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Foto "El Norte de Castilla" |
Pero de repente pudo ser. En el instante concreto en que el fotógrafo pulsaba el botón de su cámara, incrédulo, abrí los ojos de par en par: el azar se aprestaba a ponerme en bandeja la situación anhelada, el resultado que necesitaba. Esperanza tan efímera como vana. Vaclík, el portero sevillista, en un alarde de reflejos, desbarató la pintiparada ocasión de Alcaraz. El Pucela se quedó con la miel en los labios y el menda sin artículo.