Un nombre, su nombre, Amir Nasr-Azadani. Referir su profesión es pertinente. Si podemos resumir el espectro de nuestras preocupaciones en ‘un poquito lo que nos toca, un poquito lo que nos pilla cerca’, el fútbol nos toca y nos acerca. Y ofrece razones para creer por el alcance del juego en nuestras sociedades, por la fortaleza icónica de las grandes estrellas de este deporte, por el ámbito universalizador de un Mundial. Supongo, quiero pensar, que sottovoce algo se haya movido, continúe en marcha. Pero no brotó ni una voz más alta que otra, ni una imagen contundente, estruendosa, abrumadora. Perdurable.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
martes, 20 de diciembre de 2022
AMIR, AL ALBA
Un nombre, su nombre, Amir Nasr-Azadani. Lo de ‘un
futbolista iraní’ adjetiva, define, ubica, pero no termina de mostrar la
crudeza de la situación. Un nombre, Amir Nasr-Azadani; un rostro, mirémoslo de
frente. Quedémonos con su cara. Un chaval, 26 años, cuatro más que mi hijo, por
ponerme en contexto emocional, en la tesitura de contarle a su amor que anda
temiendo la madrugada, de susurrarle que presiente que tras la noche vendrá su
noche más larga. Pidiéndole que no le abandone, que no le abandonemos, al alba.
El precio de reclamar libertad, el coste de reivindicar los derechos sojuzgados
a las mujeres, lo imponen miles de buitres callados mientras extienden sus alas.
Y no es barato: la vida.
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