sábado, 29 de enero de 2022

MUCHO HECHO, TODO POR HACER

Hace apenas tres meses, pese al subidón por el triunfo en Leganés, veíamos con envidia al Sporting en lontananza. Apenas iban 10 partidos y el Pucela había perdido tantos puntos como los que llevaba, 15. Ellos sumaban 21. Estaba el Valladolid a una semana de visitarles y, aun temiendo que no diera la talla, acojonados ante el riesgo de que se mostrara liviano, entendíamos que el enfrentamiento ante los gijoneses habría de valernos como metro y como báscula. Antes de la visita al Molinón, hubo jornada intersemanal. El Sporting perdió, lo apuntamos como circunstancial, pero no: fue el inicio de la decadencia. Ahora les ha correspondido devolver visita. En este lapso que encierra 15 jornadas, han logrado 11 puntos. Miran más para abajo con la tiritona del vértigo que hacia arriba con ilusión. El Pucela, pese a ostentosas descalabraduras, 32. Hace apenas dos, tras la derrota ante el Almería, se contaba la desventaja ante ellos en 12 puntos. Hoy, el Valladolid les sostiene la mirada.

Hago estas cuentas porque los blanquivioletas pasarán la noche siendo la vela que alumbra, la que va delante de todas. Y en ese logro, en entender que todo consiste en mantener la dinámica, se esconde la trampa. Lleva el Valladolid unos partidos en los que no aparece en su juego la alegría que mostraba hace nada. El número de ocasiones, y por ende el ritmo goleador, ha menguado. Por suerte –por trabajo- se compensa con los ceros sucesivos en la portería propia. Tiene que ver con dos circunstancias: que todos los equipos se estudian para saber cómo frenar al rival, por lo que al cuerpo técnico le corresponde -y a buen seguro lleva a cabo- buscar nuevos recursos que aumenten el repertorio y que cuanto más nos aproximemos al final, más se trabarán los partidos, que el miedo a perder comprime los espacios.