lunes, 18 de abril de 2011

Justicia divina

A veces Dios castiga a los malos de la forma más cruel: dándoles la razón a sus argumentos pero impidiéndoles conseguir sus objetivos. La corriente dominante impele a conseguir los objetivos al precio que sea. A priori, y al margen de cualquier análisis ético o estético, puede tener sentido aquella consigna 'si pretendes algo no pares hasta conseguirlo, caiga quien caiga'. El problema empieza cuando se defiende la habitación destruyendo la casa. Y la morada común es el fútbol.
En la segunda mitad de los años ochenta, el fútbol italiano era el más pujante, el que conseguía mejores resultados y, como si fuese una pasarela, por allí desfilaban las estrellas más rutilantes del firmamento. Las demás ligas se alimentaban de las sobras.

miércoles, 13 de abril de 2011

Palabras humanas para divinapalabra

Entrevista realizada por Irene Salgado para su blog divinapalabra.




Joaquín Robledo es coordinador provincial de Izquierda Unida en Valladolid desde 2008. Hasta entonces era el responsable de comunicación del grupo político. Actualmente compagina su labor en el partido con una faceta más “periodística”: dirige el programa de radio “Mejor póngame un café”, de www.radiocastillayleon.com . Ha concedido esta entrevista a Divina Palabra, para despejar dudas sobre la candidatura de IU a la alcaldía de Valladolid en las próximas elecciones del 22 de Mayo.

¿Qué objetivos pretende alcanzar IU en estas elecciones municipales?
Personalmente pienso que los objetivos políticos de una fuerza que se dice transformadora tienen más que ver con los cambios sociales que políticos. Obviamente unos suelen ir ligados a los otros pero no necesariamente.

domingo, 10 de abril de 2011

Felicidad y fechoría


La convicción es una forma refinada de autoengañarse. Ese exceso de fe sobre las posibilidades de uno mismo o esa certeza infundada de estar destinado para fines superiores por algún ignoto designio, surte, a veces, de algún efecto que puede ser positivo. La sugestión es uno de ellos. Despreciando nuestros propios límites somos capaces de llegar más lejos de lo que nuestra capacidad, a priori, nos permite. Esa creencia, en casos de grave enfermedad, ha tenido poder terapéutico.

De la misma forma, cuando la realidad no se compadece con el deseo que genera la convicción, se pierde la razón y se buscan culpables que justifiquen el desacuerdo. Aparecen las prisas por revertir la situación, el miedo a ser perseguido y la sensación de ser la diana donde clavan los dardos de una conspiración.

Las prisas impiden actuar con naturalidad y evitan que podamos articular todas nuestras posibilidades. La razón pierde su sentido y cualquier plan se ahoga en las turbulentas aguas de la precipitación, máxime cuando el rival, consciente de esa debilidad, convierte en mina cualquier agujero. Los fantasmas son los dibujos que representan al miedo, el enemigo infundado que aparece en nuestras pesadillas para robarnos el juguete que consideramos nuestro, invadir el territorio del que nos creemos dueños o quedarse con nuestra pareja. La confluencia de esos miedos nos hace sentir el ombligo de una conspiración lo que degenera en paranoia. En fútbol, el enemigo universal que justifica cualquier fracaso se llama federación y se encarna en forma de árbitro. El enfermo que sufre todos estos síntomas es el Celta. La hinchada viguesa arrancó el partido gritando: «¡Qué sí, joder, qué vamos a ascender!» y pasó, sin solución de continuidad, a entrar en una guerra ficticia contra un rival que no era el oponente. El equipo, como marca el termómetro de su afición, vive y juega aparatosamente porque en un ataque de convicción llegó a verse en Primera División y, ahora, cuando el hilo se quiebra, se rompe su sueño y culpa al despertador. Decía Woody Allen que el hecho de ser paranoico no implica que no te persigan, no digo yo que el Celta no tenga parte de razón en sus quejas pero media un abismo de ahí al estado de ánimo en que se encuentran.

lunes, 29 de noviembre de 2010

MODESTO Y CHECHU MULERO

La fría guillotina sigue expuesta en la plaza pública, la cuchilla aún permanece sujeta a la cuerda pero el verdugo espera la orden. La decisión lleva semanas tomada y el ejecutor espera el momento propicio. El pueblo, parte de él, pide la cabeza del propio rey pero este, en su afán de supervivencia, querrá aplacar el enfado popular y buscará ganar tiempo entreteniéndole con una decapitación. Antonio Gómez es el reo. Sobre su cuello se balancea el gélido aliento de la muerte. Su única esperanza es que se aplace una semana la ejecución y se produzca el milagro de la multiplicación de los panes y los puntos que conlleve el indulto. Difícil, visto lo visto, no sé si lo uno pero seguro que lo otro. Eso suponiendo que no prefiera la muerte al sinvivir de vida que es servir a un monarca que paga sus inseguridades en cabeza ajena.

lunes, 8 de noviembre de 2010

DEFENSA DE LO PÚBLICO

Los que ya tenemos una edad nos acordamos de aquella serie que respondía al nombre de Fama. La Fama cuesta decía la entradilla de cada capítulo. Pues bien, los empresarios dueños de los centros privados debieron ver la serie y se les clavó el estribillo. Porque su preocupación está más en labrarse buena fama que en otra cosa. ¿Quién defiende, sin embargo, a la enseñanza pública? La enseñanza es un derecho arrancado, como todos, tras años de esfuerzos de quienes fueron antes que nosotros. Pero todo derecho se defiende o se pierde. No podemos permitir que la enseñanza pública vaya devaluándose en detrimento de la privada y/o la concertada. Para ello hemos de ponerla en valor, darle fama. Y la fama es la suma de dos elementos: calidad y exposición pública. Para darle más calidad es imprescindible el incremento de los medios pero también creerse el valor del trabajo de todas las gentes implicadas y llevarlo a cabo. La labor de todos redundará en el beneficio colectivo: hemos de exigirlo y exigírnoslo. Pero además hemos de exponerlo para que sea más reconocido. Sabemos que luchamos contra gigantes ya que vivimos en una sociedad aún acomplejada tras largos años en los que el estudio era un privilegio por quien lo recibía y por quien lo impartía. Pero ese privilegio ya no es tal y nos corresponde reforzar las enseñanzas cada uno desde donde esté. La enseñanza privada es un pulpo con mil tentáculos y con un dulce en cada uno para atraer. Sabemos sus artes de seducción en las primeras enseñanzas, son décadas de experiencia. Pero en las enseñanzas superiores no se quedan atrás. Son unas recién llegadas pero han aprendido rápido. Malo es para la enseñanza pública pero si además cuentan con el beneplácito de esta pasamos de tumor a metástasis. El que se les permita exhibir su  dotes seductoras en los institutos públicos de enseñanzas medias es dejar a las zorras cuidando las gallinas. Si apostamos por unas enseñanzas públicas de calidad lo hemos de hacer con todas las consecuencias. Reivindicar y trabajar por esa calidad que nos permita sacar pecho y hacer valer ese activo que una sociedad no debe perder: la capacidad de acceso al conocimiento de toda persona, cualquiera que sea su origen. Si horadamos el cimiento derribaremos el edificio ante el beneplácito de los que anhelan ese solar.

POR LO QUE DICE Y POR LO QUE HACE

Es un bocazas, pero es un buen gestor. Y ha dejado el centro de la ciudad precioso. Este es el mantra que se repite con asiduidad cuando el nombre del actual alcalde de Valladolid sale a colación. Visto así parece que estemos ante una balanza que dispone a un lado una supuesta mala educación (o incontinencia verbal, o como lo quieran llamar) y la contrapesa colocando en el otro platillo unas supuestas bondades como gestor. No hay duda de que esta imagen ha calado en una buena parte de las gentes de Valladolid y en estos reales se asienta el alcalde cuando hace gala de alguno de sus habituales enfados. Pero la realidad tiene poco que ver con esta imagen tan arraigada. Sus salidas de tono son la cortina en la que esconde su mala gestión. Consigue que nos fijemos en el paño, que discutamos sobre la calidad de su tela, pero que alejemos la mirada del vacío que hay detrás. La buena gestión de la que hace gala es no es más que un espejismo que en breve, por desgracia, no sólo se pondrá de manifiesto de forma más evidente, sino que empezaremos a sufrir sus peores consecuencias.

jueves, 28 de octubre de 2010

Fabricar de cuatro o pedalear sobre dos (ruedas)

En aquellos tiempos en los que el poder de los medios audiovisuales era menor, el éxito se conseguía tras muchos años de ímprobo esfuerzo. Hoy, la repercusión mediática permite que una anécdota se convierta en categoría o que se eleve a los altares de la fama (que no del prestigio) a una horda de iletrados. En aquellos tiempos, no hace tanto, había que dar muchos pedales para sobrevivir. En estos, comprar un solomillo en mala hora puede convertirte por un tiempo en referente imprescindible de los noticieros. Y es que, para muchos, José Luis López Cerrón no es una de las personas que más ha aportado al ciclismo, primero como corredor, posteriormente como mentor y director para terminar organizador de eventos. Es, simplemente, ese señor que llevó el solomillo con clembuterol a Alberto Contador. Sin embargo hay muchos kilómetros detrás.

miércoles, 25 de agosto de 2010

DE SOCIOS A CLIENTES

Hace algunos años, viniendo de Madrid,  coincidí en un tren con una mujer algo mayor que yo. Ella llevaba buen tute, venía de Huelva, y tras tantas horas de viaje tenía ganas de hablar. Yo –para variar- no tenía menos, así que nos dispusimos a darle a la sinhueso. Me contó que viajaba a Bilbao para celebrar, con un concierto, el ‘nosecuantos’ aniversario de la banda en la que, cuando era más joven, tocaba. Saltó el chip de mi curiosidad, por generación tenía que ser una de esas bandas de principios de los ochenta, y le pregunté cuál. Con su respuesta llegó mi sorpresa (los que ronden mi edad lo entenderán, los más jóvenes que busquen por internet). Compartía vagón con una componente de Las Vulpes. De aquella conversación me quedó grabada una frase: Entonces había censura pero éramos osados porque sabíamos que estábamos derribando el muro, íbamos a ganar;  hoy, aparentemente, no la hay pero los intereses comerciales imponen la peor censura de todas las especies: la que uno ejerce sobre sí mismo, hemos perdido sin librar, siquiera, batalla.