martes, 25 de abril de 2023

TODO CAMBIA, TODO QUEDA

Cada año, en abril para más señas, discurren pegaditas las nostalgias del veinte y el veintitrés. Una nos acerca al fiel que se sitúa entre los ochenta y los noventa, una época de oro para una generación, aunque en realidad todas las épocas lo fueron para alguna, pero esta es la mía; otra, a un pasado que nunca fue, al enunciado de frases en condicional, ‘si hubieran, ay, si hubieran’.

Pasa un año, pasa otro, tarareas ‘estaba aquí solo, me había puesto a recordar’, y recuerdas; acudes a la campa de Villalar, ves, abrazas, y recuerdas, o no acudes y es peor, recuerdas más. Comentas con tu hijo, con la chavalería de tus clases, y te da la sensación de que para ellos el abril del noventa o el de 1521 comparten espacio en las páginas de un libro de Historia, de que la cabaña del Turmo o el patíbulo donde desgajaron la cabeza a Padilla, Bravo y Maldonado, son fotos que adornan el texto de ese mismo libro. Habías asumido que tu sucesión de presentes vividos conformaban ‘el presente’ y no son más que astillas del pasado. Pensabas que todo era igual, pero es distinto.