De forma recurrente emerge una
controversia referida a la lectura y su poder para aderezar, siquiera
regenerar, la condición humana de las gentes que leen; para elevar el rango de
estas un peldaño respecto a quienes apenas han abierto un libro. Ha vuelto a aflorar,
al menos en el ámbito de las redes sociales, tras la sentencia/acusación de una
afamada de este espectro reticular: “No sois mejores porque os guste leer”.
Al escuchar veredictos tanto análogos
como antagónicos, mi cabeza bulle de forma similar a los momentos en los que se
autopropone pleitos sobre una pretendida superioridad moral de la izquierda (o,
en paralelo, de una determinada derecha depositaria de valores
comunitarios). Entiendo que leer aumenta
el potencial de desarrollo humano; que meditar, y aun estimar coherentemente el
jugo de las reflexiones, propicia avances en nuestras sociedades. Pero también
repaso las innumerables personas que, desde mi madre hasta mi compañero de
habitación en el hospital, sin catálogo de lecturas, sin necesidad de
erudición, sin presumir de comportamiento, esparcen bondad, difunden
generosidad y regalan compromiso. Tal vez porque han sido capaces de comprender
el mundo desde su mundo; porque desde la sencillez del día a día, entiendan o
no a Nietzsche o Kant, hayan oído o no estos ilustres apellidos, han adquirido
una visión global, porque sus miradas integran ciclos completos: desde el
preparar la tierra al segar; desde el nacer hasta el morir. Porque aman. Porque
quieren.
En estas, siempre recuerdo el final
de la película de John Frankenheimer ‘El tren’. Un oficial nazi, despechado
después de que la Resistencia frustrase el expolio de patrimonio artístico
francés, pretende ofender al líder partisano reprochándole que no era ni capaz
de comprender el valor de lo recuperado.
Resulta incuestionable que la miseria
genera miserables, pero individuos de esta especie brotan, también, como por
generación espontánea pese a que les atavíe el dinero, pese a que se recreen en
las fabulosas historias relatadas por escrito.
Interrumpe el debate de la lectura un titular de prensa: "Sorprenden a un niño de 12 años con un revólver, cartuchos, droga y... un libro de Pablo Escobar": se hará mejor.
Publicado en El Norte de Castilla el 9-09-2025