lunes, 7 de enero de 2013

TRES COSAS HAY EN LA VIDA


Las copas se alzan y alguien grita ¡salud! Alguien presente en el brindis asiente y añade ¡dinero y amor! Esas tres palabras dan título a un clásico bolero que remarca que son la base sobre la que se asienta la felicidad, tan es así que quien tenga la suerte de poder gozarlas al mismo tiempo debe dar gracias a Dios. La banda de rock Los Rodríguez no quiere ser menos y otorga el mismo título a una de sus composiciones en la que descorcha una botella de vino para brindar por los buenos viejos tiempos en los que derrocharon las tres, ahora, sin ninguna, ese recuerdo es el mejor homenaje o, en todo caso, la única forma de disfrutar un presente sin otro asiento que la nostalgia. Al fin y al cabo cuando falla alguna de ellas parece que todo se desmorona alrededor, que toda la fuerza que creímos tener se cimentaba con esas tres bases: una salud que nos permite levantarnos cada mañana con ganas de poder con el mundo, el dinero suficiente para que no haya espacio en la cabeza para pensar en su ausencia y amor concreto o difuso, personas que te quieran y que quieran ser queridas, un entorno afectivo que impida la sensación de soledad en un mundo lleno de gentes que transitan a tu lado a las que pareces no importar, a las que, de hecho, no importas.

jueves, 3 de enero de 2013

QUERIDOS REYES MAGOS:


Quizá, pues han pasado muchos años, os sorprenda ver mi nombre en el remite de este sobre, pero esta vez han podido más las ganas que esa pose, que ese rictus serio que parece obligatorio si quieres parecer adulto y ser aceptado como tal. Ya sabéis, porque a buen seguro habéis leído ‘El Principito’, que “las personas mayores nunca comprenden nada por sí solas”, te dicen continuamente lo que hay que hacer y no admiten más que un camino para ello. Las cosas son así, repiten, y si descubren que haces dibujos, te miran con una mezcla de desdén y autoridad para insistir en que “hay que dejar a un lado los dibujos de serpientes boas abiertas o cerradas e interesarse un poco más en la Geografía, la Historia, el Cálculo y la Gramática”. Materias todas ellas necesarias pero no suficientes salvo que nos conformemos con una vida a plazo fijo, con un hastío programado, con una andanza sin ilusión. Una ilusión  enterrada por la inmediatez, enterrada hasta el punto de haberos puesto en entredicho. Lo habréis escuchado igual que yo: Es mejor hacer regalos a los niños al principio de las vacaciones para que puedan disfrutarlos mientras duran. Un argumento estúpido que permitió la entrada de ese usurpador que nunca supo lo que es jugar con la emoción, con los días de ojos encendidos esperando. Nunca supo que se disfruta más imaginando que teniendo, deseando que leyendo el manual de instrucciones. 
Oigo estos días la misma pregunta, qué le pido al año, qué os pido a vosotros. Nadie me preguntó qué le ofrecía yo al año, incluso, qué os podía ofrecer a vosotros. Me lo planteo y no sabría qué responder pero sé que pedir y dar son, en el fondo, el mismo verbo. Que a veces provoca el mismo placer una cosa que la otra, que también hace falta tanta generosidad para atreverse a pedir como para hacerlo a dar.
Nada más pretendía, si acaso recordaros que existo, que sigo siendo el mismo niño de antaño, aunque, eso sí, ahora no digo adiós porque, como cantan los de Extremoduro, este bar está cansado ya de despedidas.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 3-01-2013 

jueves, 27 de diciembre de 2012

¿Y SI NADIE NOS MANDA?


Aceptamos ser esclavos a cambio de un salario, el salario fue menguando pero ya habíamos aprendido a ser esclavos que no es otra cosa que pensar con la cabeza de otros. En la película de Eliseo Subiela ‘El lado oscuro del corazón’, la muerte representada por Nacha Guevara responde a Oliverio, un poeta que deambula buscando a la mujer con quien volar, ‘sería espantoso descubrir que cumplo órdenes que nadie ha dado’.
La muerte, poco acostumbrada a ser interpelada, ve en este caso cómo se la enfrentan, cómo su interlocutor -solo podía ser poeta quien así encara- no asume la fatalidad, las cosas no son así, están así. ‘No sos una muerte torera, sos una muerte de barrio y programas de televisión, una muerte mediocre, anónima, cobarde’. Ella había arrancado la conversación pretendiendo reprimir, acongojar, mostrar un mundo plagado de lugares comunes, un mundo entristecido porque su población había interiorizado que ese era el camino recto, que la madurez es la asunción de una realidad opaca. ‘Oliverio, aunque te portes como un niño ya no eres un niño’. Hazte mayor, espabila, obedece, no seas ingenuo, no creas en el hombre, te irá mejor.
Ahora, acorralada, la muerte se defiende: ‘Yo no existo por mí misma, soy un instrumento. Si no te llevo es porque todavía decís algunas palabras que impiden que te lleve, y mientras las sigas diciendo tengo prohibido tocarte. Me echas en cara cosas como si yo fuera la responsable de todo y yo solo cumplo con mi papel. ¿Por qué no vas y le preguntas al responsable de todo?’
Él insiste: ‘¿Y cómo voy? Dame una tarjeta para verlo de parte tuya, vos lo conocés’.
-Yo trabajo para él, yo no lo conozco
-¿Trabajás para él?
-Creo que sí, sería horrible darse cuenta…
Sería horrible darse cuenta de que obedecemos sin ser mandados, de que somos instrumentos de la nada, de unos cuantos que ya no necesitan decirnos qué hemos de hacer porque, tras décadas de susurrarnos al oído que las cosas solo pueden ser así, hemos terminado creyendo que su lógica era la única posible. 

Publicado en "El Norte de Castilla" el 27-12-2012

domingo, 23 de diciembre de 2012

SUTIL MECANISMO

El complejo mecanismo de la vida de vez en cuando embarranca y nos enfrenta al espejo que todos sabemos que tenemos en casa, pero al que no queremos escuchar porque nos recordaría nuestra vulnerabilidad, nuestro carácter efímero. El cuerpo es el milagro inexplicado de la evolución y encierra en alguna parte de sí dos depósitos invisibles, en uno se atesoran los recuerdos, del fondo del otro brotan las ilusiones. Con el material de ambos se amasan las emociones. Pero no dejamos de ser un conjunto de reacciones químicas que se realizan sobre una base de agua. Dicen que la medicina no es una ciencia exacta, pero nada menos cierto, simplemente no existe el conocimiento suficiente para comprender los arcanos de una maquinaria tan impecable como sutil. Tan sutil que está expuesto a miles de vicisitudes que en algún momento pueden desengranar cualquier cadenilla y terminar afectando a todo el montaje. Estamos enfermos, buscamos soluciones, química que recomponga la química. Salvo que la enfermedad se llame cáncer, entonces agachamos la cabeza y tememos lo peor, la palabra viene a despertar nuestros miedos atávicos y la asociamos a algo parecido a una condena a muerte. Ya no es así, la medicina demuestra que sí es ciencia y va desentrañando parte del misterio pero el miedo sigue latente, al cáncer y a ser nosotros los señalados. Quizá por eso, porque no hay criterios que garanticen la inmunidad, todos sufrimos al saber que que alguien está señalado por esa cruz del destino.

sábado, 22 de diciembre de 2012

LA HISTORIA ES PLANA…EPPUR SI MUOVE

Nuestros padres eran más cerrados que nosotros y nuestros abuelos iban más a misa que nuestros padres. Así visto, así parecía, cada generación daba un paso más en una línea recta. Nos convencieron de que la historia permanece inmóvil y somos nosotros los que avanzamos sobre ella. Sin vuelta atrás, sin parapetar lo conseguido, sin miedo, por tanto, a perderlo, sin consciencia, sin memoria. De repente, vuelta atrás. Y ahora nos preguntamos cómo hemos llegado hasta aquí, hasta un punto desconocido que, sin embargo, se parece demasiado a lo descrito en las novelas del pasado. Fortunata busca en los contenedores mientras los hombres cercanos a Jacinta ejercen de dueños de todo, de todos y de todas.

Volvemos, digo. La parte de la sociedad que se denomina ‘indignada’ reclama algo tan ‘revolucionario’ como transparencia, exige algo tan ‘radical’ como que los gobernantes cumplan lo que proponen en los programas electorales, reivindica algo tan ‘rompedor’ como participar. Todo aquello que ya creíamos tener, todo aquello que nunca pensamos que se pudiera perder. De nuevo a la casilla de salida, de nuevo con la puerta cerrada. De nuevo a la calle para pedir lo elemental, un decálogo de buenas intenciones, no robarás, no matarás. Nada por soñar, nada por transformar. Demasiado y, a la vez, demasiado poco. Las mil revoluciones pendientes siguen pendientes porque, entre otras cosas, están en la carpeta de asuntos para más tarde, como si la historia fuera lineal, como si después de esto fuera a llegar necesariamente lo otro, como si no tuviésemos, ya, nada nuevo que decir, nada distinto que proponer, ningún camino más allá en el que luchar.  

Publicado en "Último Cero" el 22-12-2012

jueves, 20 de diciembre de 2012

EL CORO MENGUA CADA TRES SEGUNDOS


Cuatro filas de niños, perfectamente alineados, impecablemente vestidos. El Coro Infantil de Wuppertal está dispuesto para comenzar su función. Los padres y madres, intranquilos, emocionados, esperan en la platea una actuación para enorgullecerse, para presumir. Del piano brotan los primeros acordes de una vieja canción de Tears for Fears, Mad World. ‘Todo a mi alrededor son caras conocidas, sitios gastados, caras gastadas’.
De repente un crío abandona el escenario. Se encontrará mal, piensan sus padres, vaya, precisamente hoy. Tres segundos después otro niño hace mutis. Tres más tarde, otro toma el mismo camino y así sucesivamente. El público mira absorto. Los que quedan siguen cantando: ‘Listas y despiertas para sus carreras diarias hacia ningún sitio. Sus lágrimas empañan las gafas inexpresivas’.
Media docena permanece aún. ‘Resulta duro aceptar, cuando la gente camina en círculos, un mundo desquiciado’. Cuatro, tres, dos… queda uno, finaliza la canción, ‘mundo loco, mundo loco’. Silencio. Un segundo, una eternidad. Levanta la cabeza, mira al frente y habla: “Cada 3 segundos el mundo pierde un niño por causas que podrían haberse evitado“. Hambre hija de la injusticia, guerras hijas del ansia de dominio, ausencia de medicamentos hija del cómodo letargo. Sobrinas del olvido, de las mil corazas con las que nos justificamos. Pueden no ser nuestras víctimas, no al menos de la mayoría de nosotros, pero permanecemos inmóviles ante el genocidio.
Miramos alrededor, la calle de abajo tiene cada día más hijos comiendo de la placenta de los contenedores. La necesidad cercana esconde otra que, hija de los mismos padres, mayor, desde hace más tiempo, vive un poco más allá.
La fuerza de la tele, la otra calle por la que transitamos, nos arrastra a Connecticut, vemos una treintena de víctimas, la mayoría criaturas. Cruento, perversamente espectacular. Fijamos allí nuestra retina. Treinta víctimas, como en minuto y medio. Menos de las no evitadas en lo que se lee este artículo. ‘Mundo loco, mundo loco’.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 20-12-2012

martes, 18 de diciembre de 2012

LA MUSA Y LA CADENA


A Pablo Picasso se le atribuyen dos frases aparentemente contradictorias pero que en el fondo no lo son. Dicen que una vez afirmó, al ser preguntado acerca del método que utilizaba para buscar la inspiración, que él no buscaba, simplemente, encontraba. Así dicho, parecía un canto a la improvisación, una forma de ‘ir de genio’ que desdeñaba el trabajo dejando todo en manos de un instante de iluminación.
En otra ocasión, el pintor de origen malagueño respondía que las musas existen, pero que cuando llegan te tienen que encontrar trabajando. Ahora se empeña en recalcar la importancia de la insistencia, valora las horas que, pincel en mano, pasó sin dar el visto bueno al resultado, reconoce la necesidad de esos miles de metros cuadrados de lienzo convertidos en una pelota y pateados hacia alguna papelera antes de culminar cualquiera de sus obras.

jueves, 13 de diciembre de 2012

LOS DÍAS CALABOBOS


No son muchos los días de los que tenemos recuerdo cuando echamos la vista sobre el tiempo pasado. En realidad, son solo unos pocos los que permanecen anclados en algún lugar de nuestra memoria. El resto, la gran mayoría, fueron sucediendo uno tras otro y fueron olvidados porque no contenían nada aparentemente reseñable. Sin embargo estos últimos son como una lluvia fina, un calabobos que nos hace ser como somos sin haber percibido que la camiseta se mojaba. Podemos recordar los chaparrones veraniegos que súbitamente inundaron nuestro corazón y refrescaron nuestra cabeza o las granizadas que helaron nuestra alma, podemos traer a la memoria sin apenas esfuerzo el primer día de algo o el último de alguien. Son como estacas que sirven para trazar una línea, pero el camino lo conforman los tramos que unen aguacero con aguacero.
Más que los hitos, son esos pasos continuos los que nos conducen al resabio o a la bondad, al desengaño o a la esperanza, los que forjan viejos pétreos o ancianos luminosos. Ken Loach se encuentra entre estos últimos. Con más de tres cuartos de siglo a sus espaldas y después de haber indagado en sus películas sobre las conductas humanas en las circunstancias más adversas, de haber reflexionado sobre las relaciones que establecen las personas en el marco de sociedades hostiles, de haber denunciado el inexorable derrumbe ético de un modelo económico que genera abismos de desigualdad en el epicentro y guerras en la periferia, sigue mostrando más ganas de acariciar que de odiar y así lo transmite en cada nuevo trabajo. El último, ahora en cartelera, se titula ‘La parte de los ángeles’, un cuento que desborda humor y esperanza, en el que el proceso de elaboración del whisky se convierte en metáfora. El tiempo, solo el tiempo, convierte al líquido en sublime, soles y lunas sucesivas trabajando en silencio, decenas de años que terminan con un trago, un único trago que se lo lleva. Ken Loach se está haciendo viejo, pero los días le han calado para bien.   

Publicado en "El Norte de Castilla" el 13-12-2012

domingo, 9 de diciembre de 2012

MIRANDO AL LADO OSCURO


A los locos hay que contarlos para saber que están todos encerrados, que ninguno escape de los límites del psiquiátrico en el que se los encierra. Si falta uno salta la alarma, pero la sorpresa llega cuando se llega al 33 donde debería haber 32. Este loco de más  acude al despacho del doctor Julio Denis, quien, de vuelta de todo, sin mueca de estupefacción, escucha la historia que narra Rantés, el nuevo paciente. Con esta lana Eliseo Subiela empieza a tejer su película ‘Hombre mirando al sudeste’. Rantés dice haber llegado de otro planeta, que su cuerpo no es más que una especie de holograma y que no tiene sentimientos. El psiquiatra, por supuesto, no le cree, pero, poco a poco, va entrando en su juego debido a que el comportamiento de Rantés le desconcierta, ¿un genio?, ¿un loco?, ya que no encuentra argumento médico que justifique su actitud. Sin embargo, Denis cree vislumbrar una falla en la argumentación de Rantés: este había dicho que no tenía sentimientos pero sus actos, sumamente generosos, parecían desdecirlo. Rantés rechaza la tesis, él no responde a sentimiento alguno sino a la más pura racionalidad, son los humanos los que, al actuar impelidos por los sentimientos,  provocan las injusticias. Lo humano, viene a decir, discurre entre lo excelso y lo ruin, y ambas facetas parten de lo más alejado a la razón, la emoción.