jueves, 14 de junio de 2012

PONTE LAS PLAYERAS

Ocho años después del crack del 29, el que fuera presidente de los USA, Franklin Delano Roosevelt, dijo: "Siempre supimos que los intereses personales incontenibles eran de bajo valor moral, ahora sabemos que es una pésima forma de administrar una economía". Es fácil suponer que en los años previos, mientras la crítica al ansia de lucro se circunscribía al ámbito de la ética, hubo muchas personas que se reían de esos valores a la par que se enriquecían obscenamente. La situación actual guarda algún paralelismo pero notables diferencias. La más grande de ellas es que desde las tarimas del poder han elaborado una coartada moral y han desarrollado una línea de defensa teórica para justificar esa búsqueda de los intereses personales incontenibles. Esa visión se ha impuesto en nuestra sociedad hasta el punto de hacernos creer que esas tesis no respondían a una construcción humana auspiciada al amparo de una visión ideológica sino que se trataba del estado natural de las cosas. Frases como “Haré lo que tenga que hacer” o “Se hará como Dios manda” que hemos escuchado en multitud  de ocasiones a Mariano Rajoy son exponentes de esta deriva. ¡Como si solo hubiera una forma de hacer las cosas y además fuese esta un designio divino! 

PATRICIOS, NO PLEBEYOS


Tres son los santos patrones de Irlanda, San Patricio, Santa Brígida y San Colomba, aunque Patricio sea el más venerado por ser el introductor del cristianismo en la isla. Tres son las personas distintas que conforman la Santísima Trinidad. Tres son las hojas que tiene un trébol. De la misma manera que esas tres hojas forman una sola planta, las tres personas son, en esencia, un mismo Dios. Con esta sencilla metáfora, el apóstol de Irlanda acercó a sus paisanos el dogma que tan de cabeza trae a los niños cuando estudian el catecismo. Así, el trébol se convirtió en símbolo de Irlanda y el catolicismo fue adquiriendo, a lo largo de siglos de lucha por la independencia frente al vecino invasor protestante, la categoría de seña de identidad colectiva. Una independencia que tiene un grano en los condados del norte aún pertenecientes al Reino Unido, un grano que, eso sí, ya no supura sangre. El catolicismo se convirtió en el principal nexo de unión entre los habitantes de la isla hasta el punto de que la obediencia a Roma y el sentimiento antiinglés terminaron por ser partes de la misma cosa. Paradójicamente, otro de los factores aglutinantes, el idioma, fue cayendo en desuso a pesar de los esfuerzos de grupos que deseaban una vuelta a los orígenes y deseaban un renacimiento gaélico. Desde 1922, esa lengua nativa es la oficial aunque su uso es más bien reducido. En ella, la hierba simbólica, el trébol  recibe el nombre de seamróg y ese sonido tiene eco en Valladolid porque así se llama la taberna con aroma irlandés en la que nos encontramos con seis pucelanos que vivieron allí parte de sus días. 

HONRADEZ EN TIEMPOS HUECOS

Días antes de que Rodrigo de Triana, a eso de las dos de la mañana, despertara a toda la tripulación de la Pinta gritando tierra después de frotarse, incrédulo, los ojos, hubo un intento de motín. Los marineros dejaron de creer, conforme pasaban los días, en que pudieran llegar a Cipango o a Catay navegando hacia el oeste y temían por sus vidas pues los víveres se agotaban y si continuaban avanzando no habría posibilidad de vuelta. Desde que Rodrigo con sus voces cambiase el ánimo de todos los marinos hasta que el pie de cada uno de ellos se pudiera posar sobre tierra firme habrían de transcurrir unas pocas horas. Para unos cuantos ese tiempo transcurrió despacio mientras un hormigueo recorría parte de sus entrañas, otros no veían el momento de recibir su recompensa. Alguno, sin embargo, pudo escuchar el grito de tierra pero murió antes de que las carabelas atracasen en las ‘Indias’. El Valladolid ha subido al mástil de Santo Domingo. Allí, en la periferia de Madrid, tras haber avistado el Vicente Calderón, el Coliseum Alfonso Sánchez, el Nuevo Estadio de Vallecas y el Santiago Bernabéu, ha gritado incrédulo, pero no ha sido tierra lo que ha pronunciado, las voces que venían de arriba decían: ¡Primera! ¡Primera! La máxima categoría se ve nítidamente pero, ¡ay!, el viaje no ha terminado. La mar parece calma y la distancia no es mucha, pero hasta que no se ponga el pie en el suelo no se pueden levantar los brazos. Tras meses de periplo cualquier seguridad se escurre de las manos hasta que no se haya palpado el logro y un poco más para confirmar que no es un sueño. Eso hecho, según la hoja de ruta, se producirá el próximo sábado alrededor de las once de la noche. Las tripulaciones de la Pinta, la Niña y la Santa María, no eran conscientes de que estaban haciendo historia, es más, ni siquiera les importaba. Lo suyo era mucho más prosaico. Querían librar la escasez de los últimos días, buscar remedio para sus males o hacerse con suculentos botines. No existía prensa, ni radio, ni, mucho menos, Internet por lo que sus hechos pasaban inadvertidos para el resto de la población. Las peripecias de la nao Pucela, por el contrario, son conocidas por todos y sus tripulantes pueden percibir el valor de lo que hacen, de lo que tienen a mano. Ellos, precisamente por eso, no han preparado ningún motín aunque la despensa ha estado vacía durante muchos de los meses que ha durado la travesía. Han preferido seguir buscando las Indias que colgar al capitán. Precisamente por eso, son conscientes de que están a punto de escribir una paginita en la historia. Pequeña comparada con hitos como aquel viaje transatlántico pero capaz de insuflar alegría en el pequeño contorno de la provincia. Precisamente por eso, ha antepuesto la consecución del objetivo a diversos intereses personales. Ayer lo volvieron a demostrar. Es difícil que en las circunstancias en que se juegan estos partidos se puedan hacer análisis que se centren exclusivamente en los elementos técnicos del partido porque cuando se ve tierra pero existe un rival que quiere arrojártela a los ojos, cuando el trabajo de todo un año puede hundirse por un error, cuando un centímetro separa la gloria del estrépito, son otros los valores que sirven para no resbalar. Estos chicos, ahora que los gobiernos no llaman a las cosas por su nombre, las oposiciones velan solo por lo suyo, los prohombres se lo llevan crudo, son un ejemplo de honradez. No son el único, por supuesto, pero son un ejemplo.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 14-06-2012