lunes, 7 de febrero de 2022

UNO MÁS UNO, UNO

Ya todo (o casi) se puede asociar a un número. La tecnología nos ha provisto de instrumentos que dan cuenta de cada cosa, que aportan calidad de magnitud a lo que antes nos limitábamos a presentar con adverbios o interjecciones. Evaluar es más complejo. Supone, para formarse una idea global del hecho estudiado, el análisis conjunto de muchos parámetros junto con algo tan incuantificable como la sensación que tal hecho transmite.

El fútbol, crisol social o reflejo humano que nunca vive aislado de lo que acontece, también ha sido invadido por intensas hordas de cifras, el ‘big data’. No lo denuesto, faltaría más, claro que son de gran ayuda; sugiero que por sí solos, que sin un buen ojo que los interprete, dicen menos de lo que parece. No me vale comparar los números de Anuar con los de Aguado, podrían ser hasta idénticos, pero el uno nunca podrá interpretar el papel del otro. La imaginación es, por propia definición, imprevisible, y les diferencia. La elección de jugador implica un cambio drástico de modelo. Eso, y ahí está la clave, repercute en los demás. José Agustín Goytisolo, en ‘Palabras para Julia’, ya nos dejó dicho que “un hombre solo, una mujer, así tomados de uno en uno, son como polvo, no son nada”. Aserto que sirve para un futbolista. Sus números poco valen si su participación cercena el aporte de los compañeros. Los datos de uno valen para entender algo; pero, para cuantificar el peso de tal jugador, habrá que cruzarlos con los de otro. A su vez, medir la influencia de la variación de los de este en un tercero y así hasta completar el once.