Parecía que estaban
ahí como aletargados; todo lo más, preocupados por guardar su viña catalana,
pero en realidad vigilaban, estaban al acecho esperando el momento propicio
para saltar sobre su presa. No es fácil acertar con ese instante preciso que
garantiza el éxito de la operación. A veces las prisas te impelen a saltar un
poco antes de tiempo y cerca de la línea de meta se agotan las fuerzas; otras
veces, por esperar demasiado, el enemigo tiene tiempo para rearmarse y, cuando
pretendes arrancar, él ya ha llegado. Ciudadanos, con un reloj que ni adelanta,
ni atrasa, ha atacado a la hora en punto. Así, a la chita callando, se han
hecho un hueco en Andalucía que les permitirá uno mayor en lo que aún queda por
repartir en este año de elección tras elección.
No tuvieron prisa,
pudieron haber buscado el espacio tiempo atrás, sabían que en esta sociedad se
estaba larvando el germen del descontento, ese que lleva a desacreditar a todo
lo que huela a pasado e invita a creer en cualquier cosa a la que se pueda
aplicar la palabra nuevo. Pero esperaron a que otros les hicieran el trabajo
sucio. Esos otros llegaron. Los que llamaron círculos a las circunferencias lo iban haciendo. Ciudadanos permanecía agazapado, aún era
pronto.