Los escasos 55 kms. de carretera que separan la vallisoletana Medina del Campo de la salmantina Peñaranda de Bracamonte se reparten casi equitativamente entre tres provincias distintas: la de origen, la de destino y Ávila, que queda en medio de ambas. Con el mismo criterio de justicia, la media docena de pueblos intermedios por los que discurre la vía se distribuyen con el mismo criterio: dos para cada provincia. Antaño, el mantenimiento de la carretera dependía de tres diputaciones que tenían la costumbre de no ponerse de acuerdo nunca. Cuando un trozo se arreglaba, resaltaba frente a los otros dos más agrietados. De esta manera, la carretera de marras era una y trina como la Santísima Trinidad: aunque solo hubiese un camino posible, este existía como tres hipóstasis diferentes. Ocurrió, al poco de que el abulense Adolfo Suárez ocupase la presidencia del Gobierno, que el arreglo correspondió al tramo de esta provincia. La nueva capa de asfalto fue de tal cariz que sobresalía varios cms. sobre el firme de los otros dos trechos. De esta forma, cuando un coche entraba o salía de Ávila, lo hacía dando un respingo. La muchachada de unos de estos pueblos, dando a entender el auspicio del presidente en las cosas de su terruño, bautizó este bote de los coches como «efecto Suárez». Hoy, tal efecto ya no existe. La calzada ha asumido las doctrinas del arrianismo, ya no son tres tramos sino una sola carretera: la CL-610 que pertenece a la red básica de la Junta. Bien está que se manifieste en tres provincias pero la vía completa goza de un mismo tratamiento.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
domingo, 4 de septiembre de 2016
miércoles, 31 de agosto de 2016
CÓMO HEMOS CAMBIADO
Dejar de fumar, aprender inglés, subir a Primera; todos los inicios de
ciclo son aparentemente iguales, se nutren de ilusiones y arrastran una sarta
de buenos propósitos que, por algún motivo, dejamos pendientes en el curso
anterior y el anterior... Pero solo aparentemente.
Nuestras sociedades tienden cada vez más a analizar, a valorar, en
función de los resultados, olvidando voluntariamente el cómo se ha llegado a
tal conclusión. Se entiende por bueno lo que bien acaba y, a partir de dicho
fin, se santifica o estigmatiza el camino recorrido. Se nos muestra al
triunfador ensalzando sus cualidades, relatando sus historias, sin explicar que
muchas similares nunca llegaron a buen puerto. Sabremos, por ejemplo, de un
senegalés - uno- que triunfa en el cine, el fútbol o la música; escucharemos el
relato de las peripecias vividas; se ensalzará su valor, su arrojo, para dejar
su tierra de origen y emprender tan arriesgado viaje. Nadie hablará, sin
embargo, de los que pretendieron labrarse un camino similar -multitud- y que
fueron engullidos por las aguas. No tendremos idea, siquiera, de cuántos
son.
miércoles, 3 de agosto de 2016
FIRMAD AQUÍ SI…
Tras el entierro de mi abuela Jacinta fuimos a su casa del pueblo. La
tarde anterior, como todas, había terminado las faenas del piso de Madrid donde
vivía con sus hijas. Cuando estas llegaron, mi abuela, 93 años, dijo que se
sentía un poco mareada. Se sentó en el sofá y expiró. Ahora, las lágrimas
asaltaban los rostros. Algunos se sentaron disponiendo la cara entre las manos,
otros deambulaban de la cocina al salón, del salón a la cocina. Me levanté, me
acerqué a la camilla y sobre ella coloqué un bolígrafo y un papel. Firmad aquí
-dije- quienes queráis una vida y una muerte como la de la abuela. Una vida
larga, con sinsabores como no puede ser de otra forma si es vida -y más si es
larga- pero plena, un legado que recordaremos. Una muerte dulce, por sorpresa,
en pleno uso de sus facultades físicas y mentales; una muerte venida en un
momento en el que, aun pudiendo haber sido un poco más tarde, no se le puede
decir temprana. Irguieron la cabeza, afloró alguna sonrisa, todos queríamos. Natural.
viernes, 22 de julio de 2016
UNA “PEQUEÑA” HISTORIA DE VALLADOLID
La Historia, así, en singular y con mayúscula, no existe. Lo que llamamos ‘Historia’ no es sino el relato de grandes hechos secuenciados bajo el que se esconden miles de esas historias que se escriben con minúscula. Personas, lugares, momentos -miles de diminutos hilos que se entrelazan, que nacen y mueren- que en su viaje acompasan sus pasos a la vida del entorno en que se desarrollan. Una de estas historias, la de la churrería ‘La Pequeña’ que luego fue mesón, tras más de sesenta años, imprime hoy su punto final.
Estamos en el Valladolid de mediados de los cincuenta del siglo pasado. La FASA acababa de establecerse, otras industrias estaban aún por llegar para modificar abruptamente el mapa de una ciudad que en unos pocos años habría de duplicar su población. En aquel bullicioso 1955, un joven, Rafa Nieto San José, auspiciado por su primo Argimiro, decide abrir una churrería en un local al otro lado del Puente Mayor, pegado a la carretera que une Salamanca con Burgos, Francia con Portugal. El local era tan chico, apenas 25 metros cuadrados, que la churrería no podía tener otro sobrenombre: La Pequeña. El recinto se convirtió en punto de encuentro de camioneros, unos que iban, otros que venían; en el lugar en el que se reunían mozos buscando un jornal cargando o descargando esos mismos camiones; en el café y el orujo de aquellos obreros –sí, entonces decirse obrero no sonaba peyorativo- para ponerse a tono antes de acudir a la fábrica. Tal era el valor como referencia del local que la parada del autobús de la compañía que cubre la línea Valladolid-Palencia tomó su nombre y aun hoy lo lleva: Estación, Plaza Poniente, La Pequeña...
jueves, 30 de junio de 2016
LA DEFENSA DEL ‘LIMES’

Desde mi última visita a esta esquina ha pasado una semana, siete días en
que ha habido tiempo suficiente para cerrar puertas y abrir ventanas. Tanto el
referéndum británico como las elecciones españolas han sorprendido a los
quinielistas de la política, a esos que mirando estadísticas aventuran los
resultados de los partidos antes de que se jueguen. Tanto el uno como las otras
han cerrado puertas -estas son las cartas que hay- y han abierto ventanas: las
de atrás para que penetre algún rayo de luz pueda explicar lo que ha ocurrido,
las de adelante para dejar un resquicio por donde mostrar lo que se avecina.
jueves, 23 de junio de 2016
CUANDO HAY A QUIEN LE VA PEOR
En una de estas salidas que le caracterizaban, Alfonso Guerra
justificaba, allá por los primeros noventa, la pérdida de votos de su partido como
una muestra de su éxito. Más o menos, que lo habían hecho tan bien que hasta
los pobres, ya con su casa y su coche, se sentían ricos y que, como si fueran
perros de Pavlov, el sonido de ‘su’ timbre o de ‘su’ claxon les estimulaba no
sé qué glándulas que les hacía salivar hacia la derecha. Vamos, que según el
insigne ‘descamisao’ nadie propugna un modelo económico redistributivo salvo
que se beneficie de dicha redistribución. Una segunda lectura, aún más
perversa, nos llevaría a pensar que una organización de izquierdas se encuentra
en mejor disposición de ganar unas elecciones cuanto peor le vaya a la sociedad
en su conjunto.
jueves, 16 de junio de 2016
MI MAYOR VICTORIA
La imagino sentada en su sillón relamiéndose
mientras escucha el informativo. Ella, Margaret Thatcher, contempla cómo se culmina
su obra. Ella, la hierática Dama de Hierro, se permite una medio sonrisa
cómplice consigo misma, ahora es consciente de que ha ganado. No hace mucho que
recibió una aparente mala noticia: John Major, su legítimo hijo político, había
sido derrotado en las elecciones por el laborista Tony Blair. Pasado un tiempo
pudo comprobar que, más allá de las proclamas, más allá de las medidas, su
gobierno había sido de calado. Buena parte de las políticas más salvajes de
privatización y recortes, las que quizá ni ella misma se hubiera atrevido a
realizar, se fueron llevando a cabo con mucha menos resistencia social de la
que tuvo que vencer en 1984. Ahora, tres lustros después, Tony Blair seguía sus
pasos haciendo creer que representaba lo contrario. ¿Qué mejor triunfo? Sus rivales ejecutaban su política. Del viejo
laborismo no quedaban ni los restos. La señora Thatcher dejó dicho, para los
que le quisieran oír, que ese jovenzuelo era el síntoma de su mayor victoria.
Al fin y al cabo, esa tercera vía solo era una vía muerta, un recoveco
dialéctico para llegar a ninguna parte.
Al fin y al cabo, los laboristas,
bajo ese paraguas de que son los míos los que gobiernan, fueron dejando hacer;
bajo la amenaza de que fueran los otros los que se impusieran en posteriores
comicios, asumieron la impostura como mal menor.
jueves, 9 de junio de 2016
EXPECTATIVAS PARA LA MASA
Si ya de por sí es difícil adecuar la línea de nuestras expectativas al campo de lo posible, no digamos si ese listón nos la trazan desde fuera. La posterior frustración, es estos casos, podemos darla por descontada. Esta generación externa de expectativas se ha convertido en imprescindible para el desarrollo comercial y el sostenimiento ideológico que rige nuestras sociedades. Los distintos poderes económicos no tienen empacho en repetir a través de sus múltiples cauces eso de que ‘cualquiera puede ser o lograr lo que quiera, no existe límite alguno que lo impida’. Para ello siempre se refuerza la imagen del triunfador -aquel que, a pesar de todas las dificultades, alcanza cualquier cima- con una doble intención: mostrarnos que cualquiera lo puede conseguir y grabarnos que vivimos en un mundo perfecto en el que no existe discriminación colectiva alguna. Si Amancio Ortega es hipermillonario y tú no, parece natural que sea por tu pereza o torpeza; si Barack Obama logró ser presidente de los EEUU y Hillary Clinton puede serlo ¿cómo se puede hablar de discriminación por razón de raza o sexo? Lo primero nos culpabiliza, lo segundo nos amansa.
domingo, 5 de junio de 2016
VENTA O DEJACIÓN
Si algo permite al capitalismo vencer sus crisis, sobrevivir cuando parece herido de muerte, reinventarse y mostrar un nuevo rostro refulgente, es la facilidad con que sus diversos relatos cuajan, la sencillez con la que sus mitos se incorporan al imaginario colectivo. Naturalmente, existe también una estructura que sustenta estos relatos, que los transmite y los presenta como si fuesen la palabra revelada. Mas la base en que se cimenta la resistencia de este modelo económico es la fuerza intrínseca de sus sencillos mensajes. Una sencillez y una potencia que logra al no interpelar a ningún valor de carácter ético, más bien al contrario:el capitalismo apela a las debilidades del ser humano, de cada ser humano tomado de forma individual. Sin envidia, sin avaricia, sin egoísmo, el sistema caería. Su discurso dominante se desliza, por tanto, sin fricción. Cualquier alternativa, sea esta luego la que sea o muestre la cara que muestre, requiere un discurso ético y una explicación global, lo que convierte a su narrativa en un tocho farragoso y, por tanto, mucho más inaccesible.
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