Lejos de irse paliando,
la crisis va agravando sus consecuencias entre los sectores menos favorecidos
de la sociedad y aquellos otros que, pensando que nunca les tocaría a ellos, se
encuentran padeciendo sus efectos. Mucho se ha escrito sobre las causas y no es
momento de tratar este tema. Ahora corresponde buscar alternativas, medidas de
fondo que aporten soluciones para las personas que sufren (sufrimos) los daños
colaterales de una efecto consustancial al sistema económico que se ha
impuesto. Existen muchos caminos pero, simplificando, podemos agruparlos en dos
rumbos: el que propugna mantener el sistema y esperar que los mercados superen
las “dificultades” o el que defiende un cambio de modelo. Para los primeros el
sistema no ha fallado, la crisis se ha generado por una serie de conductas
inapropiadas y por un exceso de intervención de los estados. La solución
consistiría en potenciar al mercado e impedir que los estados intervengan más
de lo razonable. Para ello hay que atenazarles e imponerles una serie de pautas
macroeconómicas que impidan políticas sociales. En este contexto se mueve la
Unión Europea. Se habla de reformas estructurales cuando en realidad se actúa
bajo los parámetros que marcan los “dueños” del mercado. Se satanizan los
gastos sociales como responsables últimos de los déficits que se acumulan. Se
lastran en el debate los pilares sobre los que se debe asentar un modelo
social. Y de este túrmix salen siempre mal parados los que más lo necesitan y
se mantienen, e incluso aumentan su poder, los mercados financieros que, no
olvidemos, responden a nombres y apellidos concretos.
Por otra parte están
(estamos) los que defendemos que los cambios estructurales han de estar
encaminados a dar mejor cobertura a las personas más desfavorecidas, a crear un
sistema que genere más oportunidades de empleo, a defender un modelo económico que
no necesite imperiosamente el crecimiento para que se pueda mantener. El papel
del estado debe ser fortalecerse y para ello, en vez de perder recursos, debe
recaudar más y de una forma más justa. En España, ejemplo fácil, existe un gran
potencial recaudatorio si se aplican unos mínimos parámetros redistributivos y
se trabaja sobre la economía sumergida.
Podríamos dejar en el
medio a una socialdemocracia perdida que dice defender lo segundo pero no duda,
debe ser para ser respetado en el mundo de los altos vuelos, en responder con
medidas propias de los primeros. Las últimas que han propuesto son una clara
declaración de principios: eje uno paliar déficit, eje dos no buscar un aumento
recaudatorio, eje tres disminuir el gasto en partidas sociales y de, no
olvidemos, cooperación internacional.
En este momento tenemos
que movilizarnos más, trabajar más en nuestros ámbitos, porque es mucho lo que
se juega, no sólo la aplicación descontada de las medidas concretas sino el
aumento de la fuerza que puede obligar a cambiar el rumbo. En el marco de un
mundo globalizado es difícil para los gobiernos la búsqueda de medidas que
cuestionen el orden de los poderosos pero ese debe ser nuestro reto: no cejar
en el empeño. Nosotros, como organización política que enfoca su trabajo con el
objetivo de conseguir mayor grado de justicia social, tenemos una doble labor,
por un lado denunciar la lo que ya se indica y por otro explicar que las
medidas se asientan en unos supuestos falsarios: la razón de las medidas
tomadas por el gobierno son un supuestamente excesivo déficit y lo paga el
gasto social. En cualquier caso hay un detalle que muestra la insolidaridad
sobre la que se asientan estas medidas y sobre el que debemos incidir:
olvidemos que cuestionamos que se puede mantener el déficit, olvidemos también
que se pueden aumentar los ingresos. Vayamos sólo a cuestionar las medidas
concretas aplicadas para reducir el gasto público. Podemos elaborar una lista
alternativa de recortes que llegarían a esa cantidad sin ninguna dificultad.
En este caso entonamos un
ruidoso NO a las medidas adoptadas por el Gobierno y, sobre todo, a la senda
que ha elegido para “salir de la crisis”: profundizar en sus causas. Y un SÍ
rotundo a las medidas que refuercen el papel del estado de bienestar.
Publicado en "Delicias al día" el 31-05-2010