Por muy largas que sean las vidas, sucede con frecuencia que un hecho concreto en un momento aislado o una frase determinada pronunciada a raíz de un calentón persigue al protagonista hasta más allá de la fecha en que se cierran sus días. A veces, para bien. El refranero, con cierto son displicente, recomienda una buena labor de autoencomio como garante de la tranquilidad futura: ‘cría fama y échate a dormir’. En paralelo, para mal, recuerda que una acción negativa persigue con el mismo ahínco que Coyote a Correcaminos, ‘por un perro que maté, Mataperros me llamaron’. Miguel de Unamuno, como no dejó de hacer, mucho menos calló y siempre encontró un atril desde el que atronar con sus pensamientos, ha sido, es aún, hostigado por cientos de hechos y frases. El problema de una vida tan prolífica consiste en que cualquier corte define poco y, además, que siempre aparecen varios textos que se contradicen. En el caso de Unamuno, sigue analizándose -por lo que sorprende con su trayectoria- el texto que referido a otros países europeos sostuvo en debate con Ortega y Gasset: “que inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones. Pues confío y espero en que estarás convencido, como yo lo estoy, de que la luz eléctrica alumbra aquí tan bien como allí donde se inventó”.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
lunes, 10 de mayo de 2021
miércoles, 5 de mayo de 2021
YO QUÉ SÉ, YA
Al percibir a lo lejos ambas presencias, lanzaremos sendas miradas fiscalizadoras. Mientras nos acercamos caminando frente a frente, observaremos para constatar. Los ojos aprovecharán la cercanía para emitir bien un gesto cómplice, bien una sentencia condenatoria. ¿Tú por qué?, ¿tú, por qué no? En el preciso instante de cruzarnos, miraremos de reojo regodeándonos o maldiciendo, y vuelta a empezar en la imperiosa labor de detectar súbditos crédulos cuya mascarilla simbolice la ingenuidad o egoístas que nos pongan en riesgo por llevar la boca al descubierto. O todo lo contrario.
Lo que hasta ahora era medio certeza puede convertirse en escopeta de feria. El fin del estado de alarma previsto para la próxima semana se parecerá a volver a caminar tras una operación de rodilla, a montar en bici tras haberte reventado la cabeza sin recordar cómo fue la caída. Los límites que hemos soportado, a los que nos hemos acostumbrado, los de usos y horarios, quedan y no quedan. O simplemente, no sabemos cómo quedan. El gobierno podrá o no podrá; las administraciones autonómicas o las municipales, tal vez sí, tal vez no. En medio, los ciudadanos cuestionando al resto en función de cada parecer y los jueces desbordados de trabajo y urgencia.
lunes, 3 de mayo de 2021
GATEAR, REPTAR. COMO SEA
Hace ya muchos milenios que la evolución dotó a nuestros antecesores de la capacidad de separar algunas extremidades del suelo, de vivir erguidos. Gracias a aquellos saltos que nos separaron de los reptiles, que nos privilegiaron entre los mamíferos, fueron posibles los avances del proceso de hominización. Como contrapartida, hemos perdido habilidad para movernos a ras de tierra, para arrastrarnos -ojo, solo en sentido literal- con soltura. Quebrada involuntariamente la verticalidad, tanto da si el decúbito es supino, lateral o prono, nos sentimos frágiles, asumimos nuestra endeblez, nos empequeñecemos. Una de las causas se relaciona con la visión que se nos presenta desde tan abajo: las perspectivas, las distancias, la accesibilidad, hasta las relaciones, son radicalmente diferentes a las del mundo que conocemos.
jueves, 29 de abril de 2021
DOS Y DOS SON CUATRO
Por una de estas, le da a Stephen Curry una ventolera y decide dedicar los meses de asueto a conocer Valladolid. O, pedradas más gordas se han visto, cavilando en que ya anda por los treinta y tres y para el retiro quedan, como quien dice, un par de Informes Semanales, le da por establecerse en Rasueros para disfrutar de la vida tras su retirada. Aquí ‘el Menda’, que pese a sus cienes y cienes de defectos nunca rehúye una conversación ni con Agamenón ni con su porquero, pasaría casualmente por el borde de la pista de basket en la que el triple campeón de la NBA, el considerado mejor tirador de la historia, se lanza unos triples con aire indolente. Me ve, sonríe, se acerca para charlar un poco, conocer cosas del entorno, quedar por la tarde para alguna escapada castellanoleonesa, relamerse… “Al tostón en Arévalo te invito -me dice-, pero falta saber a cuenta de quién van las cervezas de antes. ¿Hace jugárselas a unos triples?”. Asiento, con un gesto que reafirma el ‘por supuesto’. “¿A cuántos tiros nos la jugamos?
sábado, 24 de abril de 2021
RÉQUIEM O MUERTE ANUNCIADA
jueves, 22 de abril de 2021
TODO ME GUSTA
Esta semana he echado mucho de menos los campos en los que se formaban charcos cuando llovía, en los que, por exceso de tráfico de botas, había desaparecido la hierba en el área chica, en los que una rápida reacción para anticiparse se malograba por un bote traidor, en los que ese mismo bote traidor derribaba una muralla defensiva y regalaba una ocasión no merecida, un gol caído del cielo. Los ingenieros devanándose los sesos diseñando unos sistemas de drenaje, seleccionando hierbas para que el césped no oponga fricción; los técnicos replantándolo, recortándolo, mimándolo… han relegado lo accidental, lo incierto, convirtiendo el fútbol en algo semejante a lo esperado. Más espectáculo, menos juego. Fútbol alejado de la naturaleza, domesticado, convertidos los lobos en perros, los jabalíes en cerdos, la carne en chóped, las personas en consumidores. Fútbol empaquetado como esos plátanos que se venden pelados y plastificados. Al humano, lo imprevisible, la incertidumbre, le fascina tanto como le asusta. Le atrae la fiereza de lo salvaje, lo utiliza como icono. Pero elige enjaularlos. Le seduce la ruleta -aun la rusa-, el naipe, la moneda al aire. Pero reclama seguridad. Carnaval y Cuaresma.
Esta semana he recordado -tal vez no fue así, pero así lo recuerdo- el peregrino intento por parte de las recién nacidas cadenas de televisión privadas de colar anuncios convencionales en el medio de cada parte de un partido de fútbol. Salió mal porque nunca atinaban con el momento, porque en el fútbol nunca es el momento. El gol, la jugada decisiva, como el esposo en la parábola evangélica de las diez doncellas, aparece de la nada, cuando la mitad está pendiente y la otra mitad anda a sus cosas. Un momento cualquiera, intrascendente, puede ser el inicio de algo, a priori no se sabe. Eso es lo grande del fútbol y tal vez no lo supieran. Una pugna insignificante, alejada de las porterías, entre un central y un delantero tanque, no promete. Es la pelea del día a día, la rutina, la jornada laboral, llevar a los niños al colegio… todo eso que se hace con el piloto automático, el gesto que has repetido y que no te das cuenta de que es el mismo, siempre el mismo, uno y otro día. El realizador cortaba, mandaba a publicidad y a la vuelta de los yogures con bífidus, colonias milagrosas, coches que te sacaban de la mediocridad, habían marcado un gol o pitado un penalti. Y te cagabas en su árbol genealógico.
miércoles, 21 de abril de 2021
GUAPO, BONITO
No tenía intención de que mis letras saltasen Guadarrama en uno u otro sentido. Palabra. Si de normal no se acude como fuente a las elecciones aragonesas, asturianas o extremeñas, ¿por qué sí a las madrileñas? La razón de que sea la capital no me vale, es un apriorismo, la excusa, no la causa. Capitales hay por el mundo que no acaparan. Sí pretendía estar atento a lo que iba aconteciendo, pero era una cuestión de interés personal, al igual que sigo lo que ocurre en las elecciones de los sitios indicados o me mantengo al tanto de la Segunda B, entendiendo que mi pedrada particular no debería ser la materia con que se conformen estos renglones. Hasta que ocurre algo que trasciende a las propias elecciones, al lugar en el que se produce.
lunes, 12 de abril de 2021
QUE NO SEPA A FINAL
Otros veranos pasaron: dejé de ir de forma continua a mi pueblo, de disfrutar de las noches de Peñaranda. Como consecuencia, aquellas conversaciones nocturnas con Ana, que terminaban solapándose con el alba, se fueron distanciando, hasta que dejaron de ser, hasta que nos perdimos la pista. También perdí la pista de la cinta. La dejé, pero no recordaba a quién.