miércoles, 12 de enero de 2022

MINISTROS Y OTRO GANADO

España no recordaba un gobierno de coalición. Algo común en tantos otros países, aquí suena a excentricidad. De aquellas experiencias vecinas se podía haber aprendido, pero sabemos que nadie escarmienta en cabeza ajena. La falta, ya no de costumbre, de práctica en una labor determinada traba el buen desempeño. Adaptarse a nuevos usos, siempre cuesta.

Si nos referimos al ejercicio de la política, la dificultad se multiplica por dos, porque el político implicado acomoda su actuación uniendo a su inexperiencia la de sus representados -que siguen anotando como cesión la diferencia entre lo esperado y lo posible-. El contenido de la archimencionada entrevista a Alberto Garzón parte de ese punto: no discernió entre su labor como ministro y su posición como parte.

Desde ahí, la polémica suscitada es un retrato fidedigno de la situación. Pedro Sánchez entró en la misma dinámica y, más como parte que como presidente, se dejó arrastrar voluntariamente por las aguas de un falso correlato. Las huestes rivales, con Mañueco en vanguardia, retorcieron un fragmento del texto para poner en boca de Garzón lo que nunca dijo.

Y Garzón, mostrando inoperancia. No manejó las claves comunicativas: no es lo mismo hablar como profesor que como ministro.  No valoró la capacidad del contendiente: la política camina sin estribos, no importa la verdad o la mentira sino el rédito de lo que se dice. No entró en matices: hay más de dos modelos de ganadería. No tuvo valor para dar la cara ante los medios: las redes sociales no son (no deben ser) el terreno de justificación.

Un añadido. En un gobierno de coalición, el ministro es del Gobierno. La política de máximos se defiende desde la organización que te sustenta. Pero a esa base, para evitar que cuestionasen a sus representantes, se le ha laminado toda capacidad.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 12-01-2022