domingo, 21 de febrero de 2021

PERAS Y PERAS

No me sorprendió porque no era la primera vez -algún día de casi todas las semanas quedo con un trío de amigos para dar un paseo matutino y, por vivir en barrios cercanos, suelo volver a casa en compañía de uno de ellos, Javier, que aprovecha el camino para hacer algo de compra- pero, por aquello de retomar la conversación a la salida de una frutería, le comenté que con esos precios, en mi barrio, el frutero no vendería ni medio kilo de peras.

-Lo dices porque te parece un poco caro, ¿no?

Estuve a punto de decirle que sí, pero entendí que aquella no era la palabra precisa, que la dualidad caro/barato solo tiene sentido si se valoran diferentes precios frente al mismo producto, lo que no era el caso porque, aunque ambas se llamen `pera’ (o plátano, o fresa, o…), nada tiene que ver la que compraba yo con la que él guarda en la bolsa tras pagar tres veces más.

-No, ‘caro’ no es la palabra. Explica pocas cosas. Ya me entiendes. Hay peras y peras.