El humano con demasiada frecuencia se muestra demasiado propenso al embeleso. Tanto como a la desilusión. Transforma cualquier acontecer en indicio, en augurio de lo venidero, como si la ventura o la fatalidad establecieran relaciones que a la fuerza encadenarán los sucesos por acontecer. Desde bien antiguo, por tanto, ya hubo voces que alertaron del riesgo a dejarse arrastrar por el desmedido entusiasmo provocado por una minucia. En su 'Ética a Nicómaco', Aristóteles escribió: «Porque una golondrina no hace verano, así tampoco hace feliz a un hombre un solo día». En tono grave, porque de forma más ligera, Cratino y Aristófanes, en clave de comedia, habían hecho referencia al fútil sentido de interpretar el vuelo de una golondrina solitaria.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.