La piedra está
echada a rodar cuesta abajo, obedece, sin más, las leyes de la dinámica. El
desplazamiento no arranca ahora: ahora se percibe porque ya ha adquirido una
velocidad que asusta, incomoda o, según a quiénes, ilusiona. Los nombres de
líderes que sucesivamente han emergido no fueron resultado de una generación
espontánea surgida de la nada, de una sociedad inerte, sino el efecto lógico de
un mundo agrietado, de una estructura que amenaza ruina, de un armazón
institucional que no trasmite sensación de cobijo.
Apuntaba
Manuel Vázquez Montalbán, en la revista Ajoblanco en 1993, que “una sociedad puede perfectamente
legitimarse mientras funcione la alianza entre los dos tercios dominantes:
instalados y emergentes. Y los sumergidos, como no hay ninguna posibilidad de
vertebración […], esta sociedad los puede digerir perfectamente”. Tesis ya
anunciada por el economista J. K. Galbraith
La alianza entre los dos primeros tercios se ha roto -el
tiempo, las elecciones presidenciales de EE.UU. de 2028 aportarán una pista, constatará
si esta separación se tornará transitoria o irreversible. O camine de lo
segundo a lo primero estableciéndose una nueva alianza tras hacernos deambular
por un escenario de trágicas consecuencias-, y no como fruto de que los
sumergidos encuentren una fórmula de vertebración que haya desestabilizado el
statu quo; sino a resultas de que -como efecto de las fallas estructurales del
sistema, las tesituras que no se han abordado, los movimientos que en amplios
círculos se han transmitido como amenazas- ha crecido en el segundo tercio
-incluso en vetas del primero- un desafecto hacia lo que perciben como
impuesto, un temor hacia un modelo que depaupera, una ecuación que cuestiona
privilegios.
Ocurre que el sistema no percibe (o sí y les conviene)
que los rechazos no crecen a favor sino en contra, no responden a leyes de su
modelo caduco. Las fuerzas que representan el desafecto son apoyadas porque se asume
que molestan, que duelen. La pretensión de cancelarlas, léase por ejemplo
Rumanía, lejos de anularlas, implica un mayor crecimiento por más que se
postergue. O sea, doble error porque, además de contraproducente, censurar supone
caminar hacia atrás.
Publicado en El Norte de Castilla el 20-05-2025