viernes, 6 de julio de 2018

LOS ESQUIMALES Y LA ÓSMOSIS

Dibujo cedido a ACPP por Jacobo Gavira
para la campaña pro refugiados
En uno de sus monólogos, el polifacético Luis Piedrahíta ironizaba a su particular manera sobre la llegada y el posterior asentamiento del homo sapiens en los gélidos territorios polares. - Hay comportamientos del hombre que no tienen explicación; por ejemplo, todos sabemos que el ser humano apareció en África. Posteriormente los homínidos fueron poblando el planeta. Así, llegaron a Mesopotamia buscando tierras más fértiles, continuaron por Altamira, pasaron por París... El popular humorista hacía una pausa en su narración del relato, aprovechaba para cambiar el gesto, lo que le permitía mostrar una pose de fingida sorpresa. -Mi pregunta es: ¿qué coño vieron los esquimales para quedarse allí? Esos tíos no aparecieron allí, no. Atravesaron todo el planeta, no les gustó, llegaron al hielo y dijo uno: “aquí, ¿no?”. Visto así, claro, tiene razón Luis Piedrahíta. Determinados movimientos migratorios no tendrían explicación, parecerían motivados por un simple capricho. Pero más allá de la humorada, las cosas nunca sucedieron así. El ser humano se desplazó, es cierto, los movimientos de grandes masas de seres humanos fueron dando forma a nuestro planeta. Pero el mismo homo sapiens también permaneció en el mismo territorio si en él se daban las circunstancias idóneas para desarrollar una vida en condiciones y asegurar el futuro de su prole. Nada ha cambiado en ese sentido salvo la dirección de los flujos. En esas seguimos, balanceándonos en la dualidad nómada-sedentario que siempre nos caracterizó. Cuando la realidad nos permite permanecer, permanecemos; cuando nos arrastra a desplazarnos, nos desplazamos. Un arrastre que, milenio tras milenio, se ha debido a dos causas: hambre y guerra. Al final, el territorio solo se abandona para caminar en pos de algo mejor o para huir de algo peor.