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgF7TI3smzjUZ5k7cNRptwAbLxtoamArAS1iWeOE6So-eBYslooJ8QyEMRnKPELIZIEzf1k5ksqNi_BUU_QbLsOHngg6jtAP5j07eP5AGrDfLx5ykRtLDiPQcDWl9WM7zCoYPNwsMrNR4afyZ54ZizCRZg0TVjFFcGtFsjg0svNotTP-_ibm2b2y4nwKDQ/s320/penalti-kPkH-U210832024693hRC-1200x840@El%20Norte.webp" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: arial;"><div style="text-align: justify;">En algún momento de la vida, síntoma nítido de que la juventud huyó por la gatera, se nos activa un chip en el cerebro que le incita a comparar cualquier hecho actual con algún otro suceso asimilable acontecido tiempo atrás. Se suceden frases encabezadas por 'antes tal' o 'antes cual' que, más que denostar el presente, pretenden resaltar un pasado cuyo principal valor consistía en la mocedad del disertador protagonista en ese 'antes' que rememora. En este sentido, escuché un chascarrillo que 'se non è vero è ben trovato'. Una octogenaria, incómoda ante lo que consideró una falta de respeto, espetó enojada el latiguillo 'con Franco se vivía mejor'. 'Claro –replicó su acompañante antes de soltar una mordaz carcajada–, no teníamos apenas obligaciones, nos invitaban a las fiestas, bailábamos y, sobre todo, no nos dolía nada'.</div><span><a name='more'></a></span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">De niño, cada vez que a un mayor le glosaba entusiasmado cualquier halago a un futbolista, este me argüía que jugaba mejor otro al que, por edad, nunca pude gozar. Si Arconada, Iríbar; si Migueli, Garay; si Juanito, Gento; si Zamora, Luis Suárez... Ahora ya no cabe una respuesta similar. Esta actualidad aporta un matiz distintivo frente a actualidades previas: la facilidad del acceso a imágenes almacenadas de ese pasado 'supuestamente mejor' y, con ello, la potestad de confrontarlas con lo que se vive en el momento presente. Yo no pude ver a Pelé, pero mi hijo sí disfruta con Maradona. Este inabarcable catálogo de imágenes también (me) sirve para fundar las comparaciones, para evitar que sea la impostora nostalgia la que se imponga. En este ámbito, disfruto rescatando partidos –enteros o resúmenes– de antaño. Más allá del diferente ritmo, una circunstancia me pasma: los encuentros actuales concluyen sin apenas alborotos en el campo: aquellos habituales apelotonamientos de jugadores –resultado de una previa entrada malintencionada, un insulto soez...– amenazando a los rivales, árbitros desasosegados tratando de imponer un poco de calma para poder reiniciar... Ahora nada. Me dirán ustedes que en el reciente Brasil-Argentina hubo jaleo; cierto, a un Brasil-Argentina, por nuevo que sea, le atraviesan vetas de fútbol viejo, de pasión. Una pasión que, de existir, se esconde en un frío desempeño profesional que no responde provocaciones.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Todo se ensaya, nada, bajo riesgo de perjuicio, escapa del guion. Hasta las protestas forman parte de la partitura. Y, por supuesto, la presunción y el orgullo no encuentran acomodo. Verán: Álvaro Fernández, portero del Huesca, desvía al poste el penalti (ay, si nos lo pitan en contra) lanzado por Monchu. El rechace propicia un segundo remate del mismo jugador y el gol. Fernández, dos segundos después, con la certeza de su brillante intervención, con la cabeza maldiciendo el infortunio, se incorpora raudo para negar al árbitro su propio mérito (de no mediar ese palmotazo al balón el gol sería inválido). ¡Qué tiempos! Se lo digo yo que le hice saber a un árbitro que se equivocaba señalando fuera de puerta. 'Fue córner', le apunté con gesto discreto. Con la parada que había hecho, faltaría...</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Publicado en "<a href="https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/joaquin-robledo-era-mejor-20231125181336-nt.html?fbclid=IwAR2yQtB2kXOVAcui4Mzf9WC5VzBr7TO6NzGY6W4q9Vrnlk_axQzToIdZhiw#vca=fixed-btn&vso=rrss&vmc=fb&vli=realvalladolid">El Norte de Castilla</a>" el 25-11-2023</span></p>Joaquín Robledohttp://www.blogger.com/profile/08433674735560822575noreply@blogger.com0