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Valdeón-Maíllo. Imagen tomada de salamanca24horas.com |
Una infausta tarde del pasado septiembre, Rosa Valdeón, vicepresidenta en
ejercicio de la Junta, ‘ex’ de varias cosas más, escribió, sin ser consciente
de que lo hacía, la penúltima página de su carrera política. No arruinó su
carrera -que al fin y al cabo ahí está, que el pasado no se puede mover-
simplemente la truncó. Un golpe de volante fue el prematuro coitus interruptus
que le privó del placer de un futuro político que se presagiaba dorado.
Ahora, en plena refriega interna del Partido Popular, cuando siente que
podría haber sido ella la elegida, escribe el epílogo con la sangre que mana de
esas heridas del alma aún abiertas de par en par. Pasó lo que pasó, no lo
niega, pero no todo lo que inmediatamente se publicó que pasó. Así, la última
página de su biografía, la diferencia entre uno y otro relato, fue dictada a sus amanuenses -clama Valdeón- por
el coordinador general del PP Fernando Martínez-Maíllo con la delicadeza de
quien coloca veneno en un vaso. Cuando el relato real tuvo eco, el cuerpo
político de la protagonista ya no era más que un conjunto de restos mortales.