De repente le había
cambiado el semblante, ahora, mientras guarda su teléfono en el bolsillo de la
chaqueta, esboza la misma sonrisa que se le pone cuando gana un órdago al mus.
Hace apenas unos minutos gritaba a su auricular -y a toda la gente que en ese
momento pasaba por la calle- mostrando su indignación. Sois unos sinvergüenzas,
decía, me dijeron que ese servicio costaría equis y me han cobrado casi el
doble, me dijeron que no reducirían las prestaciones y cada día todo funciona
peor, no quiero seguir con ustedes, póngame, por favor, con el departamento de
bajas. Se hizo el silencio que duró unos segundos, después, no menos
enfurecido, volvió a repetir la misma cantinela. Así hubo tres o cuatro intentos, hasta que
consiguió acceder al servicio de bajas. Si bien al principio de esta última
conversación mantenía el enfado, su cara iba tomando, paulatinamente, un
aspecto más relajado.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
jueves, 2 de octubre de 2014
lunes, 29 de septiembre de 2014
CUELLO, PATAS, ALAS
En aquellos tiempos,
el pollo se comía los domingos y nunca se tiraba nada. Además, cuando se
compraba, se compraba todo el pollo, sin poder elegir la parte que más nos
gustaba descartando el resto; vamos, que no se podía comprar solo pechugas. Por
aquel entonces, nuestras madres, sobre todo nuestras madres, nos mentían con
tal convicción que solo acertamos a descubrir la trola años más tarde. Llegado
el momento de servir las diferentes tajadas del ave, ellas, siempre ellas,
repartían tratando de complacer los deseos de cada comensal. Cuando todos
estábamos servidos y tocaba su turno, llenaban su plato con lo que había
sobrado -cuello, patas, alas...- y, justo en ese momento, decían: «me habéis
dejado lo más rico». A nosotros nos sorprendía ese gusto estrafalario, pero si
ella lo decía así había de ser. Al fin y al cabo ¿quién va a dudar de la
palabra de una madre? Llegaron otros tiempos, no me atreveré a decir que
mejores, en los que la elección de tajadas se hacía ya en el supermercado, en
los que llegamos a creer que los pollos estaban formados por muslos y pechugas.
Hace algunos años, en pleno esplendor de la era Guardiola en el Barça, un
jugador del Alavés -no recuerdo quién- dijo que el fútbol de los azulgranas
estaba haciendo mucho daño al fútbol modesto, que cualquier aficionado iba a
los campos de Segunda B o de Tercera -mal educado por lo que había visto a
través de la tele- pensando que aquella manera de jugar era tan fácil como
parecía y, por tanto, se enfadaba con sus equipos si no intentaban hacerlo de
la misma manera. A tenor de los silbidos que se escuchaban en el campo,
afirmaba aquel modesto jugador, daba la sensación de que los centrales estaban
obligados a sacar siempre el balón jugado, de que dar un patadón era, poco
menos, que un pecado mortal. El diagnóstico es de lo más certero incluso para
los que escribimos. Deberíamos tener un poco más de mesura, pero el virus nos
ha infectado y tras comer la pechuga televisiva de un control perfectamente
ejecutado, el muslo de una jugada con varios pases al primer toque que acaba en
ocasión de gol, nos resultan duros los cuellos, patas y alas propias de la
Segunda División y, sin demora, cuestionamos el juego de nuestro equipo por no
alcanzar ese mismo sabor o ser más áspero al contacto con el paladar. Así,
valoramos poco que vayamos matando el hambre punto a punto y que, pechuga o
cuello, nadie tenga más puntos que el Valladolid. Ayer volvió a ocurrir, lo que
pudimos ver -que no fue mucho, ya saben, somos de segunda y la tele quiere
manjares- no descubrió nada que no hubiésemos visto en los partidos anteriores:
El juego de los pucelanos no enamora, el bloque se muestra vulnerable, pero los
partidos van llenando el buche aunque sea con un puntito. Por si fuera poco,
Bergdich, la tajada de este pollo que más nos desespera cuando juega de
extremo, anotó el único gol vallisoletano. Y no sabes qué decir. A primera
vista, su juego entre anárquico y barroco es un eslabón perdido que
desconcierta a los propios, pero, quizá, por lo mismo, su caos desorganiza a los
rivales. Quizá pedimos demasiado. Tal vez haya carne suficiente por más hueso
que haya que roer.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 29-09-2014
jueves, 25 de septiembre de 2014
CARNAVAL DE SOMBRAS
En este carnaval de
sombras nadie es lo que dice ser, en este baile de máscaras no tienen siquiera
la potestad de elegir la que más les gustaría. Abren, sin más, el armario de la
ética intercambiable, toman el disfraz pertinente y se visten con las palabras
que más les convienen. Ahora Gallardón hace un mutis por el foro tras haberse
probado infructuosamente la retahíla de ropillas con las que viste un
aspirante. Los suyos nunca le quisieron, ni antaño le sirvió el disfraz de
palmero, ni hogaño el de Torquemada. El guión no tiene más texto para este
personaje; el actor, que aspiraba a protagonista, firma el finiquito de su puño
y letra.
lunes, 22 de septiembre de 2014
BURBUJA DE PUNTOS
Así, como quien no quiere la cosa, en solo un año, el primero de este
siglo, en España se pasó de construir doscientas cincuenta a quinientas
cincuenta y cinco mil viviendas. Más del doble. Sin saberlo se había inaugurado
la burbuja inmobiliaria. El resto de la historia es de sobra conocida aunque
las consecuencias no lo sean, más que nada porque solo el tiempo terminará por
ponerlas de manifiesto. Muchos son los análisis que se han hecho y muchas son
las causas apuntadas (la reforma de la ley del suelo, el ingreso en el euro, la
bajada de los tipos de interés, la relajación de las entidades financieras, el
mito que aseguraba que el precio de la vivienda nunca baja, la ausencia de una
política de alquiler...) que, sumadas, permitieron que se incubase la catástrofe
que marcará un antes y un después en la historia económica de España, una
enfermedad de la que -si se sale- será con el cuerpo magullado y, por supuesto,
distinto al que se tuvo antes del paso por el quirófano. En ese mientras tanto,
los dirigentes políticos alardeaban de esa aparente bonanza, esgrimían cuadros
estadísticos en los que España siempre estaba entre los países que más pitaban,
éramos, nos decían, la envidia del mundo mundial. Decía que el número de
análisis sobre las causas que generaron la burbuja tiende a infinito, pero
estos análisis, como el propio nombre indica, se realizaron una vez la burbuja
hubo estallado. Hasta entonces fueron muy pocos los que, cual Casandras,
alertaron de la que se avecinaba, pero el ruido impidió que se les escuchase. O
peor, si se les escuchaba se les reprendía, se les reprochaba su pesimismo, se
les llamaba aves de mal agüero y se les invitaba a sumarse al jolgorio. El caso
es que durante esa etapa ominosa pensábamos que éramos y no éramos, creímos que
teníamos y no teníamos. Las vacas que parecían gordas estaban impladas.
jueves, 18 de septiembre de 2014
EL APROBADO SE ARRANCA
Da la sensación de que hasta aquí hemos llegado, de que esto se ha agotado, de que el temario que nos fueron explicando desde hace cuarenta años ha dejado de ser creíble, que ni la tierra es plana ni gira alrededor del sol. Las clases de economía suenan a falso de puro farragosas, sucesiones de palabras que parecen decir y no dicen nada con un único objetivo: esconder lo evidente. No es cierto que las cosas vayan mal porque tenga que ser así y mucho menos que vayan mal a todos. Van mal para las personas que viven de su trabajo y para las que ni trabajo tienen, van mal porque no son ellas las que han fijado las reglas del juego. Pero de nada valen las quejas, decir que el suspenso es por culpa del profesor que nos mira con ojeriza, que le caemos mal, que nos tiene manía. No hicimos los deberes que nos correspondieron, creímos, cosas de tener un coche y un piso aunque fueran hipotecados, que la asignatura de la vida era una maría que aprobaríamos sin ningún esfuerzo.
lunes, 15 de septiembre de 2014
CASTAS PROPUESTAS
Aún no ha cumplido
los veinte, transita por esos años en la que empezamos a no entender nada,
mejor dicho, ese tiempo en que desaparecen las pocas seguridades que se
necesitan en la infancia y se empieza a abrir un mundo en el que no se sabe
hacia dónde dirigirse. Es una época de explosión ante lo que se descubre pero,
a la vez, de miedo ante lo que se avecina, de desconfianza en uno mismo, de
desubicaciones. Pero ella es simplemente feliz. Bebé, que así se llama nuestra
protagonista, no comprende la tristeza que aflige a tres de sus paisanos. Tres
historias que se entrecruzan y con las que el director cinematográfico cubano
Fernando Pérez Valdés trenzó los versos de película ‘La vida es silbar’. De la
mano de Bebé nos invita a pasear por La Habana y nos presenta tres tristes
tristezas. Sirva como por ejemplo la de Mariana. Esta muchacha quiere, sobre
todas las cosas, Conseguir el papel de Giselle en el ballet del mismo nombre.
Es tanto su anhelo que propone un trueque al mismo Dios: si logra el papel no
se acostará nunca con ningún hombre. Dios, obviamente, no responde (y de haber
respondido le habría dicho que no tiene especial interés en sus encuentros
carnales, que no sabe de dónde ha salido esa lúgubre idea) pero ella da el
trato por bueno y cumple con su parte. Bailar, llegar al culmen en el baile, y
a cambio soledad. Triunfar en el escenario aunque sea matando el deseo que su
joven cuerpo exige.
lunes, 8 de septiembre de 2014
LA CADENA ROTA
El poeta alemán Bertolt Brecht lo dejó escrito: "Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles". Con los días pasa un poco lo mismo, los hay de esos en que todo pareció ir sobre ruedas y son buenos. Pero los hay que nacen torcidos, que paulatinamente van empeorando hasta el punto de arruinar las expectativas y que, de repente, de la manera más insospechada, todo se arregla: esos son los maravillosos. Ayer fue uno de esos. En medio de la portuguesa Sierra de la Estrella, el amanecer resultaba inquietante para quien pretende recorrer parte del país vecino en bici. Amenazaba pero no llovía, había que intentarlo. Me pongo en marcha. Yendo en bicicleta, con todo revisado, se puede pensar en un pinchazo, en una avería menor, pero tras unos kilómetros, en medio de un pueblo con tres casas mal contadas, se rompe la cadena. Un domingo y en medio de ninguna parte. Pero llegó la solución de la mano de Tennessee Williams y su ‘Tranvía llamado deseo’. El dramaturgo norteamericano aseguraba, por medio del personaje de Blanche Dubois, que siempre confió en la bondad de los desconocidos.
domingo, 31 de agosto de 2014
UNA MALA PEDRADA
Aún recuerdo la cara de estupefacción de aquel
chaval cuando comprendió que había sido ‘burreado’ por aquellos que, para él,
eran poco más que unos palurdos. Lo que no consigo recordar, sin embargo, es su
nombre. Había llegado a nuestro pueblo por casualidad, estaba allí como podía haber estado en cualquier otro sitio. El chico era
amigo de Luis, uno de los de nuestra pandilla del pueblo que vivía durante el
curso en la capital, y, vaya usted a saber por qué, había decidió pasar en el
pueblo de su amigo la segunda quincena de agosto. Para él todo era extraño y
casi todo molesto. Por eso y por su actitud de niño consentido no cayó en
gracia. Los primeros días de su periplo coincidían con los de la preparación de
las fiestas, esos días en que estábamos enfrascados en el arte de convertir
cualquier vieja panera en una peña. Mientras limpiábamos los suelos o
jalbegábamos las paredes, el intruso se quejaba del olor, del calor y de lo que
fuera. Andrés se acercó a él y le dijo,
oye, en lo que terminamos acércate a la casa de Tere (la madre de su amigo) y
le dices que si nos deja la pantómetra. ¿Qué es eso? Preguntó. Ve a por ella y
ya lo verás. El chico fue y al cabo de un rato volvió con un saco bien atado a
cuestas. Cuando la dejó sobre el suelo, Andrés torció el gesto. No, esa no,
dijo. Ve de nuevo y dile a Tere que la que necesitamos es la grande. El chaval
repitió la operación y al poco regresó con el mismo saco pero esta vez más
lleno. La sonrisa de Andrés certificaba que esta pantómetra sí era la buena. Cada uno de nosotros interrumpió su labor y
fuimos formando una especie de corro en el centro. Cuando ya estábamos todos,
el propio Andrés desató el saco y desveló el secreto, allí no había más que
objetos tan pesados como inservibles mezclados con trozos de leña. La carcajada
fue general, si exceptuamos, claro está, al protagonista ahora consciente del
complot urdido en su contra. Llegar a un pueblo desde la capital tiene estas
cosas, sobre todo si el que llega se empeña en mirar por encima del hombro a
los que son de allí. En el mejor de los casos termina cargando la pantómetra o
cazando esos unicornios rurales que se llaman gamusinos y pululan por ahí. En
el peor, una pedrada rebaja la altivez.
domingo, 24 de agosto de 2014
HORMIGA A HORMIGA
Al final fue que sí, como pudo haber sido que no, y los aficionados
acudieron sin siquiera un aspaviento a esta liturgia semanal que se pone de
nuevo en marcha. Hasta que un día se cansen -nos cansemos- de tanta burla de
los que nos miran desde arriba, desde tal altura debe ser que parecemos poco
más que hileras de hormigas, unas iguales que otras, todas prescindibles y como
tal nos tratan. Y como tal actuamos, sin levantar la voz, sin decir ¡hasta aquí
llegó la riada del 63! Total, pensamos, para lo que va a servir. Los dirigentes
de nuestro fútbol son de esta ralea, para ellos el fútbol son dos columnas en
una tabla, la del debe y la del haber. Con la diferencia llenan sus carteras.
Caso de no haberla, se deja de pagar y la ruleta sigue dando vueltas. La grasa
que la hace girar, el dinero que les llega por unos medios o por otros, parte
siempre del bolsillo de las menospreciadas hormigas a las que tampoco se debe
liberar de su parte de culpa: han dejado hacer y les han hecho.
El lamento
llega siempre tarde. La última ha rozado el límite de lo esperpéntico, en una
semana nos dijeron que empezaba la competición, que dejaba de empezar y que
venga, que sí, que empezamos. Y usted, que le apetecía ver el partido, no supo
hasta casi el último día si quedarse en Pucela, irse a las fiestas de su pueblo
o sacar billete para el tren playero. A ellos poco, por decir algo, les
importa. Al final fue que sí, pero no se puede hacer como si nada hubiera sido.
Quizá, hormiga a hormiga, se pueda alzar la voz lo suficiente como para llegar
alto y recobrar el respeto que no se sabe en qué punto del camino nos
perdieron. No es incompatible mantener una pasión colectiva con un
comportamiento propio del ganado lanar. Al final fue que sí y el partido
produjo la primera alegría en forma de resultado pero eso es poco bagaje para
la ensoñación. Los futbolistas, al afrontar el primer partido de una temporada,
deben sentir un miedo similar al que sufre un escritor ante la amenazante
presencia de un folio en blanco, un pánico que no amaina aunque haya escrito
mil artículos o dos docenas de libros. Más si cabe cuando algunos acaban de
llegar a estas tierras y otros sienten que en sus piernas está el resarcir al
equipo del fracaso de la temporada anterior. Pero llamarse Real Valladolid o
tener la vitola de equipo que fue de Primera deja de tener valor en cuanto el
balón corre por el césped. Analizar lo visto tiene sentido, hacer una
proyección de lo que puede ocurrir en los próximos diez meses roza lo
temerario. Lo que no quita para que algunos detalles inflen esa bolsa de gas
que se llama ilusión. Uno de estos detalles es la incorporación a la plantilla
del portugués André Leao, un jugador que llegó de puntillas pero que impregna
de calidad a cada jugada que pasa por sus pies. Pero, junto a ese optimismo
inmanente al primer triunfo habita el principio de precaución. Lo que haya de
ser lo sabremos, mientras tanto disfrutemos de este relato que podría comenzar
a la manera de Tolstoi en Ana Karenina: “Todas las familias felices se parecen
unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse
desgraciada”. Y al final...
Publicado en "El Norte de Castilla" el 24-08-2014
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