Existe una práctica unanimidad, entre los que han estudiado aquellos años, en trazar un hilo que une el Tratado de Versalles y el ascenso del Partido Nazi al poder en Alemania. Aquel tratado con el que se oficializó el fin de la I Guerra Mundial impuso unas condiciones leoninas a la derrotada Alemania, hasta el punto de socavar cualquier esperanza de recuperación. Un caldo de cultivo ideal para que un discurso amparado en el odio pudiera incubar. E incubó hasta que no hubo remedio. La historia –ya dejó escrito K. Marx en el 18 Brumario de Luis Bonaparte- se repite dos veces, primero como tragedia, después como farsa. Lo cierto es que, en esta segunda ocasión, el nazismo llega de oriente y allí es, sobre todo, donde perpetra sus felonías.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.