lunes, 22 de diciembre de 2003

RECUPERAR LA POLÍTICA

Engañados por aquella película del maestro Kubrik, todos creemos que el atraco perfecto es aquel que se lleva a cabo sin dejar rastros que puedan delatarnos, pero eso hoy es nada comparado con el ideal de expolio: que la víctima no se entere e incluso sea feliz sin lo despojado. Tal es así con la política. A la par que celebramos la democracia, hasta el punto de exportarla con la fuerza si es menester, nuestros bolsillos se vacían de la posibilidad de participar en la vida pública. Algo que ayer exigíamos, se ha escapado. Y no es casualidad. Ni viene de cerca.
La convivencia, cualquier convivencia, teje su día a día con una suerte de hilo de dos colores: normas y  prácticas. Unas normas de las que seamos partícipes y unas prácticas que se adquieren con experiencia democrática y pedagogía. A falta de la experiencia, tras cuarenta años de marasmo dictatorial, un gobierno pretendidamente de izquierdas podía haber aprovechado la impetuosa ebullición social para crear unas redes de participación ciudadana que nos hubieran acercado al verdadero sentido del término democracia más allá del votad y dejadnos hacer que llevaron a cabo. Podían haber extendido una cultura del diálogo entre las organizaciones políticas y entre éstas y la sociedad articulada, pero confundieron el sentido de sus abrumadoras mayorías. Podían haber construido un partido en el que cupiesen legítimas discrepancias pero urdieron una organización monolítica de culto al líder y “el que se movía no salía en la foto”. Podían...

domingo, 21 de diciembre de 2003

CUENTO DE NAVIDAD

Una derrota pudo ser el detonante. El ánimo, ese chófer borracho, me acercó a un brumoso paraje donde la niebla mortificaba mi espíritu con juegos visuales. Los mitos históricos del club, inaccesibles a mi memoria, trenzaban un juego rebosante, exquisito, procaz, voluptuoso... con el que otros, en otros tiempos que nunca fueron, se solazaron como yo no puedo gozar ahora. La envidia creó una desazón que tiñó de azabache al rojo de mi sangre. Ya no era capaz de recrearme en ese pasado sólo torturarme con las caras de quienes me arrebataron ese milagro. 

miércoles, 3 de diciembre de 2003

DE NACIONALISMOS Y FRONTERAS

Ayer, con la compra de este periódico, se regalaba un ejemplar de ese texto redondeado con el compás del miedo de unos y otros, de otros a unos: la Constitución del 78. Así, ojeada y hojeada, no parecía más que un contrato social moralmente superior al régimen cuartelero precedente. Pero es una trinchera. Si sus renglones fueron alguna vez refugios de concordia, lejano queda el día.
Hija de su tiempo, la Constitución no debería ser más –ni menos- que un texto articulado que traza los ejes de la organización de este tapiz de cuatro esquinas que llamamos España. Hoy, este esbozo de nuestra voluntad de vivir en paz, es un arma cargada de pasado. Fea se ha puesto la tarde; entre sus acérrimos enemigos y sus defensores a ultranza la han colocado en un brete. Los unos sueñan abatirla al abordaje, los otros se encastillan en su inmovilidad. Y ninguno la lee al completo. La han convertido en un fetiche. Han reducido interesadamente la porfía al mínimo común divisor de sus aspiraciones oníricas. Han sometido el valor de la Constitución a una discusión agraria sobre lindes. Fronteras que traza la historia a sangre y fuego. Para todos ellos la Constitución es, sin más, España, usurpadora madrastra o amantísima madre.
El veneno del nacionalismo ha embutido el debate en la ilógica de unos apriorismos surgidos de artificios insostenibles racionalmente que idealizan mitos de vetustas arcadias felices o de esplendorosos pasados imperiales,  “utopías compensatorias de  las frustraciones de las clases populares propuestas por élites que obtenían de ello beneficio político” en palabras de Álvarez Junco. En este terreno no puede haber lugar para el diálogo civilizado. Los parámetros tribales se contraponen a los análisis de vertebración territorial que nos permitan avanzar por los tortuosos senderos del progreso social. 
Los nacionalismos disgregadores de Cataluña y el País Vasco dibujan nuevas fronteras de viejas historias, de las mismas viejas historias con que el nacionalismo español urde el tejido de su indisolubilidad. Los primeros ven en la Constitución la rémora de sus anhelos, no les vale; la otros pretenden blindarla de la erosión provocada por la inexorable corriente de los cambios sociales. Como San Pablo, tras el topetazo divino de aquel día que se cayó del caballo, han cejado en su empeño perseguidor para convertirse en sus demiurgos.
A punto de cumplir veinticinco años es hora de reparar en esos capítulos olvidados de la Constitución que hablan de derecho al trabajo o a la vivienda. Contingencias olvidadas bajo chapapotes fronterizos. 


miércoles, 26 de noviembre de 2003

NOTIZIA, NOTICIAS; MENTIRA, SILENCIOS

Como en los pueblos antaño asolados por una riada, hemos esculpido en oro las letras de una lápida “hasta aquí llegó la baba de la cortesana España el día de todos los santos de 2003”. Una vacua obra hagiográfica transmitida en directo hasta la náusea torna en “modernez” lo que no es más que el estertor del antiguo régimen: el anuncio de boda del hijo y heredero de un monarca. Un oxímoron esto de la monarquía moderna. Una reliquia sin más peso que el de una bandera ha compuesto unas notas más de su réquiem bajo el empalagoso disfraz de unos novios aparentemente dichosos. Del Imperio del Valle del Nilo hasta ayer, del monarca dios al monarca símbolo, se ha escrito una historia que el tiempo ha de enterrar en sus anales.
Mientras ese día llega, no puedo sustraerme de los hechos, hay que hurgar en sus tripas aunque el hedor sea vomitivo. Entre las miles de páginas publicadas sobre el heredero y su boda ni una sola plasmaba un análisis riguroso acerca del sentido –o la falta de él- que hoy tiene la monarquía. Con calculada pericia nos han despojado del verdadero debate sustituyéndolo por un falaz (y mediatizado por la fuerza de los hechos) Letizia sí, Letizia no. Las dos Españas de hoy son el “Hola” y el “Tómbola”, el corazón y las heces. Legiones de monárquicos, pelotas y buscavidas escudriñan el pasado de una persona cuyo único mérito para asumir papeles de representación de un estado es haber sido designada por el corazón o la testosterona de un príncipe.

sábado, 8 de noviembre de 2003

CUMBRES EN EL SUBSUELO

Un español mesetario esconde una pelota, intentan arrebatársela un holandés errante y un francés negro zaino, un italiano equivocado desplaza el balón, éste termina en los pies de un argelino crecido en un arrabal marsellés que marca un gol a un argentino despistado. No sé si eso es interculturalidad, multiculturalidad, globalización o una ruina táctica “armonizada” por un nasón catalán y un aquiescente castellano. Ese instante define con precisión quirúrgica al espectáculo surrealista previamente presentado como cumbre futbolística europea (quizá porqué pretenden repartir el pastel entre dos o por el desprecio implícito que supone para los demás equipos, para los demás partidos o porque creen que son dueños del futuro y los que protestan nunca les serán alternativa) y que más bien fue un duelo decimonónico en el que dos viejos aristócratas, tras noventa minutos de ficticia pelea, asumen que el laurel ya no les pertenece, que sus floretes, lejos de pretéritos brillos, rezuman oxido y que el único daño que pueden infligir al enemigo es un esguince de tobillo si éste se tropieza. Son dos murciélagos que vuelan ciegos en un viaje a la nada. Uno está muerto, el otro agoniza. Carne para los leones. Tras los muros de hormigón que impusieron se oyen voces, unas gritan Betis, otras Valencia, otras Depor. Los dinosaurios las desprecian por no alzarse unísonas, no comprenden que todas nacen del mismo sueño: aquí jugamos todos o no juega ni dios.

lunes, 22 de septiembre de 2003

REAL CASA C.F.

A punto de cerrarse el plazo para la confección de las plantillas, el Real Casa está a punto de realizar su último fichaje por esta temporada. Los recelos que despierta entre la siempre maleable afición han pospuesto la firma del millonario contrato. Unos no creen que se adapte a las necesidades del equipo, otros que se debería apostar por la cantera nacional, algunos que no aparecen títulos en su currículum e incluso se oye que la responsabilidad del equipo cuando se retire el actual capitán no debería caer en quién caerá sino en quién nació antes ocupando así Marichalar el puesto del futuro fichaje. Por el contrario los que defienden tal contratación argumentan que viene avalado por el jugador del equipo con el que compartirá habitación y la decisión corresponde a los técnicos ya que las aficiones se guían más por el corazón que por la cabeza. Lo único cierto es que la, hasta ahora, creciente afición del club ha surgido de los éxitos aparentes del equipo y que, por su evanescencia, una racha de mal juego puede que pueble las gradas del equipo rival: el Atlético República. 

jueves, 18 de septiembre de 2003

RESPIRASTE LIBERTAD

Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado”.  Cuando el estómago aglomera el dolor presente a mi pluma sólo le queda como recurso recurrir a mis clásicos y recordar.



En el taller, un recorte de prensa que narraba aquellos goles al Madrid de Lasala, Juanco y Coque que condujeron al Valladolid a la final de Copa, en la mesilla el calendario de la nonata liga y en la buhardilla la primera cabecera de “El País”. Gozar con el fútbol  y respirar libertad sin que la hubiera.  Un virus criminal no permitirá que tu nieto mame bondad viajando por el norte de España conociendo gentes y sufriendo, a fuerza de costumbre cada vez menos, con los goles encajados por el Pucela. Me queda el consuelo de que nada se pierde, en el aire quedas y tu rebeldía emana de tu memoria. Memoria viva. Lucharé por ser libre y disfrutaré del fútbol. ¡vaya que sí!. Tú te despides como Miguel Hernández: “Adiós hermanos, camaradas y amigos, despedidme del sol y de los trigos”.

domingo, 7 de septiembre de 2003

CELOS

Los futbolistas tienen hipertrofiado el sentido de la competitividad. Su esencia es competir y la en la competición eyaculan salvajemente tras un deseo convertido en adicción y que ha sido indisimuladamente estimulado. Aquí radica la respuesta a las preguntas que nos hacemos todos. ¿Qué necesidad tiene un futbolista de imponer una mejora en un contrato que hace bien poco fue revisado al alza?, ¿por qué es capaz de peregrinar haciendo perder calidad de vida a su familia por un incremento en las cifras de su contrato? El simple aumento no es respuesta convincente cuando nos acercamos a montos que, muchos de ellos, son incapaces de plasmar en un papel. Asocian, no sólo verbalmente, el cariño y el reconocimiento del club al que rinden sus servicios con las cantidades de su contrato. Más que la cuantía les preocupa la comparación con el sueldo de su compañero-rival. Tantos millones son pocos si alguien gana más. Los celos entre “estrellas” nunca estuvieron ausentes del orden del día de cualquier club.  

lunes, 1 de septiembre de 2003

NUEVO CURSO

Con el rugido de los motores de un millón de coches resuena el esbozo de un re-inicio, esos trazos difusos con los que se perfila un curso que en todas las mentes se aventura como feliz y que mes a mes se tiñe de más de lo mismo, de círculo vicioso, de dejà vu. Es un perpetuo, inmarcesible y pertinaz astillado de nuestras vidas esperando a un Godot, persiguiendo a un futuro perfecto que nunca llega. Y mientras, competimos, consumimos y permitimos hacer.
Septiembre es el primer mes del año real, los días se decoloran y muestran el paisaje herrumbroso de una jornada laboral. En agosto hablamos de nosotros mismos como si fuésemos una plantilla de fútbol “he aprovechado el verano para descansar, para renovarme, para prepararme, para afrontar con garantías la próxima temporada”. Pero septiembre es el pórtico al frío invierno, al abrigo, al hielo. Unos días de falso sol, de ferias y fiestas son el frontispicio; el lado externo de una puerta condenada a permanecer tercamente cerrada los próximos once meses.  Once meses dejando jirones de existencia en la fábrica o en la oficina para insatisfacer tanta estupidez creada artificialmente y llamarlo realización. Ya hemos perdido; hemos organizado nuestras vidas para el trabajo, guarderías para aparcar al niño mientras trabajamos, asilos para almacenar al viejo improductivo, planes de estudio que forman empleados dóciles, ciudades para que el coche nos conduzca a la fábrica y al comercio. Sin espacio, sin tiempo... sin alternativas. Vendimos nuestra libertad a la empresa a cambio de un salario. Vendimos nuestra libertad.