Bien pudo haber sido así. Juan Ignacio Martínez, ese
entrenador que viste como lo haría cualquier señor castellano para ir a
misa, se quedó plácidamente dormido en el sofá. En su cara se podían
leer todas las letras de la palabra felicidad. De súbito abrió los ojos
–apenas le costó un instante reubicarse en su nueva condición de
despierto– se levantó, caminó hacia su despacho, allí se sentó, tomó un
bolígrafo y, en el primer folio en blanco que encontró sobre la mesa,
escribió unas notas que concluían con un ‘ganamos al Barça’. Volvió a
sonreír recreándose de nuevo en la escena con la que había soñado
momentos atrás. Estaba, como cualquier padre, a los pies de la cama de
su criatura leyéndole un cuento.
Un mozuelo pasaba la tarde en su taller, dado que no era mucho el
trabajo que le encargaban, pasaba buena parte del tiempo en su inopia
particular. Unas moscas, pesadas de oficio, no le dejaban de incordiar.
El chico cogió un trozo de paño y, de un golpe seco, mató a siete de
ellas. Satisfecho, quiso inmortalizar la hazaña con una leyenda estampada
en una de sus camisas: Maté a siete de golpe. Se la puso y salió a
pasear por la ciudad. Entre sus vecinos se acrecentó el rumor de que el
lema hacía referencia a siete soldados que nuestro protagonista habría
abatido de golpe. Su fama llegó hasta el rey que, impresionado por el valor
del chiquillo, le encomendó enfrentarse a dos gigantes que atemorizaban
a los habitantes de su palacio. El reto era de órdago pero el joven no
podía volverse atrás, a riesgo de hundir su reputación, y aceptó la
encomienda.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
lunes, 17 de marzo de 2014
domingo, 16 de marzo de 2014
UCRANIA TAMBIÉN VIVE EN VALLADOLID
Pasean a diario por las mismas calles que nosotros, sus hijos acuden al mismo colegio que los nuestros, la crisis económica de nuestro país hace mella de igual manera en su día a día, pero estos días tienen una preocupación añadida. En su tierra natal se juega una partida de esas que si es difícil saber cómo han empezado, resulta imposible adivinar el rumbo que va a tomar. Iuliia Andriyevska, Tatiana Zhuravska, Oksana Guryn, Bogdan Marchuk y Vadim Bondarenko son cinco de los más de doscientos ucranianos que viven en Valladolid. Han querido compartir con El Norte de Castilla sus reflexiones y exponernos sus temores.
Van llegando de uno
en uno, en cada rostro se vislumbra la preocupación, esa forma de miedo
inconcreta, de temor a no se sabe qué cuando la mirada al frente no aventura
nada bueno. Al entrar en el bar en el que estábamos citados me encuentro a
Oksana Guryn que ya estaba esperándonos sentada en un taburete en la barra. Le
acompaña Chema, su marido, un vallisoletano con quien tiene dos hijos, los
saludo y les presento a Iuliia Andriyevska. Oksana muestra su sorpresa:
“¿También eres ucraniana?” Iuliia es la camarera que les ha atendido y no se
había percatado de que eran paisanas. Se ríen y se elogian mutuamente el nivel
de castellano. El punto de partida de Oksana es Staryi Sambar, una ciudad atravesada
por el río Dnister situada apenas a veinte km de la frontera con Polonia; el de
Iuliia está en la localidad de Skvyra, a poco más de cien km al este de Kiev,
el epicentro del terremoto ucraniano. A continuación entran Bogdan Marchuk y
Vadim Bondarenko, dos chicos que recién acaban de sobrepasar la mayoría de edad.
Ellos llegaron a Valladolid siendo todavía unos niños, pero no han perdido los
lazos con la tierra de origen de sus padres, son miembros de esa segunda
generación que eternamente padecerá la enfermedad del doble desarraigo, forasteros
aquí y extraños allá. La última en incorporarse es Tatiana Zhuravska. Al igual
que Oksana, lleva años afincada en Valladolid, aquí conoció a quien hoy es su
marido y aquí nacieron sus dos hijos. Ellos
dejaron Ucrania en su día, las cosas en la joven república no parecían
sencillas y eligieron emprender un camino cuyo destino tenía una escala, en
algún caso, si esto se puede afirmar alguna vez, puede que definitiva, en
Valladolid.
jueves, 13 de marzo de 2014
LA HERMANA REBELDE
La memoria es la
hermana rebelde de la historia. Si la segunda se plasma en los libros desde
donde camina despacio, pretende relatar los hechos y los ordena en función de
su importancia con una base más o menos objetiva; la primera bulle inquieta en
cada uno de nosotros, es voluble y a la vez pertinaz y señala la importancia de
los hechos en función de las cicatrices que van dejando. La historia cuenta
víctimas, la memoria las duele.
Las efemérides
proponen un viaje por el túnel de esa memoria, más aún cuando el número de años
pasados desde el acontecimiento llega a un número redondo. Entonces nuestra
cabeza nos reubica ¿dónde estaba yo? ¿Qué sentí en aquella jornada? Y vuelvo a
ser el niño temeroso que fui, por ejemplo, aquel 11 de marzo de hace 10 años.
Nunca antes me sentí tan débil como materia viva ni como ciudadano. Las bombas
vinieron a recordar que no hay distancia entre la vida y la muerte, que lo que
hoy vive mañana protagoniza un funeral, que el hombre puede ser el peor lobo
para el hombre, que no hay distancia entre los que asesinados de aquí y los que
vamos a asesinar allá. Las palabras oficiales no nos dejaron espacio siquiera
como ciudadanos, fuimos tratados como ganado al que se conduce al aprisco de
las urnas.
En medio de un dolor casi unánime, la respuesta social de aquellos días tuvo una parte meritoria: la imagen de un pueblo exigiendo decoro a su gobierno, miles de voces anónimas reclamando ser tratados como personas adultas. Pero también tuvo su envés, una vez sofocado el incendio emocional del momento volvimos a ser tratados de la misma manera y el silencio, con excepciones, no se volvió a romper.
En medio de un dolor casi unánime, la respuesta social de aquellos días tuvo una parte meritoria: la imagen de un pueblo exigiendo decoro a su gobierno, miles de voces anónimas reclamando ser tratados como personas adultas. Pero también tuvo su envés, una vez sofocado el incendio emocional del momento volvimos a ser tratados de la misma manera y el silencio, con excepciones, no se volvió a romper.
Estas víctimas, que
no fueron héroes porque ni eligieron su destino ni se enfrentaron a él, nos
hicieron humanos y dignos por un día. Víctimas, estas y todas, que merecen todo
el apoyo del estado, todo el respaldo de la sociedad, todo el aplomo de la
justicia. Hasta ahí. Porque cuando los entornos de las víctimas convierten su
condición en un cheque con el fin de condicionar las políticas del país pierden
el respeto ganado.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 13-03-2014
Publicado en "El Norte de Castilla" el 13-03-2014
domingo, 9 de marzo de 2014
SOLO ALGO MEJOR
Cuando recibió el aviso de que Jeanne St. Jean había
roto aguas, la anónima matrona, como cada vez que era requerida para
ejercer su profesión, preparó el material necesario y se puso en camino.
Para ella se trataba de un parto más, cierto es que los Bernadotte eran
una familia con posibles, no en vano, Henri, el padre, era procurador en
Pau, pero ni ella ni nadie en esta ciudad francesa podía pensar que ese
día fuera a quedar apuntado en los futuros manuales sobre la historia
de Suecia. Con el pasar de los años, el pequeño Jean-Baptiste se enroló
en el ejército. Tras el triunfo de la Revolución, subío con inusitada
rapidez los peldaños del escalafón militar hasta alcanzar el último, fue
convertido en mariscal del ejército napoleónico. En 1808 estuvo al
mando de las tropas francesas frente a las suecas. No tuvo éxito pero su
labor no debió pasar inadvertida para sus rivales ya que dos años
después fue reclamado para ocupar el trono vacante. Aquel frío día de
enero, la matrona caminaba sin saberlo, y quizá nunca lo supiera, para
ayudar a nacer a un futuro rey.
jueves, 6 de marzo de 2014
SON DE FUERA, NO SABEN
Miedo me da que a
España le dé un ataque de sí misma. Miedo porque carga sobre sus espaldas con una
maldición idéntica a la de Troya. La sacerdotisa Casandra recibió de Apolo la
capacidad de profetizar los acontecimientos venideros. Posteriormente, el mismo
dios, por despecho, la castigó de la forma más cruel, no le retiraba el don
pero, a partir de ese momento, nadie le creería nada de lo que pudiera decir.
Mal para ella, peor para su pueblo que despreciaba la voz que mejor podía
aconsejar sobre el rumbo a tomar. Entre sus vaticinios estaba la caída del
propio reino como, al poco, ocurrió.
domingo, 2 de marzo de 2014
ABRIGO EN EL POLO
Cuando el sol estaba en su punto más alto, Esaú entró en casa. Como cada mañana, había salido de caza acompañando a las primeras luces del día. Las horas transcurridas entre uno y otro momento las fue ocupando subiendo riscos y bajando laderas, persiguiendo algún conejo y protegiéndose de las alimañas. Como cada día, más o menos a estas horas, regresaba exhausto y hambriento a casa, pero allí no encontró más comida que el plato de lentejas guisadas que estaba comiendo Jacob, su hermano pequeño. Tanto reclamaba el estómago de Esaú que no dudó en ofrecer los derechos que le correspondían por ser el primogénito a cambio del plato de legumbres. Esaú se arrepintió y posteriormente procuró, si bien de forma infructuosa, que ese acuerdo no se llevara a efecto. Pero este pasaje que podemos encontrar en ese manjar literario que es la Biblia explica a la perfección lo que los economistas en su jerga denominan ‘valor de uso’, o sea, el precio que estamos dispuestos a pagar por un objeto en función de la necesidad que satisfaga en un instante concreto. Ese plato de lentejas, tantas veces menospreciado, multiplica su valor cuando no hay nada más que pueda saciar el hambre voraz de Esaú en ese preciso momento. Frente al valor de uso, el ‘valor de cambio’ es menos subjetivo al relacionar el precio de cada mercancía en relación con las demás. Sobre cómo se fija este valor hay diversas teorías.
A estas alturas de la liga, el precio de un punto para el Real Valladolid hay que empezar a medirlo por su valor de uso. A principio de temporada cada punto se atenía al valor que tan bien midiera el técnico ‘yugoeslavo’ Bujadin Boskov en uno de sus axiomas: ‘punto ser punto’. Valía para sumar pero la temporada era, entonces, tan larga como el margen de error. El tiempo fue pasando y llegamos a este día en donde no caben más pinchazos. Cada punto vale tanto como lo que se está dispuesto a pagar por un abrigo si te encuentras desnudo atravesando el Polo Norte; si ese punto significa restar dos a tu oponente más directo no tendrías ningún empacho en ofrecer por ese abrigo tu pulmón para un futuro trasplante. Un punto de octubre vale lo mismo que el obtenido ayer, sin embargo, de haber perdido el Pucela en ‘La Rosaleda’, además de un golpe mortal al estado de ánimo, hubiera supuesto acrecentar la desventaja ante los que le anteceden en la tabla de forma tal que ya no tendríamos dedos suficientes en una mano para contarla. Sumen a eso que los dos partidos en puertas son de esos que no hacen que se dispare el optimismo. En resumen, la derrota, salvo inesperado milagro posterior, hubiera sido una invitación, sin posibilidad de ser devuelta, a la Segunda.
jueves, 27 de febrero de 2014
TEORÍA DE LOS ABUELOS
El ruido del coche
le despertó. Pedro estaba ese fin de semana en su pueblo que distaba apenas
veinte km de Rioseco. Sorprendido miró el reloj y vio que aún no eran ni las
diez de la mañana. Salió al pasillo y le vio entrar en casa. Pensó que algo
había pasado porque no era habitual que su padre, rozando ya los setenta,
cogiera el coche si no había una razón de peso que le obligase. Esa mala
sensación se borró al instante -justo al observar la sonrisa de la cara de su
padre- y eso que, cuando pasó por delante de Pedro, ni se percató de su presencia. El hombre
entró en la cocina buscando a su nieto, el hijo de Pedro, que merodeaba por
allí. Cuando le vio le dio algo que Pedro no pudo ver. La criatura lo cogió y
se colgó del cuello de su abuelo dándole las gracias en forma de besos. Pedro
se acercó a su padre y le preguntó que de dónde venía. Este le responde que vuelve
de Rioseco de comprar Nesquik para que
el niño desayunase. Pedro flipa, nunca imaginó que pudiera hacer ese viaje por
nada: “ Anda que…¿no podría haber bebido por un día la leche sola?”. Poco
después fue él mismo el que desayunó, abrió el cajón y vio, para mayor
sorpresa, un bote de Cola Cao. Busca a su padre y le dice: “Si había Cola Cao”.
El hombre sonríe de nuevo, busca la complicidad de su nieto pasando su brazo
por encima del hombro y responde: “Ya, pero mi niño quería Nesquik”. Y se fue
de la escena tan feliz.
sábado, 22 de febrero de 2014
CALMA NADA BUENA
Uno va a su puesto de trabajo, pongo por caso, como
el día anterior, el anterior y el anterior. De haber notado ciertos movimientos
inhabituales hubiera sentido esa dichosa mosca tras la oreja y habría llegado
fácilmente a la conclusión de que algo (casi nunca bueno) se estaba cociendo a
sus espaldas. Sin embargo, cuando esa misma oficina lleva varios días demasiado
tranquila, cuando parece que los papeles pesan y los movimientos se repiten,
cuando cada día se parece excesivamente al anterior, el mismo trabajador
empieza a notar que el aire se solidifica y es consciente de que por algún lado
algo va a estallar. Que tras la tormenta llega la calma es algo sabido, pero
esta relación se produce también, con mucha frecuencia, en sentido inverso. La
calma, el exceso de esta, suele ser el preámbulo de una partida de rayos y
truenos que llegan así, como de repente. Lo sorprendente es que no nos suele
pillar desprevenidos porque un sexto sentido nos mantiene alerta, nos prepara
para lo peor.
jueves, 20 de febrero de 2014
PALABRAS TRANSGÉNICAS
Dijo que libraría al pueblo de
las ratas a cambio de un pequeño botín y los aldeanos, hartos, pero sin saber
qué hacer para acabar con la plaga, aceptaron la propuesta. El flautista, del
que bien poco sabían en el pueblo, hizo sonar su instrumento con tal
virtuosismo que consiguió que las ratas le siguieran y acabaran ahogadas en el
río. Imagino que su flauta emitiría unos sonidos tan bellos como para embelesar
hasta los seres más abyectos pero que, en cambio, la melodía no podía estar
acompañada de letra alguna, es imposible, ya sabemos, soplar y sorber todo a la
vez. Los patrones del pueblo resolvieron no pagar lo acordado y nuestro
flautista decidió vengarse. Estando los mayores en alguna de sus misas, el
músico tomó de nuevo la flauta y de esta brotaron hermosos acordes que
obnubilaron los sentidos de los incautos niños. Le siguieron hasta una covacha
donde les encerró. Según unos, algún niño rezagado alertó a los adultos; según
otros, el flautista consiguió su propósito ya que los aldeanos pagaron la
recompensa y más en concepto de rescate. Cuentan también que, siempre que hay
tajada nunca falta quien se apunte, algún lugareño colaboró en la urdimbre del
plan.
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