domingo, 2 de octubre de 2022

NADA SE HACE QUE NO SE IMAGINE

Contemplábamos la pantalla con una dulce sonrisa. La media docena de encuentros anteriores habían mostrado un Pucela parco ante la portería rival. Por momentos parecía dominar, pero sonaba a ficticio, como de mentira. Daba la impresión de que en la voluntad de mantener la posesión estuviera más presente el deseo de que nada fallase que el ansia de asaetear las defensas rivales. Esta vez, sin embargo, no hubo remilgos. A la primera ocasión, los jugadores de banda, ambos, rompieron con el aseo posicional, abandonaron su dominios e irrumpieron en la misma línea central en dos alturas diferentes. Plata, más atrás, levantó la cabeza y contempló como Plano, más adelante, había descubierto e invadía el espacio a la espalda de los centrales. Ahí, en territorio hostil, en la zona de la verdad, surgió una venenosa y productiva asociación. Había ventaja en el marcador.