jueves, 6 de febrero de 2014

LOS NADIES FRENTE A LA NADA

Hará cosa de tres años paseaba una tarde-noche por el vallisoletano barrio de la Huerta del Rey. En uno de sus recovecos indescifrables para los carteros noveles vi una terracita en la que podía tomar el café que me estaba apeteciendo y, a la vez, leer la prensa. Entré en el bar, creo recordar que se llamaba La Calleja, en busca del periódico y allí me encontré con una exposición de revistas de los años sesenta y setenta. Una portada me llamó especialmente la atención, era una de las de la revista Hermano Lobo y su autor firmaba como Ramón. Un ricachón arengaba a un grupo de personas planteándoles un falso dilema, les decía: ‘O nosotros o el caos’. La muchedumbre respondía: ‘El caos, el caos’. El millonetis impertérrito les cerraba la boca con una sentencia lapidaria: ‘Da lo mismo, el caos también somos nosotros’. La imagen era de mediados de los setenta, días arriba, días debajo de las televisivas lágrimas de Arias Navarro. Una viñeta, una caricatura, una exageración, piensas, porque siempre subestimas la capacidad humana de hacer el ridículo. Hasta que llega alguien y sobrepasa el límite. Convención del Partido Popular, Dolores (de) Cospedal, micrófono en ristre, afirma que hay dos alternativas, el PP o la nada. Y pudimos entender sin que nadie, a diferencia de la viñeta, replicase a la oradora que la Convención era a la vez del PP y de la nada.

domingo, 2 de febrero de 2014

SIMPLE CONTRA BARROCO

Pudo ser así, o quizá nunca fue, pero así me lo contaron. Un chaval por cuya apariencia podemos vislumbrar que no hace tanto que ha cruzado la frontera de los veinte, se acerca al escritor bonaerense Jorge Luis Borges, quien recién acaba de terminar una conferencia. El chico porta una carpeta que tiembla entre sus dos manos, en su gesto alguno podría vislumbrar un cierto temor, otros una ilusión desmedida; lo cierto es que, ese es el poder de los gestos, probablemente expresase las dos cosas a un mismo tiempo. Maestro, dice con voz entrecortada, le dejo esta novela que he escrito, me encantaría conocer su opinión acerca de ella. Borges, que jamás destacó por su don de gentes, o bien podríamos decir que nunca utilizó eso que podríamos llamar hipocresía social como aceite para sus relaciones, le alejó con un áspero movimiento de la mano y con desdén le dijo que no le hiciera perder el tiempo, y añadió: ‘Si aún no he terminado de leer la obra de Dostoievski no encuentro motivo para leer antes la suya’. El joven se quedó, probablemente para su bien, sin conocer el juicio sobre su novela del escritor consagrado, este tenía claro que cualquier juicio parte de una pregunta: ¿comparado con qué? Y con esas, la novela del imberbe siempre salía perdiendo ante cualquier cosa escrita por el ruso. Cosas de la vida, con el pasar de los años Borges renegó (también) del autor de "Crimen y Castigo".

jueves, 30 de enero de 2014

A LA DERECHA DEL PISUERGA


El carpintero pulía el listón con la garlopa, cuando observó que en el poyo de la ventana del taller se había posado un cuervo. El hombre frunció el ceño, se irguió, apuntó  y con un certero garlopazo dejó al cuervo patas arriba mientras poco más de media docena de plumas flotaban sobre el cadáver. Su hijo, presente como cada tarde en el taller, le reprendió: Papá, ¿por qué has hecho eso? El padre, que había recuperado su habitual sonrisa tras el ajusticiamiento del ave, puso el brazo sobre el hombro del chiquillo y con un tonillo enigmático le respondió: Mira hijo, sabiendo lo que fue capaz de hacer una paloma ¿qué no podría hacerme un cuervo?

domingo, 26 de enero de 2014

HIJOS SIN PARÁBOLA

Nunca me convencieron, ni poco ni mucho ni nada, las diversas lecturas que se hacían de la parábola del hijo pródigo. Más que nada porque el debate se plantea como si la realidad solo ofreciera -tal que si fuera una contienda electoral en un escenario asolado por el bipartidismo, tal que si fuera una liga en la que nada más que dos se juegan la gloria y el resto apenas malviven, tal que si fuera una tele de los años sesenta- un blanco y un negro intercambiables como únicas alternativas posibles. Recordemos: un padre tenía dos hijos, el pequeño elige una vida placentera y se va de casa tras haber pedido su parte de la herencia. Una vez dilapidados estos dineros y viéndose en la miseria, se arrepiente (se arrepiente o, como en el clásico aforismo, piensa que entre el orgullo y el dinero lo segundo es lo primero) y vuelve tras el rebufo paterno. El padre, cuando le ve llegar, se llena de alegría y celebra su vuelta por todo lo alto. Aparece entonces en escena el mayor de los hijos, el que se quedó trabajando en la hacienda familiar, el que pensaba que todo este esfuerzo repercutiría única y exclusivamente en su futuro patrimonio. La reacción del padre le encoleriza porque la considera injusta. Visto así, parece que cualquier comportamiento solo se produce por el empuje de los intereses personales envueltos en la aparente bondad del mayor o en la cierta falsedad del pequeño. Y no es así, podrían darse, al menos, otras tres opciones representadas por otros tantos vástagos que no aparecen el cap. 15 del Evangelio de San Lucas, el tercero se arrepentiría de veras, el cuarto cumpliría con lo que cree que tiene que cumplir sin más interés que el resultado de su buena labor y el quinto derrocharía una y otra vez lo que va consiguiendo por una mezcla de orgullo, prepotencia y mala cabeza.

jueves, 23 de enero de 2014

CIENCIA PARDA

Henri Poincaré, un científico que vivió a caballo entre los siglos XIX y XX, dejó escrito que ‘de la misma manera que las casas se construyen con piedras, la ciencia se realiza a partir de los hechos; pero un montón de piedras no es una casa y una colección de hechos no es necesariamente ciencia’. Sin embargo, hay hechos que son como piedras, tan enormes que forman por sí solas una casa. En un informe de Intermón se desvela que, suma, sumando, las veinte familias más ricas de España poseen tanto como los diez millones (10.000.000, que a lo mejor viendo tantos ceros lo visualizamos mejor) de españoles más pobres. Vamos, los que caben en un restaurante frente a los que podrían habitar 30 ciudades del tamaño de Valladolid.

martes, 21 de enero de 2014

CASI UN ENGAÑO

Por si ya fueran pocas las dificultades a las que ha de enfrentarse para sobrevivir un joven de los años veinte en los suburbios de Rotterdam, Jacob Katadreuffe añadía una más: era un hijo ‘bastardo’, condición por la que se sentía apuntado por el dedo cruel de las habladurías. Su madre callaba en todos los sentidos, no solo le ocultaba el nombre de su padre sino que, además, quizá condicionada por el sentimiento de culpa, quizá por verse obligada a ‘cargar’ con un hijo que jamás deseó, nunca le dio el cariño ni la atención que el niño reclamaba. Jacob, a pesar de todo, se empeña en escalar socialmente. Unos viejos libros que yacían mortecinos en la casa de su madre encienden la llama de su curiosidad y marcan el inicio de su formación autodidacta. Un día descubre que Deverhaven, el ser más odiado de la comunidad, es su padre. Este es un hombre ruin que se siente orgulloso de ese estigma. No en vano, por su trabajo de alguacil se dedica a desalojar a los vecinos más pobres entre los pobres de sus casuchas y, en los ratos libres, ejerce de usurero aplicando métodos canallescos. 

jueves, 16 de enero de 2014

SE BURLA DEL MIEDO

Juan Gelman
En el juego en que anduvo hasta ayer, en el mismo juego en que siempre andamos, Juan Gelman eligió ‘esta inocencia de no ser un inocente, esta pureza en que ando por impuro’. El poeta camina por un estertor de Burgos, el burgos con minúscula, el que no se enseña, el que no aparece en las guías, una barriada despojada que es poco más que un ruido que rara vez llega a oídos del Cid. Pisa el poeta con fuerza, camina impuro, y es señalado por el dedo de sus contrarios, quienes esconden la avaricia tras sus inocentes caras de diseño. Pero le da igual, pisa con fuerza porque elige, sin lugar a dudas,  ‘este amor con que odio, esta esperanza que come panes desesperados’. Levanta la mirada y con su poca voz, dice que aquí, lo que pasa, no es un bulevar, no, ‘aquí’, insiste, ‘pasa, señores, que nos jugamos la muerte’. Y de morir que sea así, tras habérsela jugado. Juan Gelman, que, cosas del lenguaje, fue llamado terrorista,  se sentó en un viejo banco de la calle Vitoria y recordó a Daniella Rocca, la mujer que un día conversó con los ángeles. Sonríe el poeta, en su memoria aquellas portadas de periódicos que tildaban a Daniela de loca, ella que ‘no mató a sus padres y fue caritativa’ porque un día de enero ‘orinó bajo un árbol’ o bajo el plano en que había un árbol cuyas raíces se abrían paso en el último suelo de la especulación. Juan, como Daniela, como tantos, estaban en la calle derrochando energía frente a ‘las puertas que se abren para seguir viviendo, las puertas que se cierran para seguir viviendo’.

sábado, 11 de enero de 2014

LA BOINA DE ANICETO

Como en años anteriores, mi amigo Aniceto (que no, que no fabulo, juro que se llama así) comió las doce uvas en un refugio cercano a la Laguna Grande de Gredos. El primer día del año, por cosa de las malas condiciones meterorológicas, no pudo culminar la costumbre: hincar el diente al Almanzor. No obstante, a pesar de esta actitud precavida, Aniceto no pudo evitar, le cito, ‘un hecho trágico: mi boina ha caído en acto de servicio (una ráfaga de viento que...)’. Ernesto, presente en la conversación, puso cara de pesadumbre y le respondió con no menos sorna: ‘Siempre se van los mejores’. Y me acordé , como cada vez que la escucho, que esta frase es la misma que digo en alto cada vez que llega a mis manos un ejemplar de la revista El Jueves y veo que ya no están las ‘Historias de la puta mili’ en las que el fallecido Ramón Tosas ‘Ivá’ narraba con ironía y mordacidad las aventuras milicianas de un grupo de zagales.

jueves, 9 de enero de 2014

ESAS PEQUEÑAS LEYES

Siempre hemos escuchado que la historia la cuentan los escribas del bando vencedor. No es cierto del todo, la realidad más certera nos muestra que si el derrotado tiene más poder (aunque parezca una contradicción ocurre a veces) es capaz de voltear la realidad e imponer su mirada. Así sucede en muchas guerras de descolonización, incluidas las actuales, en las que el imperio encalla. Pero las verdades y las mentiras que conviven impresas en los libros de historia tienen cada vez menos peso en el imaginario colectivo. El conocimiento racional se encoge para el común de los mortales ante la pujanza de los medios audiovisuales que intervienen en el territorio de las sensaciones o en el de las emociones. Conocemos más de la II Guerra Mundial por el cine o por las novelas que por los libros de historia. Así, podemos pensar que el desembarco de Normandía se produjo por el engaño de los aliados sobre el punto concreto en que tal ofensiva se iba a realizar, se tiende a olvidar que ese engaño solo pudo darse porque el grueso del ejército alemán estaba enterrándose en Stalingrado y no podía defender más de un flanco en las costas francesas.