domingo, 25 de agosto de 2013

GOTA, IMPAGO, DERROTA

En la Edad Media, cuando apenas nadie podía comer carne, los reyes y los miembros de su corte la comían como si no fuera a haber un mañana. El ácido úrico navegaba del estómago a las articulaciones y allí, en los dedos de los pies, cristalizaba produciendo a los monarcas y sus ‘casi iguales’ unos dolores malamente llevaderos. Por entonces ya se conocía la gota, pero los médicos de la época culpaban a otros males de tales síntomas y recomendaban comer más carne. Más ácido úrico, más dolores, persistencia en el tratamiento, más carne y así, sucesivamente, hasta que reventaban.