lunes, 31 de octubre de 2022

LO MISMO NO SIRVE SIEMPRE

Dicen de los economistas que su labor consiste en aportar argumentos tan rigurosos como precisos para justificar por qué erraron en sus predicciones. Comentar un partido de fútbol no arrastra ese pecado original, somos jugadores de ventaja: el error o acierto previo nos es ajeno, el tamiz de la realidad pondera hasta lo imperceptible, su sentencia nos exculpa, cuestiona la previsión de otra persona. A cojón visto, que decimos en el pueblo, resulta sencillo decir que Pacheta se equivocó manteniendo el 'dibujo' que tan buen resultado ofreció en los dos encuentros anteriores, pero el propio partido nos lo ha explicado así. Esa estructura sustentada en una defensa de tres centrales, tres centrocampistas por delante y dos jugadores de vanguardia –un total de ocho por dentro, optando así por vaciar la zona exterior– tuvo sentido ante equipos que aspiraban a dominarte desde la posesión –minas el teatro de operaciones– y que presentaban una alineación con dos delanteros –interpones tres centrales–. No sabemos si la decisión provino de un análisis global o se pretendía arropar a Rosa, neófito en estas lides, pero funcionó. Y cuesta tocar lo que funciona.

martes, 25 de octubre de 2022

VIVIR AL LÍMITE

Ahora que Valladolid se ha transformado en un plató, nos cuesta identificar si, cuando nos cruzamos por la calle con una escena que nos detiene,  observamos un brote de realidad o asistimos a una plasmación cinematográfica. Menos mal que aquí aún algo nos detiene, que cuando lo sorpresivo nos asalta seguimos formando remolinos, señal de que conservamos remanentes del pasado, inercias de comunidad. Un aroma de pequeñez que espero no se pierda nunca: tiemblo al escuchar historias de personas tiradas en el suelo que, durante horas, son rodeadas por el caminar de viandantes a los que nada  pasma ni altera.   

Toparse en la Rondilla con un hombre encaramado a una fachada, agarrado trémulamente a una barandilla, sorprende. Trepar por los muros, que no nos es propio, forma parte de nuestro catálogo de fantasías. Ya hace un siglo, volviendo al cine, ‘El hombre mosca’ Harold Lloyd escalaba por una pared hasta quedar colgado en todo lo alto de la aguja de un reloj. Nuestro imaginario, ante tal encuentro, se activa y recrea lo que ve como si fuera la penúltima secuencia de un vodevil. El cine, insisto.

domingo, 23 de octubre de 2022

CURAR AL ENFERMO, ENFERMAR AL SANO

Los seres humanos nos manejamos en el día a día con ciertas dosis de solvencia, la fuerza de la costumbre nos enseñó a desenvolvemos en la rutina con desparpajo, a referir al vecindario un hálito de dignidad. Apenas aparecen asuntos de los que pueden alterar nuestro comportamiento. Es más, llegado el caso, nuestro instinto de supervivencia detiene algunas respuestas airadas, encamina por dentro el paso de la procesión. No conviene contradecir al jefe, discutir con un policía –yo esto lo aprendí tarde-, ni soltar a tu vecino lo primero que se te ocurra. El fútbol, quizá también por eso ha adquirido tal fuerza como fenómeno social, no deja de ser un espacio en el que nos permitimos liberar las emociones, en el que mostramos nuestras humanas debilidades. Y no, no me refiero a los descerebrados que utilizan el fútbol como vehículo para conducir sus miserias sino al común del aficionado que en la grada o delante de la tele saltan, gritan, cantan y sufren. Durante la semana albergan ilusiones, depositan esperanzas, intercambian expectativas, pero en el fondo de todos se alberga un ser temeroso, victimista, llorón, que encuentra conspiraciones contra los suyos o asume que alguna fatalidad les impedirá alcanzar lo que merecen. Por eso último, sucede que varias aficiones dispensen a su club la condición de 'equipo aspirina', aquel que ejerce como bálsamo para cualquier rival que viene aquejado de rachas negativas. La del Pucela, por supuesto, también reclama tal apelativo. Quizá, por repetición, sea la que con más merecimiento. No hace tanto de lo de Cádiz. Pero no se conforma con las negativas: el Pucela sublima el talento de 'romperrachas'. Así, se enfrenta a un rival cuya última hoja de servicios se muestra impoluta, ocho victorias consecutivas llevaba la Real Sociedad, desarrolla su mejor versión, pone el punto y final a la triunfal ejecutoria y manda al hospital al que llegaba rebosante de salud. Sorprende hasta a los suyos. Bueno, especialmente a los suyos que, por usar las palabras del guipuzcoano Gabriel Celaya, consigue el triunfo «Cuando ya nada se espera personalmente exaltante».

jueves, 20 de octubre de 2022

DÉJENOS LANZAR UN CÓRNER, POR FAVOR

Discúlpenme por no ofrecerles la referencia exacta, el cierre atosiga, el tiempo apremia. Ni siquiera recuerdo si el hecho ocurrió en la realidad o se trata de un relato literario que vagamente conservo el algún vasar de mi memoria. Sucedió que un equipo dispuso en un mismo partido de cinco penaltis, acaeció que erraron los cuatro primeros. Fue tal la ofuscación del equipo beneficiado – visto lo visto quedaba en entredicho el beneficio– que, en cuanto señalaron el quinto, el capitán se acercó al árbitro y le solicitó, por favor, por favor, por favor, que les permitiese ejecutar un córner en lugar del lanzamiento franco desde los metros.

lunes, 17 de octubre de 2022

TODO POR EL ‘EQUIP’

El primer día de su desempeño, el director deportivo –o como quiera que se llame el puesto ocupado por la persona encargada de confeccionar la plantilla– de un club de fútbol abre su libretita, apunta en ella el nombre de los jugadores con los que ya cuenta y los coloca en función del puesto que ocupan en el terreno de juego. Observa que para completar su diseño ideal queda algún espacio vacío. Su labor consistirá en rellenar los huecos pendientes y así poder ofrecer al entrenador un grupo preparado para dar respuesta a cualquier eventualidad. Cerrará satisfecho la libretita en el momento en que para cada posición haya escrito y cerrado dos nombres de especialistas y un tercero de un comodín capaz de adaptarse a ella. Malo habrá de ser, pensará. Pero el hombre propone y Dios dispone: Pérez y Fresneda, los especialistas del lateral derecho, y Anuar, el recurso por si acaso, caen a la vez. El filial, agarradera última, tampoco ofrece solución merecedora de confianza. Pacheta, el hombre, se ve abocado a remendar el once tejiendo una culera que pudiera tapar las vergüenzas y aguantar las acometidas del equipo rival.

Cosas del fútbol, donde una mínima perturbación altera todo un ecosistema, el equipo pareció caerse del todo. No fue solo que se rasgara el zurcido, es que aparecían descosidos por doquier. Me acordaba de una foto que circuló por las redes sociales hace un tiempo. Sobreimpreso en una bandera española que adornaba el frontal de un cuartel de la Guardia Civil quería aparecer el severo y formal lema que adorna estos lugares. Un matiz, se había desprendido la última 'a', dejaba el cartel en un 'todo por la patri', no restaba algo de fuerza al mensaje, convertía cualquier propósito marcial en el título de una empalagosa balada pop. Alguna letra debió perder el equipo, porque más allá de lo obvio, se desmontó toda la estructura. Lo obvio consiste en que dos zurdos ocupando las posiciones de fuera en la banda derecha, más aún si el interior que se suma también se maneja mejor con la izquierda, impedirían cualquier posibilidad de profundidad. Los pobres Escudero, Iván y Kike aparecían juntos en en aquellos territorios pasándose el balón mirando hacia su portería para dar cobertura a su pierna más hábil. Quizá por inconsistencia, por falta de confianza, por la certeza mental de tener un puesto ocupado por un jugador que habría de actuar de forma inversa a lo que su naturaleza le marca, se producía una sensación de desbarajuste que hacía temer lo peor. El Espanyol una y otra vez llegaba. Una y otra vez, como si perdieran la lucidez, erraban en el último pase y el Pucela se libraba. Alguna acertarán, temíamos, claro. Raro es el aficionado que no es aprensivo y teme que algo negativo tirará por tierra sus aspiraciones. En ese llegar por fuera del Espanyol había un algo de dejar hacer pucelano: los cuatro defensores se resguardaban en el área dejando libre el territorio exterior.

lunes, 10 de octubre de 2022

ADMITIDOS





Ha pasado tiempo suficiente para que la actualidad degluta la actualidad y ya estemos a otras cosas. Pero mi cabeza aún anda dibujando un ribete en la reflexión sobre las imágenes de los berridos entre chicos y chicas de los colegios mayores reseñados estos días. Será porque (hace ya 35 años) sufrí una pésima experiencia que aún me incomoda.

Verán, me negué a participar en actividades que como recién llegado se supone me correspondían. Ritos de integración  -decían. Lo siento, no es manera –entendía yo. A partir de ahí, las represalias. La primera, la ‘desocialización’: Los ‘veteranos’ te negaban la palabra e imponían al resto de ‘novatos’ el mismo proceder. 35 años he dicho, vaya, que la conducta reflejada no es coyuntural sino estructural.

VALIENTE, TEMERARIO, IMPETUOSO

Existen parejas de adjetivos de linde tan sutil que su nimia diferencia se halla tan solo en un simple matiz o, menos incluso, en la percepción del emisor de los hechos que significa. Tan difusa es la frontera que sirven más para indagar sobre dicha persona que para saber de lo que nos cuenta. Se me ocurren, por ejemplo, bueno y bobo, temperamental y exaltado, cobarde y prudente o valiente y temerario. Con este último par arrancan muchos de los debates en torno a la figura del entrenador del Pucela. Para unos, Pacheta es un técnico rebosante de valor; para otros, un insensato que desprecia el riesgo. En este sentido, dado que el resultado nunca se escribe de antemano, prefiero al que asume su protagonismo ante el que espera un error ajeno que permita satisfacer sus expectativas. En mi adjetivación Pacheta es valiente, plausiblemente valiente. Pero...

domingo, 2 de octubre de 2022

NADA SE HACE QUE NO SE IMAGINE

Contemplábamos la pantalla con una dulce sonrisa. La media docena de encuentros anteriores habían mostrado un Pucela parco ante la portería rival. Por momentos parecía dominar, pero sonaba a ficticio, como de mentira. Daba la impresión de que en la voluntad de mantener la posesión estuviera más presente el deseo de que nada fallase que el ansia de asaetear las defensas rivales. Esta vez, sin embargo, no hubo remilgos. A la primera ocasión, los jugadores de banda, ambos, rompieron con el aseo posicional, abandonaron su dominios e irrumpieron en la misma línea central en dos alturas diferentes. Plata, más atrás, levantó la cabeza y contempló como Plano, más adelante, había descubierto e invadía el espacio a la espalda de los centrales. Ahí, en territorio hostil, en la zona de la verdad, surgió una venenosa y productiva asociación. Había ventaja en el marcador.