No es nuevo, ya nos dejaron dicho que ‘si es la piedra la
que golpea el cristal o es el cristal el que atiza a la piedra, malo para el
cristal’. Así le ocurre a la bicicleta, cristalina ella, que siempre lleva las
de perder cuando choca contra la realidad, tanto da si la colisión es física
-coche, suelo-, o metafórica.
Andrés Turienzo, ‘Piru’ encadenó 2500 kilómetros, los que
separan Villadangos de la danesa Aarhus, para enfrentarse a una decisión ya
tomada, y la decisión de cerrar la planta de la multinacional Vestas en la
localidad leonesa venció, piedra-cristal, a los buenos propósitos de la bicicleta.
Jean-Marc Lechene, capitoste de la megaempresa, recogió la carta, única arma
que desenfundó el ‘Piru’, y
-aprovechando el mismo viento que mueve a los aerogeneradores- la mandó
a volar. Trescientos y pico puestos de trabajo que eran trescientos y pico
salarios, ergo familias, ergo tranquilidades, dejarán de ser. Toca volver a
empezar, algunos de nuevo aquí; otros se irán allá de forma que el marcador de
los que somos seguirá descontando.
Andrés Turienzo, pedalada a pedalada, pudo apuntar la enorme
distancia que existe entre los hechos y las decisiones, entre el esfuerzo de
las manos que fabrican la riqueza y la frialdad aséptica de quienes imponen sus
pareceres. Pedalada a pedalada confirmó que su bici, por ser bici, estaba
condenada a la derrota. Vestas ganaba dinero en León, hacía negocio; no es
óbice. En otro sitio ganarán más. Las mismas claves que les hicieron venir, les
sirven para marcharse. La distancia recorrida por el ‘Piru’ es, al fin, la
Distancia.