miércoles, 24 de febrero de 2021

SIN CARICIAS

El gran acierto de ‘Pena de muerte’ (Tim Robbins, 1995) radicó en presentar al penado como un ser hosco, abyecto, incapaz de despertar simpatía alguna… y culpable. De esta manera, se ofrece una reflexión y se sirve un debate desgarrado, sin concesiones a la frivolidad, sin subterfugios para la buena conciencia. Un reo empático, la duda sobre un posible fallo judicial, la coartada de una infancia miserable, apelarían a las más taimadas emociones del espectador embarrando, de esta forma, la esencia del debate sobre la condena capital.

Fuera de la pantalla no tenemos un guion preocupado de separar el grano de la paja, de cerrar salidas cómodas, de evitar caricias en el lomo. Así, cada vez que se abre un debate de fondo, nos encontramos con respuestas autocomplacientes, mutis por el foro o trampas dialécticas para que parezca que se opina que sí cuando se dice que no. El penúltimo, el de la libertad de expresión. Defender que alguien exprese lo que considere, por desagradable u ofensivo que resulte a otros, cuando ese alguien nos sea simpático, cuando estemos de acuerdo con lo que dice -aunque nosotros no nos atreviéramos a tanto-, cuando asumamos una cierta cercanía por más que entendamos que se ha pasado de frenada, no es defender la libertad de expresión sino mera autocomplacencia. Cuestionarlo, por antipatía, desacuerdo o lejanía, pone en un brete –por más retruécanos en que uno se ampare- una pretendida defensa de tal libertad.

domingo, 21 de febrero de 2021

PERAS Y PERAS

No me sorprendió porque no era la primera vez -algún día de casi todas las semanas quedo con un trío de amigos para dar un paseo matutino y, por vivir en barrios cercanos, suelo volver a casa en compañía de uno de ellos, Javier, que aprovecha el camino para hacer algo de compra- pero, por aquello de retomar la conversación a la salida de una frutería, le comenté que con esos precios, en mi barrio, el frutero no vendería ni medio kilo de peras.

-Lo dices porque te parece un poco caro, ¿no?

Estuve a punto de decirle que sí, pero entendí que aquella no era la palabra precisa, que la dualidad caro/barato solo tiene sentido si se valoran diferentes precios frente al mismo producto, lo que no era el caso porque, aunque ambas se llamen `pera’ (o plátano, o fresa, o…), nada tiene que ver la que compraba yo con la que él guarda en la bolsa tras pagar tres veces más.

-No, ‘caro’ no es la palabra. Explica pocas cosas. Ya me entiendes. Hay peras y peras.

domingo, 14 de febrero de 2021

ANTES, AHORA; AHORA, ANTES

No me sorprendería que anduviese por ahí algún teléfono fijo, de esos de la ruletita, pendiente de colgar porque uno de los dos enamorados se hubiera quedado dormido en medio de una interminable sucesión de ‘cuelga tú’. Eran los tiempos en los que ni había móviles ni se podía llamar docena y media de veces al día.

Tampoco sería extraño que alguna pareja de zagales continúe haciendo zanja con el ir y venir de mi casa a la tuya con la excusa del ‘ahora te acompaño yo’. Eran los tiempos en los que la hora de recogida no se expendía por prescripción autonómica.

martes, 9 de febrero de 2021

LLUVIA MACHADIANA

Llueve. En este preciso instante, llueve. Es lo que toca, acabo de escuchar, en el remolino de partículas distantes frente a la panadería, a una señora con los brazos extendidos de resignación. Es febrero, el loco, el revoltoso, la última baldosa por pisar del año más extraño de nuestras vidas. De hace un año, hace cien.

Hasta entonces, nunca pude abrir la ventana sin que el ruido me recomendara volverla a cerrar. Es lo que tiene que te caiga justo debajo el punto en que la avenida de Salamanca pasa a ser de Burgos. Ahora ya es posible abrir, ver y no escuchar nada.  Deseos tengas y se cumplan, dicen que dice una maldición china.  

El silencio, la distancia ya no es una oración subordinada, y si lo es, hemos perdido la secuencia de la frase principal. Las fábulas que comenzaban con ‘el día en que esto concluya’ se han dejado de contar. En vez de alzar la mirada buscando una luz al final del túnel, agachamos la cabeza y tiramos, como se pueda, para adelante.

domingo, 7 de febrero de 2021

NO ‘GOLEMOS’ LO MISMO

No recuerdo si veníamos de pintar la peña, de cargar algún camión de ‘alpacas’ o de echar algún partido al frontón o al futbito. Ni siquiera cuántos y quiénes éramos. Pero sí la presencia de mi primo José Antonio, porque perdura su imagen adelantándose al grupo en cuanto reconoció a su madre, mi tía María Petra, tertuliando con Áurea y la ‘señá’ Claudia en la puerta de lo que había sido la tienda de esta última.

-Madre, deme las llaves de casa, me voy a duchar. 

Áurea, enlutada desde siempre, torció el gesto.

-Vaya con esta juventud, vais a terminar peces. ‘Tol’ día en el agua. 

-Pues una vez cada día -apuntó mi primo-, para quitar el mal olor.

-¿Tos los días? Madre del Amor Hermoso. Cuando moza, alguna vez de vez en cuando en el barreñón.

-Así oleríais.

-Sería, pero como ‘tos golíamos’ lo mismo nadie se daba cuenta.

Y acabó la primera parte. El aroma a descomposición que desprendía el Pucela no había variado en una semana, solo que en esta ocasión no difería del tufo del rival. Ambos ‘golían’ lo mismo. Ni un triste disparo en tres cuartos de hora. En este mal de muchos, que haya tres con menos jabón podría ser el consuelo. Y mira por dónde, el Alavés podría ser uno de ellos. Pero en el descanso, los vitorianos se enjabonaron, pasaron bajo el agua de una idea, se rociaron con el desodorante de la convicción y se perfumaron con la colonia del talento de Lucas Pérez. A partir de ahí, se notó demasiado el ‘golor’ pucelano. Hasta la foto lo desprende. No sé si por papanatismo, esnobismo o mala conciencia tras el gol recibido del levantinista Bardhi, el Valladolid, en un sinsentido, colocó al debutante Olaza tumbado tras la barrera para defenderse ante un posible disparo raso de Lucas en un tiro libre señalado a la altura de Miranda de Ebro. En la imagen se vislumbra la improvisación. Cuesta creer que la orden partiera del banquillo, que la ejecución se hubiera ensayado previamente. Lo mismo da cuatro -las inmediaciones del área- que cuarenta -la provincia de Burgos-.

El mismo Lucas, en la jugada del gol, en otro jirón arrancado a este deshacer pucelano, acarició el balón media docena de veces sin oposición. Él, que es el golpe de inspiración de su equipo, al que más hay que apretar, recibió la pelota, pensó, armó y ejecutó un pase preciso a su compañero Martín que irrumpía por una vía expedita. Fin en diferido. Faltaba un buen tramo; era patente, sin embargo, que no habría respuesta. Por eso, pese a ir perdiendo, cuando habitualmente los minutos parecen volar, el estrambote se hizo eterno.

Como eterna se está haciendo esta última parte de la travesía de Sergio; un epílogo que, dure lo que dure, desprende el hedor de ciclo acabado. Si Sergio leyese esto, si me admitiese un consejo de divorciado, le diría que diera el paso a un lado. Dar palos de ciego, mostrar lo peor de uno mismo como en la rueda de prensa del viernes, solo repercute en el propio menoscabo. Usted es mucho más que eso. Así pues, señor González, ante una ruptura inapelable, la firma, mejor cuanto más pronto. Será la única manera de salvar algo de una relación sin futuro y mantener el corazón limpio para empezar en otra parte. Se ha ganado salir de Pucela con honores, el privilegio de ser recibido con aplausos cuando vuelva.

Y así, separados, dense ambas partes la posibilidad de empezar a oler bien en otra relación.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 07-02-2021

sábado, 30 de enero de 2021

RASGOS IMPRECISOS

Cuatro minutos y ya se me había puesto la cara afligida de Juana Ginzo doliéndose de cada golpe que encajaba su vecino Miguel en el ring. Ella, secreta y discretamente enamorada de “El tigre de Chamberí”, que acudió ilusionada a la cita con la esperanza de que el personaje interpretado por José Luis Ozores se confirmase como el gran boxeador que le habían dicho que era, sufría cada golpe como si fuera su mandíbula la que lo recibía. Hasta que no pudo más y estalló, “bueno, ¿aquí solo pega uno?”

Cuatro minutos y ya había tomado una nota que definía ese lapso como horroroso. Es muy poco tiempo para un juicio tan categórico, ya, pero los antecedentes aportaban una información adicional: ese arranque no era consecuencia de un ataque brusco e intempestivo del rival sino la reafirmación de un estilo basado en el esperar y ver, en una actitud contemplativa. No entendamos esto como una carencia volitiva de actitud, no tiene que ver con las ganas.

martes, 26 de enero de 2021

DE POLÍTICOS Y MÉDICOS

Si este último añito me hubiera pillado con 20 o 25, hubiera escrito alguna que otra tontería. Ahora, con más del doble, apenas he apuntado alguna crítica sobre lo concreto. El cambio de actitud tiene que ver con una cierta comprensión de mi propia ignorancia. Asumí las restricciones al entender que estaban avaladas con criterios médicos y sociológicos. Comprendí los vaivenes porque la ciencia trabaja con ensayo-error y los científicos investigan ahora sin margen, escrutados en directo por una sociedad que cree que la ciencia es un nuevo Dios omnipotente. Quise entender que habría motivos que se me escapaban cuando las decisiones tomadas sonaban contradictorias.

Pero existe un timbre que se activa en cuanto un gobernante roza, usemos este verbo por principio de precaución, los límites que el propio sistema se impone. Así ocurre con el ‘toque de queda’ marcado en CyL a las 20.00. La prosa del estado de alarma no lo permite, el gobierno central no podía no actuar y ha llevado la medida a un TS que, para darla por buena, necesitaría una cabriola schmittiana. No discuto la hora sino las maneras. El sistema es también un compendio de tiempos, formas y liturgias que, si bien no garantizan todo, al menos dificultan la arbitrariedad. El límite del estado de alarma marca la barrera de la separación de poderes entre legislativo y ejecutivo.

sábado, 23 de enero de 2021

NORMALIZADO Y MUY NORMAL

Supongo que nuestros antepasados homínidos, antes de desarrollar el habla, utilizaron los dedos para transmitir información contable. El desarrollo de la capacidad numérica ha sido imprescindible para que el sapiens se adueñara del planeta, para que la historia sea la que es. Con los números pudieron tener una idea cabal de lo que les rodeaba para transmitir una información más económica y precisa al resto de los paisanos.

Si la cuenta se refería a los mamuts, resultaba sencillo. Tres son tres y cinco son cinco. Pero las distancias, los volúmenes, requerían otro paso en la abstracción: definir y consensuar en cada comunidad las unidades de medida. Cuando la comunidad fue el planeta, hubo que adecuar medidas válidas universalmente y así el metro o el litro sustituyeron al pie y la vara o a la fanega y el celemín.

miércoles, 20 de enero de 2021

EJERCICIO DE MEMORIA COLECTIVA

‘Cienes y cienes’ de veces, tal vez alguna menos, me han preguntado si veo los partidos con una idea previa de lo que voy a escribir para luego, con fuego, martillo y yunque como el herrero en la fragua, amoldar tal esbozo a lo que ocurrió en el campo. La respuesta es ‘no’, nunca. Me siento a ver el fútbol sin plan preconcebido. Hasta hace unos años, iba tomando notas, dibujando el boceto mental que, cuando el árbitro daba por concluido el encuentro, habría de tomar la forma de artículo terminado. Desde que el jefe de este negociado me propuso escribir sobre una foto que él elegiría del partido, ni eso. Veo el partido, espero la elección de la imagen, la observo hasta memorizarla, rebusco en mi cabeza algo que servirá de base para hilvanar el texto…