miércoles, 24 de abril de 2024

LA BOFETADA DE MAFALDA

Ibarrola

Hace apenas un mes, una chica a la que imparto clases de apoyo me sugirió una reformulación de nuestro trabajo conjunto debido a que “he entrado a trabajar en…” y añadió un nombre que me resultaba absolutamente desconocido. Compartí con ella mi alegría, aunque “yo no sé qué es eso de…”. Ella, sonriendo entre complaciente y condescendiente, me puso al día, “es una pizzería, muy famosa e internacional”. Este fin de semana, antes de compartir un almuerzo, un amigo envió una foto, aderezada con un comentario jocoso referido a la marca del producto, de la vianda que aportaba. No lo pillé, “ahí ya me he perdido”, apunté. Tras explicarme el sentido irónico de la frase, tras aclararme que tal firma disponía de una tienda en la Plaza Mayor de Valladolid, me espetó, -también sonriendo entre complaciente y condescendiente-, “verás cuando cambies de siglo qué sorpresa”.

domingo, 21 de abril de 2024

LAS MIL EXÉGESIS DE PEZZOLANO

Tanscurría la primera mitad porque el tiempo inexorablemente transcurre. Sin más motivo. Alguno a mi vera, cada diez minutos, recordaba la triste pérdida de esos últimos diez minutos discurridos, acumulados y desaguados en la mar, que es el morir donde van a dar nuestras vidas. Y mientras, con el fluir, se nos disipaban las expectativas de que el proceso, el partido, se cerrase con el bien requerido. A todos, menos a Paulo Pezzolano. Les refería la jornada anterior que él, con la fe de un místico, «prefiere atender las oquedades vacías de Paulo Coelho, desear mucho algo con la convicción de que el universo conspirará en su favor», con la certidumbre de un augur, «en medio de la nada se limita a esperar una coyuntura, auspiciado por la suerte o la calidad, que le favorezca». Ha vuelto a ocurrir y prefiero pensar en otras causas. Si no, habría de tomarme en serio a Coelho, y eso sí que no. Más que por una conjura del cosmos o algún designio divino, el Pucela se impone por idéntico motivo, bien que en sentido opuesto, al esgrimido por el doliente autor del romance que relata su derrota y la de sus correligionarios tras el embate árabe allá por el medioevo peninsular: 'Llegaron los sarracenos/ y nos molieron a palos,/ que Dios protege a los malos/ cuando son más que los buenos'. Ser más como cotidiana alusión figurada al hecho de disponer de un mejor inventario de jugadores. Ser más, en el sentido literal, ante un Amorebieta que por un vericueto –o interpretación– absurdo del reglamento perdió un futbolista apenas antes del descanso. Una expulsión convertida en esa coyuntura anhelada, ¿visualizada?, por Pezzolano que transforma la nada en tres puntos. Y así, nada tras nada, hasta el ascenso final.

domingo, 14 de abril de 2024

NECESIDAD DE COMPLEMENTO

El humano aplica su pericia para innovar el mundo que le rodea, bien concibiendo y materializando flamantes utensilios, bien propiciando algún progreso en los útiles de los que ya disponía. En este segundo caso, ocurre con frecuencia que el producto mejorado adquiere una naturaleza propia que, sin despegarle definitivamente del objeto de partida, del significado, requiere complementar su significante. El lenguaje, por tanto, se ha de armonizar con esta nueva realidad conceptual. En principio, la labor de especificar le corresponde a un adjetivo, pero para estas cuestiones cotidianas recurrimos a un complemento preposicional que por si sólo auspicia y redobla la cara de encandilamiento de quien lo utiliza. Un balón cualquiera ya servía para atraer, embelesar y abrir el universo a cualquier criatura; un balón 'de reglamento' sublimaba las emociones. Una tele nos permitía emocionados responder «biennnnn» a la pregunta «¿cómo están ustedes», travesear con las diabluras insumisas de Pippi Långstrump, sufrir con las peripecias de un doliente Marco...; una tele 'en color' alzaba la fantasía hasta la altura del arcoíris.

martes, 9 de abril de 2024

LOS PEORES DE LA HISTORIA

Nunca salgo de un debate siendo idéntico al que era cuando entré en la conversación; nunca concluyo una lectura sin haber incorporado una nueva capa a mi ser; incluso, nunca cierro un artículo sin haberme modificado siquiera un poquito a lo largo de ese diálogo conmigo mismo, con las fuentes que me calan, en busca de los matices pertinentes. Pretendo no solo adquirir nuevos conocimientos sino comprender diferentes lógicas de pensamiento, de vida. Me muevo, me mueven, es así por más que mi vehemencia muestre una seguridad de la que carezco.

Cada vez me cuesta más. No tanto en la escritura. Escribir, al fin, lo hago solo, por lo que -dado que pretendo respetarme/respetarles y procuro, aunque supongo que no siempre lo consiga, aislar proceso y resultado de los virus del interés o la tendenciosidad- aún me pertenece. Sin embargo, en las conversaciones que tratan de algún asunto de relevancia social me topo con posturas herméticas, dictámenes sin pulir, sentencias que cobijan verdades parciales, verdades arrojadizas, mentiras, juicios sumarísimos al que contrapone una opinión desemejante.

lunes, 8 de abril de 2024

DE CUMPLE PADRE A CUMPLE MADRE

Antaño, para estimar la medida de cualquiera de las magnitudes físicas del elemento a calibrar, nuestros antepasados se servían de algún artilugio que tuvieran a mano para convertirlo en patrón. Una vara, un pie, una legua, un grano, los diferentes múltiplos de este... Al ardid, además de para computar longitudes, masas, superficies o capacidades, se recurría para medir el tiempo. Un huevo, en el reloj de mi abuela, no se cocía en nueve o diez minutos sino 'en un rosario'. El credo o la salve también le servían de patrón temporal. Esta manera de proceder se expandió desde su sentido literal hasta invadir terrenos del figurado, de forma que el lenguaje se enriqueció con símiles para denotar 'celeridad' –tarda menos que un cura loco en persignarse–, o un largo tiempo de espera –ocurre de higos a brevas–. De higos a brevas, no de brevas a higos, que el par de cosechas que producen las higueras, algunas, no reparten  el año en partes iguales. Los higos se producen a finales del verano. Ocurre que los primeros fríos otoñales impiden la maduración de los frutos pendientes. Comienza el ciclo largo. Estos higos, en vez de malograrse, hibernan hasta que les despiertan allá por mayo los calores de una bien entrada primavera en que se ofrecen convertidos en brevas. Poco hay que esperar, sin embargo, para la siguiente temporada de higos.