![]() |
Foto "El Norte" |
No será extraño que el próximo domingo más de uno pregunte a
cualquier interventor que se le cruce en el colegio electoral que qué pintan
tres urnas encima de la mesa. Será entonces cuando se enteren de que, además de
‘p`alcalde’ y ‘pa presidente’, hay que votar, dicho de esta manera y sin tener
muy claro qué es lo que se elige, ‘pa las europeas’. Y ya que estamos, no será
cuestión de desperdiciar el viaje; por el mismo precio tres votos. Alguno,
entre no tener claro para qué, ni si quiera a quién, reculará. “Con dos voy
servido, gracias”.
Y ahí esté el punto en que se enredó la madeja. Por más que
oficialmente nos cuenten la milonga de
lo importante que es elegir europarlamentarios; por más que se solacen con
discursos tan altisonantes como vacuos al respecto de la vital trascendencia de
la elaboración de una Europa democrática; todo lo relacionado con ‘Europa’, de
puro inabarcable, nos da pereza. Y es
natural, comprender los alambicados mecanismos de toma de decisión en este
ámbito requiere un esfuerzo propio de profesionales. Sí sabemos que en ‘Europa’
se deciden cosas importantes, pero se tiene la sensación de que nuestro voto se
pierde por algún desagüe en ese proceso. No andan desencaminado quienes así
piensan: el Parlamento Europeo, al no contar en su ámbito con el monopolio
legislativo, sirve, pero sirve poco. Vaya, que estas alicortas elecciones
valen, sí, pero para muy poco tirando a casi nada.