jueves, 18 de mayo de 2017

QUÉ LARGO SE HA HECHO

Imagen tomada de www.nomepierdoniuna.net
Han pasado seis años, solo seis años, desde aquel 15 de mayo en que las plazas dizque espontáneamente empezaron a llenarse de gentes dizque indignadas. A hechos de este pelo debió de referirse Albert Einstein cuando en la formulación de su teoría de la relatividad anticipó el fenómeno de la dilatación del tiempo, porque echando la vista atrás tengo la sensación de que ha transcurrido una eternidad. Tan largo se ha hecho que apenas recordamos el nimio detalle de que a la par que se ocupaban las plazas, se iniciaba el proceso que habría de vaciar posteriormente las calles. Eso sí que fue una moción de censura en toda regla, la neoindignación se postuló con éxito convirtiéndose en el elemento axial de la respuesta política. El 15M lo era todo y no era nada. Al poco, como no puede ser de otra manera cuando detrás no existe propuesta compartida, el movimiento se diluyó como la vida del replicante de Blade Runner, como lágrimas en la lluvia.

domingo, 14 de mayo de 2017

HAY ALGO, LLEGA EL MIEDO

No es extraño que en la mayoría de los cuentos clásicos, esos que se transmiten oralmente de generación en generación, entre el elenco de personajes aparezca ‘el lobo’ o ‘el ogro’. No se trata de ogros o lobos cualesquiera, no;  lobo y ogro se presentan precedidos de un artículo determinado, ese ‘el’ que les dota de entidad propia. Así, ‘el lobo’ y ‘el ogro’ dejan de ser un animal o un gigante inconcreto para encarnar en un solo ser la esencia de la maldad, la maldad misma, que acecha.
 No es extraño, decía, que en casi todos los cuentos aparezca uno u otro. En estos relatos fantásticos, recreaciones de la mente humana, se condensan buena parte de sus emociones y entre ellas, en un lugar de privilegio, siempre encuentra acomodo el miedo. Ambos personajes son los encargados de jugar ese papel, el de advertir de los peligros, Caperucita, Pulgarcito, si camináis solos por el bosque...  

jueves, 11 de mayo de 2017

LOS LEONES SÍ TIENEN QUIEN LES ESCRIBA

Imagen de Tomás Arthuzzi, tomada de Revista Galileu
José Luis Sampedro dejó escrito que existen dos tipos de economistas: “los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos (sic) para hacer menos pobres a los pobres”. Marcaba esa raya tan solo entre los de esa profesión porque era la suya. Cabría estirar esta línea separadora más allá del espacio de los fríos números hasta alcanzar el territorio más cálido de las letras. Allí también, en el primer grupo, trabajan cohortes de profesionales de la palabra cuya labor amanuense tiene por objeto escudriñar el diccionario para encontrar esos términos que habrán de ser los puntales retóricos sobre los que se asientan los intereses de los grupos dominantes. Toman, perfilan, afilan y embellecen las palabras para justificar la bondad de que las cosas sean como son; para hacer creer que las medidas que se toman siguen las pautas de una lógica neutra; para ocultar que el trasfondo de esas decisiones responde al patrón de una ideología disgregadora.

lunes, 8 de mayo de 2017

PALABRAS EROSIONADAS

Hay instantes en los que  somos testigos de un hecho aparentemente nimio por su nula repercusión social, pero que encierra los elementos necesarios y suficientes para  plantear una serie de reflexiones que bien podrían servir como materia para desarrollar en un examen de filosofía o como núcleo de reflexión para encauzar una tesis en el campo de la ética. Una de esas situaciones se produjo ayer cuando el reloj apenas había descontado once minutos del partido que en tierras andaluzas enfrentaba al Pucela con la UD Almería.
El blanquivioleta De Tomás  y Casto, el portero rival, corrían en sentidos opuestos en pos de un balón que avanzaba inexorablemente hacia un punto intermedio entre la posición de ambos. Una situación límite de esas en las que, si llega antes el atacante, podríamos dar el gol casi por seguro. Si, por el contrario, es el portero el que vence en la pugna, malbaratará la ocasión y resuelto el problema que se le presentaba. Una décima de segundo, todo lo más, es el filo que dirimirá si es uno u otro quien conseguirá su propósito. En este caso, fue Casto quien logró alcanzar el objetivo, pero por un margen tan exiguo que no consiguió golpear el balón en la dirección, ni con la contundencia que hubiera deseado. De Tomás, por lo ajustado del lance –y también porque los delanteros cada vez apuran más en estos trances con el consiguiente riesgo para los porteros– no evitó el contacto con su rival. Así las cosas, la pelota cayó en los pies del blanquivioleta Moyano que veía la portería almeriense desguarnecida. Casto, desubicado, pretendió evitar el riesgo agitando los brazos como aspas de molino mientras gritaba exagerando su dolor. El ligero golpe, los exagerados aspavientos,  el sereno caminar nada más levantarse, hacen pensar que el portero fingió y lo hizo con un doble propósito: presionar al árbitro para que señalase falta y apelar a la ‘deportividad’ del oponente poniéndole ante la fea tesitura de rematar a puerta con el portero lastimado en el suelo. Sucedió lo primero, el árbitro señaló una falta que seguramente fue, pero el silbatazo no resta pertinencia a las reflexiones propuestas.  

jueves, 4 de mayo de 2017

LA PLAYA SUCIA

Imagen tomada de compromisorse.com
La realidad política actual se parece demasiado a una playa después de haber sufrido un temporal. Pasada la tempestad, llega una calma que nos muestra un manto de basura recubriendo la superficie arenosa. La inmundicia que ahora aparece en la playa, claro está, no se la ha inventado el mar, el temporal simplemente saca a la luz un pequeño catálogo de todo aquello que las aguas fueron tragando. El paisaje que se abre ante nuestros ojos es desolador: el mar, de golpe, nos ha devuelto en forma de vómito una pequeña parte de todo aquello que ha deglutido en el periodo de calma anterior. Es entonces cuando surge la preocupación ante un problema que era el mismo poco antes pero que no veíamos o no queríamos ver.
La concatenación de casos de corrupción en esta playa ha generado un clima de desencanto hasta el punto de haber convertido este modo de latrocinio en la segunda causa de preocupación en la sociedad española. Intranquiliza ahora que parece imposible mirar hacia otro lado. Sin embargo, cuando el mar se estaba llenando de mierda, la preocupación no era tal.

lunes, 1 de mayo de 2017

LA LLUVIA LLEGÓ TARDE

El día nació raro. Tanto, tanto, que caía agua del cielo. Los más viejos del lugar, una vez habían encontrado cobijo para ellos y sus proles en las zonas cubiertas del estadio, se afanaban en relatar olvidadas historias de antaño a las criaturas. Con la ternura propia de quien se enfrenta a unos ojos absortos ante lo desconocido y la suficiencia que da el saberse escuchado por unos oídos abiertos de par en par, les explicaban que ese fenómeno se conocía como lluvia y que era muy buena para el campo. “Abuelo, entonces -se le ocurrió decir a algún mocosete- si es bueno para el campo, el partido será mucho mejor”. Hubieron de explicar los mayores que con la palabra ‘campo’ no se referían al terreno de juego sino a ese espacio situado entre dos carreteras en el que crecen los tomates, las lechugas y las demás cosas que sirven para preparar una ensalada. 

domingo, 30 de abril de 2017

LA MALDICIÓN DE LOS CÍRCULOS

Uno de esos chistes tan candorosos como malos que nos contábamos cuando éramos niños relataba las peripecias de un ladrón en su intento de huir del policía que le perseguía. El raterillo en la carrera a campo abierto había tomado cierta distancia, pero al ver un árbol se puso a dar vueltas a su alrededor. Sorprendido, un viandante que por allí pasaba le preguntó que qué hacía. Nuestro ladrón, sin dejar de correr, le explica que huye de ese policía que se estaba acercando.  «Hombre de Dios –inquiere el transeunte– ¿no ve que el policía está cada vez está más cerca y si usted no deja de dar vueltas él le va a alcanzar?».  «No se preocupe –replica confiado nuestro protagonista– le saco más de diez vueltas de ventaja». 

sábado, 29 de abril de 2017

LA PRIMERA VEZ QUE ES LA SEGUNDA VEZ

Imagen tomada de imosver.com
Eran otros tiempos. Hoy, cualquier cosa que tenga un poco de éxito, entendido como sinónimo de rentabilidad, se repite hasta que la ubre queda seca. Lo que no, se deja morir. A principios del siglo XVII no debía ser tan así, por eso a Cervantes le costó tanto publicar la segunda parte de su Quijote. La primera había tenido una acogida fuera de lo común y eran muchos los que le pedían una continuación. Como respuesta, Cervantes torcía el morro. Tal vez por pereza o miedo a defraudar, ‘el Manco’ no se arrancaba. Hasta que un intruso, el que firmara como Avellaneda, publicó una segunda parte. Esa usurpación fue suficiente estímulo para vencer sus reticencias. Un año después, la segunda parte de las aventuras del enjuto hidalgo pasaban por imprenta. Cervantes, terco como una mula, quiso dejar claro que si la había escrito era, de alguna manera, por una mezcla de orgullo y obligación. Le fue suficiente con una frase puesta en boca del Bachiller Sansón Carrasco: “Nunca segundas partes fueron buenas”. Toda una genialidad, una crítica a las segundas partes en la segunda parte. Un zasca en toda la boca, que diría hoy la chavalería; una patada en su propio culo para patear las nalgas del osado (Cervantes creyó que era Lope) que se atrevió a tomar el nombre del Quijote en vano.

jueves, 27 de abril de 2017

TABACO O BRONQUITIS

En la mismísima Francia, va ya para tres siglos, nació Jean Baptiste Lamarck, el autor ‘Filosofía zoológica’, la primera teoría de la evolución biológica, uno de los cimientos teóricos sobre la que se ha sustentado la Biología. En ese texto, Lamarck afirmaba que las diferentes especies que habitaban el planeta eran la consecuencia de un recorrido evolutivo que partía desde seres mucho más simples. Vamos, que las actuales formas de vida no eran creaciones ni siempre habían sido así. Este biólogo resumió sus postulados con una sentencia: “La función crea el órgano y la necesidad, la función”.  Parece que en el campo de la sociología política, la evolución responde a pautas similares a las de este postulado. Cuando parece que el cuerpo (político) no responde a las necesidades del momento, se genera una nueva función, la de dar cobijo a esa ola de desafectos. Esta función, a su vez, engendra inexorablemente unas organizaciones que sirven como altavoces de dicha desafección.