Grecia, la mayoría de sus habitantes, no vive sus mejores días. Parece que cada circunstancia es una nueva losa sobre las espaldas de un pueblo abatido. Hasta las casuales: cuando más necesarias son las voces de esas personas cuyos ojos son un bisturí, fallecía hace menos de un mes el director de cine Theo Angelopoulos. Como la ficción es hija de la experiencia, y esta se nutre de lo que conocemos, siempre va detrás de la realidad. El cineasta pudo encontrar en su muerte el argumento para hilvanar uno de sus guiones. Él, que había indagado sobre los resortes del poder, que había denunciado cómo los poderosos endurecen las formas cuando se sienten más débiles, murió al ser atropellado por la moto de un policía mientras se encontraba rodando una película.El cine de Angelopoulos levantaba pasiones en ese grupo de personas que presumen de paladar. Sin embargo, no atraía a multitudes porque su estilo narrativo era ‘excesivamente lento’ y las escenas no seguían un orden cronológico.
De repente una mañana, nada más levantarte, miras por la ventana y ves la fachada del edificio de enfrente por primera vez en nueve días. El sol luce majestuoso, te animas y sales a la calle habiendo dejado la bufanda en el armario, hasta que pones el pie en la calle, resoplas y decides subir a por la bufanda, los guantes y el gorro. La niebla ha levantado pero sigue siendo invierno. Desde esa misma ventana pudiste comprobar que el día había amanecido refulgente con un gol por la escuadra. Poco precaución sembraba en ti un fenómeno atmosférico llamado Alcorcón, menos tras haberte deleitado saboreando esos rayos de luz que, tras atravesar el cristal, acariciaron tu cara.
Pero seguía siendo invierno. Lo supiste cuando un golpe de viento seco y frío te hizo recordar tantas otras veces en que los deseos tuvieron más fuerza que la realidad y, tantas ganas tenías de dejar ropa en casa, confundiste un rayo de sol con una mañana primaveral. Porque no era una ventisca pasajera, ni llegaba sola, en su soplar había arrastrado negros nubarrones con los peores presagios.