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Imagen tomada de elperiodico.com |
Si fuera sincero consigo mismo, complacido por su fortuna caminaría tarareando
al son de Aute ‘Si yo solo pasaba por aquí’. Ya sabemos por estas tierras que
más vale llegar a tiempo que rondar cien años. No cabe duda de que Pedro
Sánchez tiene el don de la oportunidad, por dos veces supo pasar por ahí en el
momento propicio. Hace tres años -la hora fue, sin duda, lo que me hizo subir
al ver la luz aún encendida-, Sánchez atisbó un leve centelleo en la escalera
que da acceso al poder, miró el reloj, hizo un gesto de que sí, se atusó el
pelo y comenzó a esculpir la figura necesaria para subir. Con un escoplo dejó
impresa en su frente la palabra ‘provisional’, bagaje suficiente para recabar
el apoyo de la nobleza de su partido. Ganó.
Según pasaba el tiempo, iba creyéndose su propia película. Cuando quiso
tomar decisiones por su cuenta desoyendo el mandato de los padrinos, estos le
recordaron que ‘quien paga, manda’. Achacaron que, con Sánchez al frente, el
partido había obtenido los peores resultados electorales de su historia.
Recalcaron lo cierto -los datos son los que son- omitiendo el contexto en que
se producían –el PSOE había aguantado el derrumbe en Europa Occidental de los
partidos otrora socialdemócratas-. Lo botaron.
Pedro se fue. En su caminar melancólico fue intuyendo que las bases de su
partido tampoco aguantaban ‘este coñazo de Madrid’. Cambió el gesto. De nuevo
puso cara de ‘yo solo pasaba por aquí’. Sonrió para sí y fue en busca de la
militancia. La miró a la cara, le repitió mil veces ‘te veo muy distinta, es
nuevo ese carmín, estás mucho más guapa’. Otra vez relució su ‘baraka’: en el
momento indicado estaba en el lugar oportuno. Completó la labor diciendo lo que
le era útil decir para conseguir lo que quería. Acertó con las palabras. Con
ellas supo poner enfrente a los que primero lo auparon y luego lo derrumbaron. Ganó.
Lo que en realidad piensa Pedro Sánchez sigue siendo un enigma. Lo seguro
es que el perfil actual del personaje político ha sido forjado por sus rivales
a golpe de martillo: él representa, simplemente, lo que los otros no eran. Le
dieron hasta que en este Sánchez redivivo se cumplió la definición del existencialista
Sartre: “Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 25-05-2017
Cierto es que él es lo que no son... ojala fuera
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