sábado, 21 de abril de 2012

El milagro absurdo de Felipe Neri

Aunque nació en Florencia, San Felipe Neri adquirió el reconocimiento de apóstol de Roma, ciudad en la que inició el movimiento que posteriormente, tras una bula promulgada por Gregorio XIII, se convertiría en la Congregación del Oratorio cuya principal peculiaridad consiste en que sus miembros no están sujetos a voto alguno. Cada uno de ellos pretende, sin más y no es poco, acercarse a la idea originaria de su fundador. En su origen, los primeros seguidores del santo dedicaron sus esfuerzos a la formación de los más jóvenes con el firme objetivo de salvar sus almas.
De los jugadores del Villarreal B no sabremos si salvarán su alma pero se asemejan a los ‘oratorios’. Siguen a pies juntillas los ideales futbolísticos originarios de su club y que han sido el vértice de un éxito que ya dura una década. De cada uno de ellos podemos ensalzar un buen número de virtudes pero están tan pendientes de su brillo individual que no asumen el compromiso colectivo que supone el voto en los miembros de cualquier orden religiosa. O en eso o en la falta de mordiente de quien no ha tenido tiempo de retorcer el colmillo se puede atisbar una explicación a un partido incomprensible por su asimetría pues mientras en la primera mitad los pipiolos amarillos vivieron en su área y mostraron su liviandad defensiva, en la segunda mostraron su impericia para crear peligro en la rival. A nadie le hubiera sorprendido un cero-cuatro al descanso de la misma manera que nadie se habría mostrado perplejo si al final del partido el marcador hubiera señalado un empate. Los del filial fueron protagonistas de un milagro tan absurdo como el que nos descubre Enric González en ‘Historias de Roma’ y que atañe al propio Felipe Neri quien en marzo de 1583 resucitó a un joven de una de las familias más ricas de la ciudad, pero Paolo, que así se llamaba el exmuerto, prefirió el estado de postración y volvió a morirse. 

jueves, 19 de abril de 2012

ARROJO PIDE EL POETA


¡A la calle! que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.

Estos versos que están arrancados de España En Marcha, de Gabriel Celaya. Siempre se entendieron como el fin de una arenga en la que se reclamaba dejar la comodidad de la casa y pisar el asfalto uniendo esfuerzo al de otros. Digamos que se leían en el sentido literal, donde el poeta escribió calle, se leía calle. Pero leídas y releídas, saboreadas y deglutidas, en cada letra hay un grito que reclama valentía y superación, en las más difíciles acepciones de ambos términos. Pide el poeta que se elija fracasar, si hay que fracasar, pero habiéndolo intentado. En esencia, que no esperemos, que vayamos a buscar. Solo en este contexto tienen sentido versos posteriores: “digo que seremos mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo”.

domingo, 15 de abril de 2012

Como vacas sin cencerro

Salvo un puñado de entendidos, lo habitual es desconocer la mayor parte de la producción cinematográfica de países ajenos al propio. A lo sumo podríamos apuntar el nombre de un representante en el que encarnamos todas las características. Así, es fácil que alguno pretenda reconocimiento hablando del cine iraní cuando solo ha visto alguna película de Abbas Kiarostami o del cine colombiano y Sergio Cabrera. Pues bien, siguiendo el mismo patrón, fuera de nuestras fronteras asocian cine español y Pedro Almodóvar. El manchego, que genera en suelo patrio un debate sin matices, tiene una virtud indiscutible para admiradores y detractores: es capaz de transmitir el dolor que sufren los protagonistas y, mientras, hacer que los espectadores rían. Una de las escenas que mejor muestra esta paradoja la podemos encontrar en “La flor de mi secreto”, cuando con una sola frase Chus Lampreave realiza un diagnóstico preciso a su atribulada hija, una afamada escritora de novela rosa atada por contrato con una editorial pero que, por diversas circunstancias de índole personal, no puede cumplir. Esta le desgrana a su madre la situación, ella no comprende lo concreto, sus mundos nada tienen en común, pero atina plenamente en lo general: «Qué pena, hija mía, tan joven y ya estás como vaca sin cencerro...».

domingo, 8 de abril de 2012

LLUVIA DE GOLES

Por mucha globalización que nos hayamos echado a la espalda, y la crisis lo está poniendo más si cabe de manifiesto, seguimos necesitando que el ámbito social en el que vivimos nos proporcione satisfacción a nuestras necesidades básicas. En nuestra tierra, la ruina del campo es el principio de un mayor empobrecimiento general y esta vez hemos estado a punto. En el mundo rural la sociedad siente los días de forma circular, cada año distinto, todos los años igual, en realidad entienden la vida como un solenoide que gira a ritmo de una vuelta anual hasta que el hilo se acaba. Cada año se repiten las labores y las preocupaciones y si alguien ha sabido plasmar en papel ese universo ha sido Miguel Delibes. En “Las Ratas” cada página aprieta más el corazón por la falta de lluvia que amenaza con malbaratar la cosecha. Por fechas tales como estas pero de 1956 «El Pruden decía cada tarde en la taberna de Malvino: “Si no llueve para San Quinciano a morir por Dios”». Sin embargo, nuestra sociedad urbana ha olvidado de dónde viene, de dónde sigue viniendo, el pan que se lleva a la boca y lanza sus quejidos al cielo porque el agua que de allá cae no permite lucir los pasos a las cofradías. Nunca hubo mejor argumento que la necesidad de tantos para alegrarse de una pequeña desdicha si aparece una solución aunque sea parcialmente intempestiva. La lluvia podría haber llegado antes pero, y es lo que importa, al fin llegó y fue antes de San Quinciano.

domingo, 1 de abril de 2012

DOMINGO DE PALMAS Y RAMOS

Montado en su pollino económico, el Valladolid entró en Jerusalén jaleado por una muchedumbre entusiasmada. Los que iban delante y los que venían detrás daban voces diciendo: ¡que sí, joder, que vamos a ascender! Vestido con su reconocible túnica blanquivioleta espoleaba al borriquillo que se iba abriendo paso entre Las Palmas que habían caído al suelo cuando ya nadie lo esperaba. Era víspera de domingo, pero como la fiesta se prolongó más allá de la medianoche, en el futuro se rememoraría esta fecha como Domingo de Ramos. La celebración puede parecer exagerada para los profanos, pero está plenamente justificada si analizamos la doble sucesión de hechos, los que se produjeron en el campo de los olivos y los que se fueron conociendo en días anteriores. Cuando tanta desdicha se acumula, un buen desenlace, aunque no sea más que parcial, desencadena la algarabía.

lunes, 26 de marzo de 2012

DIEZ MINUTOS DE SUSTO

La memoria obliga a que cualquier narración tenga una línea argumental creíble porque nuestro cerebro hilvana los sucesos para después buscar una interpretación. Quien pretenda engañar tendrá, por tanto, la necesidad de reescribir una historia hilvanando al relato hecho inexistentes y borrando cosas que sí ocurrieron.
Pero la memoria es también un trastero en el que se almacenan viejas emociones que bajan la escalera cuando las situaciones se repiten, es ese fuego que por no sentirse se denomina pasado pero siempre vuelve como el agua a su cauce: «Creí mi hogar apagado y revolví la ceniza...Me quemé la mano» escribía Antonio Machado en sus ‘Proverbios y Cantares’. Por el descanso, los aficionados del Pucela comían el preceptivo bocadillo de panceta con la tranquilidad de saber que su equipo no les iba a fallar. Tres goles en fútbol es un distancia oceánica pero bastó que Julio Álvarez marcase un gol al poco del reinicio para que la memoria programase aquella película grabada un día de diciembre de 2008 en que el Valladolid perdiera un partido que dominaba en ese mismo marcador de Los Pajaritos por tres a uno a falta de menos de cinco minutos para el final.

lunes, 19 de marzo de 2012

Fútbol sin cirugía

Lo que se encierra entre las cuatro paredes del psiquiátrico no es una locura sino unas palabras. Aislada del mundo, Catherine Holly no tendrá acceso a los salones en los que la alta sociedad de Nueva Orleans toma el té. Así, una de esas acaudaladas  fanfarronas, su tía Violet Venable, evita que se eleven a comidilla las circunstancias en las que murió su hijo Sebastian. Estamos en 1937, en Estados Unidos se está generalizando una práctica atroz para tratar a las personas que sufren ese misterio insondable al que llamamos locura: la lobotomía.
Violet, temerosa aún, decide dar un paso cruel: financiará la reconstrucción de un decrépito hospital con la sola condición de que operen a su sobrina para que con el tajo del bisturí el secreto vuele, ahora sí, definitivamente. Su dinero, la historia de la humanidad, compra voluntades y escribe diagnósticos. Mas siempre hay personas que no se dejan deslumbrar por el color del dólar, héroes anónimos enterrados sin fanfarria en la vida real que, sin embargo, consiguen sus propósitos cuando de cine hablamos. Este enfrentamiento entre Elizabeth Taylor y Katharine Hepburn se produce en ‘De repente, el último verano’ una película de Joseph L. Mankiewicz cuyo fin es una pirueta en la que se delata el secreto, se libera a la oprimida y se humilla a la millonaria. El responsable de este giro es Montgomery Clift encarnando al doctor Cukrowicz. Este médico, aunque experto en la mentada operación cerebral, comprende todo lo que está ocurriendo, sabe que el quirófano está de más y utiliza una práctica incruenta que también empezaba a estar en boga: el psicoanálisis.

lunes, 12 de marzo de 2012

PROCESO Y METAMORFOSIS

"Alguien tenía que haber calumniado a Pucela K., porque sin haber hecho nada malo, fueron a detenerlo una mañana". Once funcionarios habían detenido al susodicho allá por junio del año pasado y, desde entonces, se encuentra inmerso en un procedimiento futbolístico del que no sabe como salir, entre otras cosas porque no sabe como entró. El caso es que el Pucela K no puede defenderse de algo que desconoce y sus argumentos son vagos e inconcretos porque en realidad no sabe qué escribir en el pliego de descargos. No deja de intentarlo pero, una y otra vez, sus apelaciones chocan con instancias superiores que detienen todas sus intenciones. Pretende alzar la vista y mirar a su alrededor, pero no ve más que situaciones incomprensibles protagonizadas por los once burócratas que se encuentran enfrente; busca ayuda en quien cree que puede ser un aliado, pero tras cada escalón que sube se abre una nueva escalera. El fiscal que acusa sin acusar debería vivir en el fútbol pero asienta su despacho en oscuras buhardillas de las afueras.

domingo, 4 de marzo de 2012

Desilusión y ucronía

París había enamorado a Hemingway tanto que, aunque el joven escritor no comiese todos los días, escribiera que los allí vividos fueron años felices. De sus peripecias parisinas rinde cuentas en un libro que se convierte en foto fija de un lugar; crónica de un tiempo los años veinte reflejo de las ilusiones de un grupo de escritores norteamericanos la generación perdida: París era una fiesta, que, sin llegar a ser novela, excede los límites de un diario. En sus páginas podemos encontrar un consejo que hoy no podré seguir: «Nunca escribas sobre un lugar hasta que estés lejos de él, porque ese alejamiento te da una mayor perspectiva». Digo que no podré hacer caso a Hemingway porque tengo que escribir este artículo inmediatamente después de que el Real Valladolid haya perdido su partido. Ítem más, como el gol que tumbó al equipo pucelano fue en el último segundo, no hubo ni tiempo para mascar la amargura en el estadio. Así, aún sin digerir, se mezclan dos tipos de sensaciones: las que tienen como nutriente la desilusión y las que dibujan lo que podía haber sido.