En el entretanto de esta 'Elsa y Fred', película dirigida por Marcos Carnevale en 2005, aparece –en la piel del inmenso Federico Luppi– Pablo, el resabiado exmarido de Elsa con la pretensión de alertarle a él de las mañas de ella o sabotearle a ella un idilio que sería con él. Cuando ambos hombres coinciden en una sala, Fred se encuentra en la necesidad de justificarse.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
lunes, 27 de mayo de 2024
DE ¡ALÉJESE! A ¡NO LA PIERDA!
martes, 21 de mayo de 2024
SIN CASA, SIN CASTILLO
lunes, 20 de mayo de 2024
NO LO VERÁS, ¡QUÉ MÁS DA!
En una conversación icónica en la historia del cine, la altanería de Thursday le impele a sentirse capaz de percibir lo que ninguno de sus soldados, bien conocedores de ese percal, había apreciado; le permite infravalorar a vuelapluma, sin más información que la aportada por su deseo o su prejuicio, a su contendiente.
domingo, 12 de mayo de 2024
LA CARTA JOTERA
LOS FANTASMAS DEL DÍA DEL GETAFE
domingo, 5 de mayo de 2024
EL MISMO PARTIDO CONTADO MIL VECES
domingo, 28 de abril de 2024
NO ME PREGUNTEN CÓMO OCURRIÓ
miércoles, 24 de abril de 2024
LA BOFETADA DE MAFALDA
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Ibarrola |
Hace apenas un mes, una chica a la que imparto clases de apoyo me sugirió una reformulación de nuestro trabajo conjunto debido a que “he entrado a trabajar en…” y añadió un nombre que me resultaba absolutamente desconocido. Compartí con ella mi alegría, aunque “yo no sé qué es eso de…”. Ella, sonriendo entre complaciente y condescendiente, me puso al día, “es una pizzería, muy famosa e internacional”. Este fin de semana, antes de compartir un almuerzo, un amigo envió una foto, aderezada con un comentario jocoso referido a la marca del producto, de la vianda que aportaba. No lo pillé, “ahí ya me he perdido”, apunté. Tras explicarme el sentido irónico de la frase, tras aclararme que tal firma disponía de una tienda en la Plaza Mayor de Valladolid, me espetó, -también sonriendo entre complaciente y condescendiente-, “verás cuando cambies de siglo qué sorpresa”.