domingo, 14 de abril de 2013

DIOS AHOGA A OTROS

El refrán es el hermano inculto del proverbio. Este luce frac, se puede expresar en latín, es citado en libros tan trascendentes como la Biblia y forman parte del acervo del que los eruditos presumen. El refrán, sin embargo, es más de boina, se pronuncia en un castellano de tierra ‘adentro’, solo se habla de él en libros sobados que van de una mesilla a otra sin lucir en la estantería y resuena en los debates tabernarios. Refranes y proverbios son hermanos porque son hijos de la misma madre: la observación. Tienen, sin embargo, padres distintos: el proverbio es hijo de la reflexión; el refrán de la experiencia vivida. Eso sí, tanto el reflexivo padre que habla latín como el lugareño que se maneja con el verbo propio de la Moraña o de la Tierra de Campos, no son infalibles. A la reflexión siempre le falta más reflexión. A la experiencia, la experiencia de otros, sobre todo la de esos otros que no pueden ya aportarla. Tirando de refranero podemos encontrar, valga como ejemplo, que ‘Dios aprieta pero no ahoga’. Todos los que lo oyen recuerdan algún momento de apuro extremo del que lograron salir y el aserto va cobrando fuerza. Y cobra más porque ningún ahogado está en disposición de refutarlo.

jueves, 11 de abril de 2013

ELEGÍA PARA MUCHO ANTES

De unos días a esta parte, las portadas de los periódicos han estado adelantando el trabajo de las páginas necrológicas. No es que en otros momentos la gente muera menos, al fin y al cabo, para nuestro mal, como cantara Serrat, la parca nunca deja de buscar, simplemente, esta semana la guadaña ha segado con mayor profusión en el selecto campo de las personas cuya labor tenía, o había tenido, un enorme impacto social.
Tras la muerte, llega el tiempo de las buenas palabras. La memoria es selectiva, y es tan imponente el abismo del después al que todos estaremos sometidos, que lo malo que queda por decir se ha difuminado en las penumbras del pasado o se nos encoge en el estómago sin fuerza para salir. Elogios que son humo y, como tal,  parece que suben al encuentro de algo pero enseguida se desvanecen. Las alabanzas pronunciadas ante un ataúd nacen tan muertas como los inquilinos de la caja de madera, porque estos no pueden escucharlas.  

lunes, 8 de abril de 2013

¿QUIÉN DE USTEDES?

El consejo atribuido a Sun Tzu es válido para enfrentarse a cualquier circunstancia, pero es esencial para quien tenga alguna responsabilidad en la estrategia militar: ‘Nunca hay que dar un paso si no se está seguro del siguiente’. Al anecdotario de Hitler le ocurre lo mismo (con perdón) que a las reliquias que encierran un fragmento de la corona de espinas con que aquellos soldados romanos pretendieron humillar a Jesús de Nazaret: si creyésemos que todas las anécdotas son ciertas, o que todos esos trocitos de madera estuvieron donde dicen que estuvieron, podríamos llegar a la conclusión de que el tirano habría vivido doscientos años y que la cabeza del joven nazareno tendría una superficie capilar cercana, en tamaño, a la del partido de Sigüenza. Una de esas leyendas hitlerianas cuenta que el enajenado líder nazi, buen seguidor de la consigna citada, reunió a sus asesores militares con el fin de conocer las intenciones del ejército enemigo antes de decidir cuáles habrían de ser los pasos a seguir. Para tal fin había pedido, previamente, a cada uno de ellos un minucioso informe en el que deberían recoger cuáles serían los próximos movimientos de los aliados. Tras escucharlos, comprobó que apenas había coincidencia entre las previsiones de cada uno. Hitler se levantó airado, lanzó los informes al suelo y les dijo a voz en grito: ‘Seguramente uno de ustedes tenga razón, el problema es que no sé quién de todos es’.

jueves, 4 de abril de 2013

LAS PERDICES DEL EXSAPO

Los cuentos relatan una pequeña parte de la historia, la que, de tan dulce, resulta empalagosa. Pero nunca se esmeran en narrar los hechos que acontecieron antes o en detallar lo que, tiempo después, los protagonistas se encontraron en las tripas de esas perdices que comían aparentemente felices. Alguno de estos cuentos sí recrea momentos de tensión, instantes en los que la vida y la muerte se daban la mano, pero siempre eran burlados gracias a la pericia de esos héroes principescos, a los dones de hadas imaginarias o al puro azar. Callaban, sin embargo, las escenas que no se podían escribir en papel cuché sino en simples folios. Estas eran arrojadas al fuego y así, entre llamas de silencio, moría la parte más sucia de la historia. A veces incluso alguna de esas secuencias fue capaz de evitar el fuego, pero nos negamos a creerlas. Pensábamos que eran infundios destinados a arañar la piel sensible de esos seres casi mitológicos y que su prestancia, adquirida tras siglos decorando un árbol genealógico, era incompatible con el error. Pero no, el error es intrínseco a la genealogía de esos árboles tan farrucos que creen que les debemos la sombra, tan altaneros que no se dan cuenta de que su madera se pudre más deprisa que la del resto, de que la corteza que les adorna podrá ser más aromática, pero envuelve a la nada. Nos hemos caído del guindo, la mitología muere cuando el hambre aprieta.

lunes, 1 de abril de 2013

LA TECLA O LA FLAUTA


La leyenda cuenta que la pérdida accidental de una herradura de un caballo produjo la derrota en una batalla del bando del jinete. Un pequeño, casi anecdótico, hecho provoca consecuencias de mucho mayor impacto. También en los libros podemos leer cómo se puede gestar un punto de inflexión por medio de una acción provocada. Un movimiento que cambie los paradigmas del momento. La forma más eficaz consiste en invertir el legado de ‘El Gatopardo’. En su libro, Giuseppe Tomasi di Lampedusa explicita los tejemanejes de los poderosos para anclarse en el poder, aunque para ello haya que cambiar el envoltorio. Frente a esta acción, quien quiere cambiar las cosas puede proponer acabar con todo o, ya digo, elegir un camino mucho más eficaz: mantener el envoltorio y cambiar el objeto envuelto. Por fuera vemos lo mismo, pero dentro se han modificado los presupuestos.

jueves, 28 de marzo de 2013

PONS SE VA DE BARETA

Es más fácil sobresaltarse cuando un toro empitona a un torero que cuando es este el que alancea al animal. Es más fácil porque no exige ningún esfuerzo entender el sufrimiento de quien padece como tú, sin embargo, comprender el dolor del que es diferente obliga a salir de nuestro instinto para acercarnos a su realidad. De esta manera, para disfrutar de una corrida de toros hay que olvidar la situación en la que se encuentra el animal, porque quien empatiza con el dolor del toro desangrado no puede sentir aprecio por la persona que le ha puesto en ese trance.

jueves, 21 de marzo de 2013

BIOPSIA, NO COBAYA

Sabemos que Teruel existe porque un hubo un movimiento social que se encargó de gritarlo a los cuatro vientos, antes de eso, Teruel era apenas un frío apunte en la información meteorológica. De Chipre, sin embargo, sabíamos más: participaba en Eurovisión y era siempre la perita en dulce de los grupos que le correspondían a la selección española. Pero de repente, tan de repente como aparece una navaja en el cuello de quien es robado, Chipre es la palabra más repetida en la barra de los bares. Cuando las barbas de tu vecino veas pelar… suele ser la reacción oral del interpelado y el pánico se apodera del que tiene unos cuartos en una cuenta bancaria, o sea, casi cualquiera. Chipre, vista de esta forma, es una cobaya, un pequeño animalito al que se tortura con fines experimentales. Superada la prueba, se consiente que se aplique el mismo tratamiento a los seres humanos, llámense estos Italia o España.

domingo, 17 de marzo de 2013

RECORDAD: SABÉIS JUGAR


Las corrientes pedagógicas en vigor tienden a menospreciar el desarrollo de la memoria en los procesos de aprendizaje. Dicho de otra manera, lo que antes era la base ahora es un recurso. Las escuelas de antaño, tan escasas de medios como sobradas de alumnos, seguramente por eso, centraban buena parte de su actividad en la enumeración de interminables listados de ríos, de países con sus capitales, de escritores decimonónicos, de reyes de diversas dinastías o en recitar cómo siete cachorros acorralaban a una loba parda. Los alardes de memoria eran pruebas de inteligencia y cualquier aspirante a erudito gozaba de la admiración de su audiencia cuando, mirando al tendido, ahogaba en datos sus peroratas. La influencia de las nuevas teorías, sumada al hecho de que ahora podamos, con solo pulsar una tecla, tener acceso a cualquier información, ha relegado la memoria a un baúl subsidiario hasta el punto de que haya sido ridiculizada con definiciones como ‘la inteligencia de los torpes’.
Los que nacimos a caballo entre una y otra época aún cogimos el gusto a las enumeraciones y, dado que hasta entonces en el fútbol ningún entrenador había teorizado sobre las ventajas de modificar el equipo cada semana,  podíamos recitar de memoria las alineaciones de los equipos señeros de la liga. A mí, por edad ya digo, y aunque por afición mirase a otros lares, me correspondió aquella Real Sociedad en la que Arconada y Satrústegui eran el alfa y el omega, los Ataulfo y Rodrigo en la correosa lista de los Reyes Godos. Aquel equipo de una modesta ciudad norteña (asociar vasco y modesto tiene su mérito, reconózcanmelo) consiguió el elogio unánime y dos títulos de liga. Desde entonces, treinta años ya, su trayectoria deportiva ha estado plagada de vaivenes que le han llevado a acariciar la gloria, fueron dos veces subcampeones, y a embarrancar en la Segunda División. Institucionalmente no han tenido una línea más regular, ni han sufrido menos sobresaltos. Pero parece que esa incertidumbre acabó, que han vuelto a encontrar el golpe preciso de pedal, y han conseguido aglutinar un grupo que augura la vuelta a los viejos buenos tiempos.
Verles ayer frente al Real Valladolid fue una delicia. Sí, ya sé que nosotros lo hemos sufrido, pero dado lo inevitable de la derrota, hecho que dimos por cierto demasiado pronto, en cuanto vimos a unos y a otros, lo mejor que se podía hacer era disfrutar del talento, la velocidad y la precisión de esa pareja de diablos heredera de López Ufarte: Vela y Griezmann; del orden, la sincronía y el dominio sobre el juego de los hijos de Jesús Mari Zamora:Illarramendi, Pardo y Zurutuza... En San Sebastián gozan y temen a partes iguales, gozan de un fútbol de alto voltaje y tiemblan ante la cierta acometida de equipos más ricos y voraces dispuestos a engrosar sus plantillas con alguno de los jugadores de esta Real Sociedad que se tragó de un bocado a un Pucela cariacontecido. Un Pucela que pasó por la Bella Easo como la luz a través del cristal, sin romperlo ni rasgarlo. No hubo espacio para extraer ninguna conclusión positiva. Supongo que Rama, debutante como titular, se pregunte dónde se ha metido.
Debe ser que estos chicos, jóvenes como son, pasaron por una escuela en la que la memoria no se ejercitaba y, quizá debido a ello, no recuerden que pueden jugar mucho más y mucho mejor que en San Sebastián. La memoria será, en este caso, el bálsamo que cure la melancolía y estimule el apetito, porque si no quince días sin competición pueden hacerse muy largos.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 17-03-2013

jueves, 14 de marzo de 2013

LAS PAREDES DE LAS SEDES

Las paredes de las sedes de los partidos políticos están construidas con un extraño material que distorsiona los sonidos que vienen desde el exterior, desde ese territorio habitado que llaman ‘la calle’.  Ese particular eco produce dos efectos aparentemente contradictorios: aísla y dirige.

Durante largas temporadas, esas paredes no permiten que entre sonido alguno,  de esta forma, los ‘Óscar López’ que entre ellas han crecido, adquieren un lenguaje ininteligible, una gama de usos y costumbres solo válidos para moverse (y ascender) en ese mundo cavernario, pero que les impide comprender otro lenguaje, el de los mortales que viven fuera. Es por esto que, cuando están prestos a colgarse una medalla y recibir con agrado la sonrisa complaciente de sus jefes, se sienten desconcertados al escuchar que más allá de la sede, en esa calle difusa, critican su actuación. Ellos, en casos así, caminan por los pasillos con la misma cara que Obélix diciendo “están locos estos ponferradinos”.