Allá van, en filas de a uno, a
dos o a tres, allá van cantando canciones convertidas en himnos cuyas letras
aprendieron de niños a fuerza de tanto oírlas. Cantando porque quien canta sus
males espanta. Cantando, porque quienes comparten una canción son parte de la
misma cosa, son parte de lo mismo. Puede ser la misma borrachera, pero también
el mismo miedo, la misma rabia.
Y caminan, y caminan porque les
quitan lo suyo, aunque suyo solo sean los brazos; los montes, los pozos, todo
lo que de la tierra arrancan, nunca les perteneció. Lo que les quitan es el pan
de la boca, el pan de mañana, el único futuro que conocen, porque picar es todo
su pasado. No entienden de CO2, ni de mix energético, entienden de horas de trabajo,
de una tras otra, y tras otra, otra.