martes, 4 de diciembre de 2012

LA VIDA EN UN HILO


Vemos a Mercedes caminando como aturdida por el andén de una pequeña estación de tren. Hace pocos días vio enterrar a Ramón, su marido. Repasa los días con él. Nada tiene que reprocharle porque nada malo queda apuntado en el debe del difunto. Pero nada malo no es lo mismo que algo bueno. Todos esos años se pueden resumir con una palabra: tedio. Cuando Mercedes se levantaba sabía, más o menos, cómo iba a discurrir el día, en la vida con Ramón era impensable  que sucediera algún hecho que rompiera la monotonía. Ahora la vemos montada en el tren, toma asiento, enfrente una apacible anciana. Entablan conversación. Doña Tomasita, que así se presenta, tiene el poder de conocer el pasado. En su viaje atrás en el tiempo hace parada en un día de lluvia. Mercedes espera un taxi que no llega, Miguel Ángel, un joven que pasa a su lado, le ofrece compartir el viaje, Mercedes se niega. Poco después, víctima del frío y con el agua incrustada en el alma, tiene menos remilgos y acepta la misma invitación de Ramón. La historia con este la conocemos, doña Tomasita desvela a Mercedes cómo hubiera sido su vida de haber aceptado la primera invitación. Ella sonríe recreando la vida feliz e intensa que nunca tuvo. Aquel ‘no’ vino condicionado por las apariencias, el ‘sí’ posterior lo fue mascullando mientras el agua calaba sus huesos. Piensa que puede torcer el futuro para revivir ese pasado, pero nunca es así. Lo cuenta Edgar Neville en ‘La vida en un hilo’, una película que después de su éxito fue adaptada como obra de teatro. 

lunes, 3 de diciembre de 2012

Entrevista a Juan Torres


"Lo que ha ocurrido en el mundo es una quiebra fatal del capitalismo"

Él ve luz al final del túnel. Juan Torres, Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, nos atiende después de plantear sus tesis en las jornadas de economía ‘Hay alternativas’ organizadas por el Ateneo Republicano con la colaboración de la Universidad de Valladolid. El mismo título de las jornadas coincide con el de una de las últimas publicaciones en que ha colaborado.

jueves, 29 de noviembre de 2012

ERE EN PORTALBELENOSA

Vamos perdiendo la cuenta, con tanto ERE, uno tras otro, uno a la vez que otro, miles de personas están quedando a la intemperie. Al ser tantos, pasa lo que pasa con todo lo que se convierte en habitual, que lo damos por descontado, que deja de ser noticia. Así ocurre salvo que haya alguna circunstancia tan particular que aporte el color suficiente para hacer que destaque uno de esos expedientes entre tantos que se mueren en el triste archivo de cualquier juzgado.
Tras cientos de años con un contrato eventual, apenas un mes de trabajo cada año, tras varios siglos soportando los rigores del invierno en un puesto de trabajo casi al aire libre, el buey y la mula han sido víctimas de un ERE en Portalbelenosa que no presagia nada bueno. Ambos, metidos en años, sin la fuerza de su época moza, por más vueltas que lo dan, no encuentran ninguna alternativa. Dejaron la labranza por este trabajo, pero ha sido tal el cambio que se ha producido en el campo que su generosidad no puede competir con el motor de los tractores. Su salario, ya dije que el trabajo era eventual, eran magro aunque les permitía vivir todo un año, con muchas apreturas, pero todo el año. Ahorrar era imposible por más que ahora les digan que comieron heno por encima de sus posibilidades.
Caminan despacito, hablan, van deshojando sus miles de recuerdos, añoran cada rincón de los millones de casas en las que estuvieron, pero ya no se les considera útiles, fuera. De vez en cuando hacen un alto, se sientan a un lado del camino y comen las pocas hierbas que han ido recogiendo. En la sobremesa continúan la conversación. Cuando de la boca de la mula sale el nombre de un tal Benedicto, el buey se pone en pie, levanta digno la cabeza: ‘es lo que tiene poner al frente de la empresa a un alemán, vienen a decirnos cómo tenemos que hacer las cosas sin tener en cuenta nuestras costumbres’. ‘No, amigo buey’, replica la mula, ‘no te engañes, los gestores de aquí están tan felices, hacen lo que en realidad quieren y pueden escudarse en que se lo mandan desde arriba’. 

Publicado en "El Norte de Castilla" el 29-11-2012

domingo, 25 de noviembre de 2012

MANZANA PELADA Y FURTIVA


La línea que separa la genialidad de la impostura es demasiado tenue, al menos mientras no haya nadie capaz de desenmascarar al impostor. Es tan porosa la frontera que aún hoy no sabría decir si Tony Leblanc tomó el pelo a media España o demostró que el hambre estaba arraigado en el imaginario colectivo del español medio cuando se atrevió a sentarse delante de una cámara con un cuchillo y una manzana y, sin más, pelar y comer la fruta. La gente reía a carcajadas. Probablemente él rio más. El ver la cara de un hombre feliz ante la tesitura de llenar el estómago, o satisfecho tras hacerlo, produjo en los espectadores una hermosa empatía, una sonrisa complaciente que ponía de manifiesto la sensación de que los tiempos del hambre parecían haber pasado. 


jueves, 22 de noviembre de 2012

PAISA, PAISA, ESPAÑA BARATA


El Marqués de Villena levanta la copa. Comparte mesa con Pedro Girón y el arzobispo Gordillo que le acompañan en el brindis. A menos de cien km., también en un palacio, se produce una escena similar. Aquí el que levanta primero el vino es Enrique IV de Castilla y los que le siguen son Beltrán de la Cueva y Diego Hurtado de Mendoza. Con las copas al aire, brindan todos: ¡¡¡Por Castilla!!! Se aprestan a disputar una partida de ajedrez en la que las piezas son los habitantes de sus dominios. Castilla se desangra.  Muchos mueren en el campo de batalla, todos sufren las hambrunas que siempre suceden a las guerras. Ellos, los principales, están a salvo mientras desangran Castilla. Hemos podido ver estas imágenes recreadas en la serie televisiva ‘Isabel’.
Castilla, para los que brindan, son ellos, sus intereses, una bandera en la que se envuelven, un enemigo para justificar su avaricia, un pueblo obligado. Lo llaman patria pero la venden en cuanto encuentran ocasión, se erigen en adalides pero solo defienden lo suyo. No hace tanto, lo recordamos, llegaron a España miles de personas en busca de un futuro, traían sus manos prestas para trabajar y se les negaba el pan y la sal. Conseguir el permiso de residencia, el salvoconducto para entrar por las puertas de la ciudadanía, era un imposible si antes no se conseguía un contrato de trabajo. Ahora, los que se llenaban la boca hablando de las esencias quieren ponerlo más ‘fácil’, se regala comprando un piso por más de 160.000 euros: “Paisa, paisa, España barata”. La soberanía ya la vendieron, los pisos, ya mismo, también.
Enrique IV Rajoy y la banca Villena no necesitan escenificar ningún desencuentro, brindan todos juntos por esas medidas que pretenden aumentar la demanda para no abaratar la oferta. Tras la puerta alzan las copas: ¡¡¡Por España!!! Mientras, los españoles pagan las consecuencias de tamañas imposturas propiciadas por de los que se definen a sí mismos como patriotas y según van cayendo por el precipicio se lamentan recordando aquel viejo chiste: ¡Por gilipollas!

Publicado en "El Norte de Castilla" el 22-11-2012

lunes, 19 de noviembre de 2012

TIEMPOS DE SILENCIO


Los tiempos de silencio tienen capacidad para cambiar el sentido de la historia que se está contando. Pueden durar cuarenta años aunque Luis Martín-Santos sea capaz de condensarlos en unas pocas páginas que recorren un Madrid convertido en metáfora de aquella España gris conformada con una burguesía arribista, una clase media depauperada, un ambiente cultural tan embebido en sus disquisiciones retóricas como ciego ante una realidad que le pillaba a escasos metros y un submundo marginal bárbaro. 

Pero los tiempos de silencio pueden durar un instante, una minúscula pausa, y aun así ser capaces de aportar diferentes significados en función de cuando se produzcan. Sin ir más lejos, las mismas sílabas, separadas de distintas formas, aportan informaciones diversas. Hace poco más de un lustro, Telemadrid, el mismo canal que durante la víspera de la huelga del pasado miércoles grabó uno de sus comentaristas informando de lo que había ocurrido el día después, no gozaba –eso decían las encuestas– de mucho prestigio entre su potencial audiencia y emprendió una campaña de publicidad para revestirse de credibilidad. El eslogan elegido decía: ‘Espejo de lo que somos’. Instantáneamente alguien propuso que cambiásemos el lugar de los silencios y escribió como réplica: ‘Espe jode lo que somos’. 

jueves, 15 de noviembre de 2012

ROCA EN POTENCIA


La vida es una enfermedad crónica que, inexorable ella, nos guía hacia la muerte. Incluso la ‘no vida’ conduce a la nada, una piedra, más pronto o más tarde, será arena diseminada. Al menos los seres racionales tenemos una potestad: sabiendo que la vida es limitada podemos optar por desgastarla nosotros mismos o esperar, como la piedra, a que sea el poder infinito del agua y el viento el que nos vaya convirtiendo en tierrilla. A veces el aire y el agua desgastan tanto que, aunque aparentemente veamos una roca, a poco que presionemos con los dedos, se desmigaja arrojándose por un balcón. Un muerto aquí, una muerta allá, y otro, y otra. Muertos que, contados de uno en uno, generan conmoción pero no crean alarma en la atmósfera que pretende, implacable, seguir con su juego erosionador. Una mala forma de remate a unas vidas que se lanzaron al suelo de la desesperación, un vuelo a la nada que solo se puede tomar cuando al futuro dibuja láminas en negro.
Quizá, eso que pensamos que son los elementos de la naturaleza, no son más que cuatro convenciones y somos nosotros los que hemos asumido que las cosas solo pueden ser así. Pero, a lo mejor, pueden ser de otra manera. Para comprobarlo no hay más que echar la vista atrás y recordar frases tan lapidarias como las que ahora asocian huelga y hecatombe. Hace menos de medio siglo, en USA, ante una convocatoria similar la patronal decía: “¿Pagar el mismo salario a mujeres y negros? Las empresas no pueden sobrevivir si las leyes del Gobierno nos ahogan”.
Por eso ayer se había convocado una huelga, para que antes de ser arena podamos, al menos, elegir en qué orilla del río queremos estar, para que la roca que se vuelva a formar a partir de nosotros sienta de nuevo la vida y pueda poner al aire y al agua en su sitio. Para no ser granos de arena solitarios sino una roca en potencia. Al fin y al cabo, si la normalidad siempre acaba en muerte ¿por qué insistir tanto en ser parte de ella?

Publicado en "El Norte de Castilla" el 15-11-2012 

lunes, 12 de noviembre de 2012

DE VÍCTIMAS VIVIMOS MEJOR


Cuando algo no ha funcionado como debería, giramos los ojos buscando en quien cargar la culpa, alguien que acarree con las previsibles consecuencias de todas las iras que pretenden escaquearse. Hay quien dice que es parte de la idiosincrasia española, pero me temo que se podría generalizar de forma casi universal. Para ello, uno de los  recursos más sencillos, pero con eficacia probada, es el convertirse a uno mismo en víctima. Un buen manejo del lenguaje, una memoria selectiva y pocos escrúpulos son los condimentos necesarios para articular un lenguaje que deje poco margen para la confrontación de los hechos. Es lo que se conoce como victimismo. Decía que suele ser un recurso eficaz aunque esa eficacia sea poco duradera ya que la insistencia en este tipo de conductas pierde valor en la medida en que se repite y, sobre todo, impide la autocrítica imprescindible para seguir creciendo como personas (o como sociedades).


jueves, 8 de noviembre de 2012

EL PODER DE LAS MANOS CON CALLOS

El 'poder', como la crisis o el Dios de los católicos, es uno y múltiple. Y no, no me refiero a esa ingenua separación clásica que lo divide en tres, legislativo, ejecutivo y judicial. El poder, el de verdad, trabaja de la misma manera que los directores teatrales: no aparece cuando llega el momento de la representación, pero ha marcado las pautas que seguirá todo el elenco cuando el público no estaba delante.

Ese poder es básicamente económico, por más que pueda vestir toga, sotana, birrete o uniforme. Hacernos pensar que está en manos de los políticos es parte de ese juego de mistificación. Y caemos en la trampa. Ahora, cuando se desacredita todo lo relacionado con la política, muchas voces reclaman, por ejemplo, que se limite el tiempo que un político puede permanecer en un cargo. No creo que falte buena intención en quienes esto sostienen, sin embargo yerran el tiro. Puedo estar de acuerdo en los segundos, terceros y cuartos escalones políticos, pero no en el primero. Ese tope supondría, en muchos casos, la imposibilidad de llevar a cabo verdaderas transformaciones sociales ya que, para ello, se necesita un poder político fuerte para contrarrestar las resistencias del poder económico. No es casualidad que en los EE.UU. se tomase esta medida tras el fallecimiento del único presidente que ganó cuatro elecciones, F.D. Rooselvelt. Este, uno de los presidentes mejor valorados por el conjunto de la población, fue repudiado por el poder económico del momento, al que no le hizo ninguna gracia eso del New Deal.