jueves, 11 de junio de 2015

ENTRE DIAMANTE Y CARBÓN

Toda la materia conocida está formada a partir de los apenas 120 elementos que existen en la naturaleza. El carbono es uno de ellos que, además, es el padre de buena parte de la energía no renovable que consumimos, de toda la derivada de los hidrocarburos. Este elemento da la cara de múltiples formas, sin ir más lejos, el humilde carbón es carbono, como carbono es el presuntuoso diamante. Este último no sirve para nada, bueno sí, para adornar cuellos o dedos de unos cuantos ‘privilegiados’ con necesidad de ostentar para fijar su puesto de preeminencia social. No tiene ninguna utilidad, pero por él se mata. El carbón es mucho más barato, sin embargo proporciona el calor que fue y es vida en muchos hogares. Sin él muchos hubieran muerto de frío. En el diamante, el carbono es puro, no se relaciona con otros elementos. Refulge, pero, insisto, más allá de su valor ornamental, no sirve para nada. El carbono del carbón, por el contrario, vive rodeado de impurezas, de átomos de otra naturaleza. Mezclado con el oxígeno, el hidrógeno o el azufre, conforma un conglomerado feo, pero útil. Claro, cuando el carbono no aparece en una cantidad suficiente, el material que nos queda pierde sus cualidades. Las impurezas enriquecen, ir desapareciendo te anula.

ADIÓS O HASTA LUEGO

Las despedidas más dolorosas son las que no se producen, aquellas que podrían haber sido la vez anterior, esos puñetazos que te envían a la lona sin siquiera haberte percatado de que se iban a producir. Son tantas las veces que no sabemos que lo que estamos viviendo no se volverá a repetir, tantos besos que no sabemos que son el último, tantas palabras que no se pronuncian esperando mejor ocasión, son tantas, y, sin embargo, no aprendemos a saborear cada sonrisa, cada abrazo...Otra veces las despedidas son pacientes, se van dibujando cada día cuando la pérdida, siendo inexorable, se dilata. Quizá el dolor sea el mismo, pero el sabor es profundamente distinto porque nada queda en el tintero. Entre el abordaje de una y las certezas de la otra, se ubican aquellas despedidas que no se saben si lo son de forma definitiva.