El poder simbólico de las fechas y los lugares es innegable.
Por más que, para bien o para mal, un suceso se venga dando por anunciado, el
punto concreto en que aconteció y el día exacto en que sucedió nos retrotraen
al hecho determinado. Cualquier relato de un hito en nuestro entorno,
nacimiento, defunción, boda…, lo que sea, no se cierra sin aportar esa
información. El aficionado al fútbol, humano en cualquier caso, amontona en su
memoria un buen compendio de esos datos. No dudará en los días en que se produjeron
ascensos, descensos o permanencias y recordará los estadios en que tragedias y
epopeyas sucedieron.
Insisto en el rigor del dato, en su precisión e
irreversibilidad. Aunque nadie, nadie, mantenga la mínima esperanza en que el
Valladolid permanezca en Primera, no se podrá decir que el Valladolid perdió la
categoría en el estadio de la Real Sociedad el 16 de mayo de 2021. Todos
tenemos claro que el nivel que está demostrando el Pucela no aporta ninguna
expectativa de triunfo, menos si el rival aspira al cetro liguero. Todos
aprendimos que si un equipo, llámese Huesca o Elche, se juega algo en su casa
frente a un rival sin incentivos, sea el Valencia o el Athletic, se llevará de
calle el triunfo. Se podrá sostener que mientras las matemáticas aporten una
posibilidad, no conviene encargar la lápida. Esas mismas matemáticas, sin
embargo, enuncian que el resultado de la suma de dos imposibles es la certeza,
la que refleja la cara de Javi Sánchez, de lo inalcanzable del logro. Su cuerpo,
cada célula, no muestra más que desazón por lo que asume ha ocurrido aunque aún
no esté certificado.