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Imagen "El Norte de Castilla" |
Resulta imposible trazar la frontera que separa lo cobarde
de lo prudente, lo valiente de lo temerario, lo terco de lo tenaz. Imposible,
no por la dificultad, sino porque tal límite no existe. En realidad estamos ante pares de palabras cuyos
significados se solapan, ante binomios de vocablos que comparten un enorme
espacio de intersección en el que bien pudieran ser considerados sinónimos. Tan
es así, que en ese amplio territorio común elegimos uno u otro término en
función de la querencia de quién relata la acción del protagonista de los
hechos o, más habitualmente, en función del resultado final de los aconteceres
que se narran. Así, cuando pretendemos ensalzar, ya digo, por aprecio o por su
buen final, utilizamos las connotaciones elogiosas de ‘prudente’, ‘valiente’ o
‘tenaz’; ahora bien, si buscamos perfiles peyorativos elegimos ‘cobarde’,
‘temerario’ o ‘terco’.