martes, 6 de noviembre de 2012

LA SOLEDAD DEL QUE ESTÁ SOLO


Son más de veinte personas sentadas en una sala de pocos metros cuadrados, más de veinte soledades que esconden su cara con ambas manos tratando de esconderse de los demás, pretendiendo modificar el pasado. El silencio suena como un estruendo cuando nadie habla porque ninguno de los allí presentes encuentra la palabra precisa. En cada cabeza bulle un instante, un error con el que habrán de cargar, una decisión inoportuna, un golpe de infortunio, un escaqueo, un ‘si hubiera llegado antes’, un reproche, un ‘por qué no haría aquello’. Pero los hechos son testarudos, precisamente, porque no tienen vuelta atrás.
El caso es que todos, hasta hace unos minutos, se imaginaban nadando, el agua les llegaba al cuello pero se sentían fuertes, sus brazos respondían a las órdenes de la cabeza aunque la orilla aún quedara lejos. Pero un golpe de mar, cuando la luz parecía más clara, ha vuelto a sumergir, una semana más, la cabeza que tanto cuesta sacar. Todos se sienten solos, pero no todos lo sufren igual, porque no es la misma soledad la del que se siente culpable, que la del que se evade, la del que rebusca las causas entre los demás o la del que, simplemente, se siente solo.
Hace cinco años, Jaime Rosales dirigió una película titulada precisamente así, ‘La soledad’. Dos mujeres de dos generaciones diferentes, Adela y Antonia, ven como las pequeñas estructuras sobre la que asientan sus vidas se desmoronan. A partir de ahí, lágrimas y culpa, mucha culpa. Lágrimas por la pérdida y culpa por no haberla evitado por más que en ningún caso tengan nada que reprocharse, a pesar de que, poco antes, celebraban unos pasos adelante en sus vidas.
Poco antes Kike Sola veía como el balón se dirigía hacia él, la portería parecía enorme. Remató, y cuando ya celebraba el gol, surgió del aire la mano de Dani para evitar el gol. Más pendientes de lamentar la mala suerte que del propio juego, lanzaron un córner sin convicción. El balón llegó a los pies de Óscar, lo condujo magistralmente hasta que encontró el momento oportuno para hacérselo llegar a Omar, este levantó la cabeza y, de forma tan inmediata como precisa, lo cedió a Ebert que aparecía por el otro lado. Allí acabó todo, un toque sutil de este torete rubio superó al portero y desentrañó el partido. Óscar y Omar, protagonistas de la jugada de una película en la que ni habían participado, permitieron que Ebert asestara una puñalada, quizá la última, a Mendilibar.
Todos continúan sentados y en silencio. Rubén se dice que podría haber frenado antes para evitar la expulsión, Andrés que podría haber retrocedido un par de pasos...Pero uno, solo uno, está solo y cuenta las horas. Huele a RIP. Sufre tanto como lo que, no hace tanto, hizo que disfrutásemos. Se merece que le deseemos todas las venturas.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 05-11-2012

jueves, 1 de noviembre de 2012

LA HISTORIA, UN MUERTO VIVIENTE

Los sepultureros de la historia tienen prisa por enterrar el  reciente pasado que parece morir ante sus ojos. El politólogo norteamericano Francis Fukuyama raudo se aprestó a inhumar, allá por el 92 del siglo pasado, los despojos de la historia; un escritor, Eduardo Jordá, no esperó ni 24 horas para arrojar tierra sobre el cadáver de Miguel Delibes, asegurando que su mundo se había extinguido mucho antes que la vida del literato. 
Pero ambos se quedaron cortos de tierra porque la historia recompuso sus cenizas, salió de la tumba y ahora vuelve a aparecer como muerta viviente o como viva muy viva.  “El gran éxito de la película ‘Los santos inocentes’ se debió a que todos comprobamos con alivio que el mundo de Delibes ya había desaparecido para siempre” dice Jordá. No se sentirían tan aliviados los que pensaban como él si tuvieran a bien levantar la vista para comprobar que los desprecios de los dueños del cotarro al saberse inexpugnables, los distintos servilismos asumidos por los muchos Alfredo Landa que no aciertan a ver otro camino que les garantice un plato caliente, ya no son retahílas contadas por un abuelo pesado, sino escenas cada vez más cotidianas.

martes, 30 de octubre de 2012

Ser lo que se es


No hay nada más difícil que ser como uno es. Bueno, sí, ser como uno quiere ser. Porque para ser como uno es hay que saltar los mil obstáculos que cada día esperan al salir de casa, e incluso dentro de ella. Mil obstáculos distintos unos de otros, colocados unos por los que te quieren mal, otros por los que no ven en ti más que a un enemigo y alguno, los menos pero quizá los más altos, por los que más te quieren  debido a su afán por tratar de reconducir lo que nadie les pidió que condujesen o, simplemente, porque el camino elegido no es fácil de digerir, de compatibilizar. Pero para ser como uno quiere ser, necesita, además, conocerse y cuestionarse; analizarse y aprender, reflexionar y estar dispuesto a conocer los propios límites,  asumir los errores y, sobre todo, se precisa una potente dosis de valor para enfrentarse a uno mismo, para no creerse el centro del mundo imponiendo sus deseos, sus apetencias, como patrones por los que se tienen que mover los demás.
La intención, imprescindible para ese empeño, no es suficiente porque cuando llegan los momentos duros dudamos hasta de lo que somos, de lo que queremos, y nos quedamos a expensas del viento. En esos tiempos dejamos de ser y pretendemos demostrar; en vez de  vivir con naturalidad, estamos pendientes de las opiniones externas, de lo que piensen o digan los demás. Javi Guerra ha sido el bastión bajo el que se ha guarecido el Real Valladolid durante los dos últimos años, pero algo se torció al comenzar este. Sobrepasada la treintena y con una carrera futbolística más que digna, no ha conseguido marcar ni un solo gol en la Primera División. No lo hizo mal en los primeros partidos pero el gol no llegó. Manucho ocupó su puesto en el equipo titular y, para sorpresa de casi todos, tuvo un rendimiento de notable alto. Guerra dejó de ser pilar, perdió la titularidad y ahora se ahoga en la duda. Si lo que soy no vale tendré que demostrar algo más, pero ese algo más no está en el catálogo de sus virtudes. La presión se le agolpa en el costado y, hasta el balón, desobedece sus instrucciones. Cuanto más se obceca, Javi es menos Guerra. Cuanto menos atención preste a lo anecdótico, ese primer gol, antes llegará y vendrá con hermanos. 
Lo agradeceremos todos, porque el Pucela se empieza a parecer a aquel chaval que disfrutaba del sexo casi todos los días, casi los lunes, casi los martes...Los partidos de fuera casi se empatan y los de casa casi se ganan. Y así, entre casi y casi, el Valladolid vive cómodo gracias al colchón de las dos primeras jornadas, desde entonces casi, tras casi, cinco puntos en siete partidos, números rojos. Si Javi vuelve a ser el que es, el Pucela volverá a reencontrarse y podrá caminar con garbo y taconeando, digan lo que digan los mediocres que se esconden en sus voces.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 30-10-2012 

domingo, 28 de octubre de 2012

TRIPLE CONDENA

La fuerza del fútbol, la misma que la de la vida, radica en que está lleno de imperfecciones, se juega en campo abierto y por tanto la lluvia, el aire o el frío actúan como condicionantes. Los errores son consustanciales a la propia existencia, ahí radica buena parte de su grandeza. En el fútbol hay quinielas y la vida es, como cantara Marisol, una tómbola. El árbitro forma parte de ese conjunto de factores imperfectos que afectan al desarrollo y, por tanto, más que posiblemente, al resultado final. En nuestro particular parlamento abrimos un hueco para que se siente un exponente de este colectivo vejado pero siempre imprescindible, los árbitros, un mal necesario. Nuestro protagonista debe de ser masoquista, en él se unen tres de las tareas menos apreciadas en nuestra sociedad, a la condición de  árbitro, hay que añadir que ejerce como abogado y es representante político en uno de los municipios más poblados de la provincia. Julián Rodríguez Santiago sonríe mientras recuerda y lanza una pregunta que suena a resignación ¿de qué vivirían, dice, los periódicos de no ser por nosotros?

jueves, 25 de octubre de 2012

ENSALADA DE NADA

En épocas de hambre nadie sueña con ensaladas. Y esta es época de hambre de política. Puede parecer, a tenor del desprecio generalizado a todo lo que evoca este término, que no es hambre sino hartazgo; pero no es así. Lo que se palpa es un descrédito a las formas de política que nos han traído hasta aquí basadas en la reiteración de mensajes caducos e insustanciales, unido a prácticas agrestes que decoloran, con prisa y sin pausa, el catálogo de derechos sociales.
Las elecciones del pasado domingo en Galicia y Euskadi, a pesar de la aparente disparidad de los resultados, dejan una reflexión común: el desplome de los referentes del PSOE en ambos territorios. Una caída que ni empieza ahora, ni es exclusiva de nuestro país.

domingo, 21 de octubre de 2012

A LA SEGUNDA, JOAQUÍN


Cada generación que llega pone en entredicho a la anterior pese a ser, siempre, demasiado parecida por el simple hecho de que la vida obliga a los que ya no son jóvenes a mirar desde otra perspectiva. Cuando fueron hijos quisieron romper las viejas estructuras que representaban sus padres, era lo natural y así se lo parecía. Años después son ellos los padres, sus hijos quieren romper, es lo natural, pero ya no se lo parece. Entonces leen que «los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros» y lo suscriben. ¿Ves?, dicen, no soy el único que lo piensa. Hasta que descubre que la cita tiene casi dos mil quinientos años y pertenece a Sócrates.
Cada generación que se incorpora aporta cambios, es obvio, pero en lo sustancial todas repiten algunos patrones que se pueden resumir en dos apartados. Por una parte, han de derribar las puertas que abren la estancia de los adultos y eso no se puede hacer sin ruido, y por otra necesitan experimentar en propia carne lo que hasta hace bien poco tenían prohibido. El cuerpo, además, genera energía suficiente para pelear en ambas contiendas.

jueves, 18 de octubre de 2012

LA LUZ DE LA LUNITA BUENA


Quizá fuese en casa de su abuela Remedios, porque de labios de esta, al calor de la lumbre, había podido escuchar el fragmento del Evangelio atribuido a Lucas que relata cómo Jesús, en presencia de sus apóstoles, levantó la mirada y vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Jesús, le decía la abuela, observó también cómo una viuda pobre ponía dos pequeñas monedas de cobre en el mismo lugar y dijo a los que le seguían que esta mujer había dado más que nadie, porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella dio todo lo que tenía para vivir.
Tal vez hubiera sido paseando por la orilla del canal de Castilla porque pudo oír a su tía Fernanda las viejas historias de sus camaradas que dejaron de lado una vida cómoda para poner fin a una dictadura, que se jugaron el tipo para mejorar las condiciones de vida de sus compañeros. Pudo ser en una de esas caminatas porque le explicó que la solidaridad no es ayuda sino compromiso, la capacidad de sentir lo que siente el otro y actuar, por tanto, como si uno mismo lo sintiese.
Por eso, por haber sabido escuchar, sacó sus propias conclusiones, y cuando la profesora de Sociales le preguntó de dónde provenía la luz que llegaba a la Tierra, Miguel respondió con toda la convicción de sus 9 años que llegaba del sol y de la luna. Y añadió que, sin duda, la de la luna es mucho más importante porque, aunque sea poca, nos permite ver por la noche; la del sol, sin embargo, aun siendo mucho mayor, es menos necesaria porque se emite de día, cuando ya hay luz suficiente.
La profesora rio y trató de explicar a Miguel que toda luz viene del Sol, pero el niño seguía pensando en las palabras de su abuela y de su tía. El sol da lo que le sobra, la lunita buena entrega todo lo que tiene. Y con estas cosas rondándole por la cabeza volvía a casa buscando con su mirada al sol acaparador. Pero el día estaba nublado. 

Publicado en "El Norte de Castilla" el 18-10-2012

jueves, 11 de octubre de 2012

CHÁVEZ HASTA EN LA SOPA


Hemos escuchado mil veces ese postulado físico que afirma que la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Un postulado que, después de Einstein, sigue vigente si consideramos que la masa es, también, energía. La rotundidad de la frase parece contradecir a quienes pretenden poner de manifiesto que existe un problema energético.  Si es cierto que la energía no se destruye ¿dónde está el problema? En no saber diferenciar energía de energía válida para ser utilizada como herramienta, en no entender que cuando la energía se almacena en forma de calor hemos pasado de tener una solución a tener un problema. No es energía lo que falta sino capacidad para que solvente las necesidades de una sociedad desarrollada con la premisa de que la energía era infinita.
El descubrimiento del fuego, de la rueda, de la máquina de vapor, la domesticación de animales para que realizasen labores agrícolas o de carga, las aplicaciones de los hidrocarburos, son considerados, con razón, hitos en la historia de la humanidad porque sirvieron para multiplicar la energía que el hombre podía, por sí mismo, desarrollar. Hoy cuesta menos sudor transportar miles de toneladas de uno a otro continente que antaño mover unos kilogramos de una cueva a la vecina, trabaja menos mi hermano labrando muchas más hectáreas que mi abuelo con su par de mulas.
Pero no todo iba a ser ventajoso, la brutal necesidad de energía para poner en marcha a diario todos los engranajes, nos ha convertido en sociedades dependientes del petróleo. Sin él no habría nada de lo que vemos a nuestro alrededor, nos veríamos obligados a reinventarnos. Pensar en ello parece descabellado, catastrofista, pero analizando los movimientos geoestratégicos de las grandes potencias podemos dar como ciertas las hipótesis de esos científicos agoreros que alertan del fin de una era. En fin, conclusiones a las que uno llega cuando trata de entender por qué hay más páginas dedicadas a las elecciones venezolanas que a las gallegas.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 11-10-2012 

domingo, 7 de octubre de 2012

TESTIGO DE CARGO


La letras de este artículo van tomando posesión de su terreno mientras Manuel Galiana protagoniza en el Teatro Zorrilla ‘Testigo de cargo’. La obra creada por Agatha Christie sirvió al maestro de maestros, Billy Wilder, para impartir otra de sus lecciones cinematográficas. El argumento parece simple, un treintañero atractivo es acusado del asesinato de una rica viuda con la que tiene una relación a medio camino entre una simple amistad y los amoríos que se podía permitir una dama de tal condición en la Inglaterra victoriana. Un abogado, probablemente el más reputado del reino, a punto de retirarse obligado por la edad y la poca salud, asume la defensa convencido de la inocencia de su cliente. Todas las pruebas parece que están en contra pero son circunstanciales, ninguna le puede condenar por más que siempre haya un hilo de sospecha. El fiel de la balanza permanece en todo lo alto y solo hay una persona, la mujer del acusado, que puede hacerla inclinar a uno u otro lado. En una doble y medida intervención, primero llamada a instancias del fiscal y después del defensor, consigue que el jurado obre según sus intenciones. Una frase final del abogado resume la dialéctica que late en toda la película: justicia y ley no van necesariamente de la mano. Es más, a veces la justicia y los procesos judiciales son como una tesis y su antítesis. 


La justicia no puede ser otra cosa que una aspiración humana porque no está al alcance del hombre el conocimiento de toda la verdad ni tiene potestad de llegar al corazón de todas las personas para conocer las causas que propiciaron el delito. Visto así, cualquier sociedad solo puede aspirar a crear un sistema lo menos injusto posible pero siempre falible. Por esto es mejor un sistema garantista que prefiera un culpable en la calle a un inocente en la trena a todo lo contrario. Por esto sería bueno que la sociedad pudiera cuestionar (aceptando) las decisiones judiciales partiendo de los argumentos desgranados en los autos y nocivo que se atacase a los jueces cuando el resultado de sus deliberaciones no coincida con nuestros deseos. Pese a todo, existen circunstancias que imposibilitan el acercamiento siquiera al ideal de justicia, el más nítido se explica a partir de la distinta capacidad económica de los ciudadanos ya que quien tiene más medios podrá esquivar las consecuencias penales de sus actos al poder contar con un buen equipo de abogados que será capaz de entorpecer, mediatizar e influir en el resultado de una sentencia. Ya conocen el aforismo, es más fácil ir a la cárcel por robar una gallina que por saquear un banco desde los puestos de dirección.

Un partido de fútbol es, también, una pequeña sociedad con su normativa y sus jueces. Partiendo de la base de la falibilidad de estos, Borbalán no dio ni una, lo cierto es que hay equipos cuya estrategia se basa más en el estudio de los límites del reglamento, de las argucias para caminar sobre su filo, de la pericia para condicionar al juez, recordemos, un ser humano, que en las facetas propias del juego aunque sin olvidar estas. El Espanyol de Pochettino es uno de ellos. Al menos de momento es un equipo que no propone sino que imposibilita encrespando, que no busca el juego sino que lo evita, que conoce la cobardía de la mayoría de los colegiados para sentirse impune. Si el fiscal, llámese R.Valladolid, no está fino será incapaz de condenarle con la pérdida del partido. Con o sin justicia.



Publicado en "El Norte de Castilla" el 07-10-2012