martes, 30 de julio de 2024

EL PADRE DE ALGUNO

Acababa de sonar el timbre que daba por concluido el recreo. De vuelta a las aulas, acelerados por la energía de la edad, remoloneando para arañar unos segundos a la clase siguiente, atravesamos la pista de atrás de baloncesto, a la que apenas hacíamos caso. Allí, un señor demasiado parecido a mi padre –igual edad, misma altura, similar complexión, pelo negro, raya marcada a la izquierda, patillas abriéndose paso, idéntica forma de vestir-, demasiado parecido a cualquier padre de cualquiera de mis compañeros del San Juan de Dios de Palencia, todos tan de pueblo como yo, hacía tiempo esperando la comunicación de algún fraile. Curiosa expresión, cuando en realidad el tiempo se deshace, nos deshilacha. “El padre de alguno”, pensé.