jueves, 31 de diciembre de 2020

VERBOS ACABADOS EN ‘VIR’

De subir: el Pucela subió en aquella primavera del 18 cuando nadie daba un duro por el ascenso. El irregular periplo de aquella temporada estampaba en la clasificación el nombre del Valladolid fuera de cualquier puesto con opciones. Entonces llegó Sergio. Parece que ha pasado una eternidad; mirado en perspectiva, fue casi ayer. La historia de estos mil días es de sobra conocida.

De concebir: Sergio concibió una idea de juego que se sustenta en la quietud, en que en el rectángulo ocurra cuanto menos, mejor. Si de ese poco, algo nos beneficia, miel sobre hojuelas.

De prescribir: prescribe. Es su responsabilidad. Son sus decisiones. Ha sido eficaz si medimos en términos resultadistas.

miércoles, 30 de diciembre de 2020

NO IR NO ES ‘NO IR’

Nadie, ni la mejor de las actrices, refleja en su rostro a la vez dos emociones antagónicas con la naturalidad de una madre educada en el tronco del siglo pasado. Así, sin aspavientos ni imposturas, con los matices de una simple mirada es capaz en el mismo instante de reñirte y alegrarse por tenerte delante; de hacerte saber, además, que ambos sentimientos son profundos y sinceros. Tu padre asiente, comparte, pero la gama de colores de su paleta es menos fina.

No hubo festejo, ni seguramente cuerpo que lo hubiera aguantado. La incertidumbre, el desasosiego, son como banderillas clavadas en lo alto del morrillo: desangran, achican la fuerza, laminan la moral. No vas porque no vas, qué les voy a explicar, pero una cosa es ‘no ir’ y otra, no ir; una cosa es no celebrar y otra, no ver. Medina. La bici, mi bici. Rasueros. Saludo desde el corral. La mirada. Todo dicho. Más pedales. Arévalo. Hasta la energía parece otra.

jueves, 24 de diciembre de 2020

EL CERRAJERO INNECESARIO

Habrá no menos de un centenar de películas malas del oeste, de esas indistinguibles unas de otras que, en horario de sobremesa, compiten con los documentales de animalitos y tierras salvajes de la 2 por ser los elegidos para propiciar la modorra, para facilitar la cabezadita, que comienzan presentando a los integrantes de la banda, mayormente de forajidos, que se forma para desarrollar lo que ha de ser la trama de la historia. En esa exposición inicial van desfilando el experto en explosivos, el tirador diestro, el avezado jinete, un cartógrafo o alguien que conoce el terreno en que se habrá de desarrollar la operación… Cada uno de ellos entra en acción en un momento concreto de la película, asume protagonismo con el advenimiento del tiempo en que se ha llegado a su parcela de responsabilidad y, una vez rematada, entrega el testigo al siguiente.

El último en participar  -un personaje gris, silencioso, carente de gracia, incapaz de llamar la atención; un tipo de cuya presencia ni nos habíamos percatado hasta que entran en la oficina del banco o en el vagón del tren que pretenden asaltar- es el cerrajero, el encargado de abrir la caja fuerte en la que se acumula el objeto del deseo de la camarilla, el leitmotiv que los aglutinó: los resplandecientes billetes que suman miles de dólares.

lunes, 21 de diciembre de 2020

LA VIRGEN Y EL SANTO

Abro el whatsapp en el que Miki me envía la foto que ustedes ven ahí arriba. Me pilla, ¿cómo no?, en mi vieja silla de oficina a la que Javi Bolaños le puso patas nuevas hace apenas un par de semanas. La pobre había dejado de sostenerme. O de aguantarme. El émbolo de gas se le hundió irremisiblemente tras haber sufrido los estragos causados por dos demasiados: mi peso y las horas acumuladas sobre ella. En la mesa, recién rematada, ‘La transparencia del tiempo’, la penúltima novela de Leonardo Padura. En sus páginas, el ex policía Mario Conde investiga en su Cuba el robo de la imagen de una Virgen negra labrada en el Viejo Continente durante el Medioevo. La figura, incólume en su entorno pirenaico después de siglos de andanzas, tras sobrevivir a guerras, incendios, desesperaciones… amenazas anticlericales, pierde una mano en el postrer trasiego trasatlántico allá por el 36 del siglo pasado.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

SEÑOR POLICÍA, A BARRABÁS

Déjense de errores históricos ni de metafísicas sobre el sentido de la justicia, el gentío que se arremolinaba en la calle gritó ¡a Barrabás, a Barrabás! porque entendió que, para Pilatos, el tal que lanzó la pregunta al aire, esa era la respuesta correcta. Imagino la cara de  tensión de cada uno de ellos mientras, como cualquier concursante del Pasapalabra, espera la sonrisa de aprobación del presentador dando por buena la respuesta, teme el rictus subsiguiente al error.  

De igual manera, pierden valor científico las encuestas. Seguro que hay rigor en todo el proceso, desde la conformación de la muestra hasta la aplicación de las fórmulas matemáticas, pero fallan las respuestas, más destinadas a aprobar un examen, a caer en gracia al encuestador, que a ser material de estudio sociológico.

domingo, 13 de diciembre de 2020

BAUTIZO Y BUENA MUERTE

Al igual que en la mía, en las casas de mis amigos del pueblo, a las que entre otros ratos me acercaba a eso de la media tarde, así como por casualidad, para ver si caía una suerte de remerienda, apenas había libros y los pocos que había se podían encuadrar en un género literario denominado ‘vidas de santos’. Jugaban un papel opuesto al de algunas redes sociales. Mientras de los libros escurría zumo de moralina, presentaban personajes cuyas vidas eran expuestas con el propósito de ejercer de modelo, dichas redes nos refuerzan nuestras miserias, nuestra parte más deleznable, al constatar que estamos bien acompañados por semejantes de la misma ralea.

Entre aquellas vidas ejemplares se me amontonan en la cabeza dos grandes grupos: los tremebundos martirologios, literatura casi gore, que relataban sufrimientos como el de Lucía de Siracusa que hoy celebra el santoral cristiano -¡feliz día de la patrona, buenas gentes de Rasueros!- y las asombrosas hagiografías centradas en las leyendas y milagros. En todos los casos, los protagonistas son coherentes de principio a fin. Pudo haber un pasado pecaminoso, un tiempo pretérito de espaldas a Dios, pero desde un momento determinado, toda obra, toda acción, tenía un único sentido: cumplir el primer mandamiento de la ley de Dios.

sábado, 12 de diciembre de 2020

HEREDERO SIN SABERLO

El cielo en lo alto, tan lejos de Castilla, no hubo forma humana de desentrañarlo. Como el empellón democrático llegó a España después que los tractores, el señor Cayo ya había tenido tiempo de quedarse solo. El medio rural había casi completado la primera fase de la despoblación, las generaciones más jóvenes, las fértiles, habían buscado futuro y acomodo en el País Vasco, Cataluña o Madrid. La segunda toma forma de cuenta atrás, “en Martos (quedan) cinco. Aguarde, digo mal, cuatro, el Baudilio falleció el mes pasado”. Así, hasta que el último apague la luz.

Porque ‘El disputado voto del señor Cayo’ va de eso -ni importa el voto, ni hay disputa por él. De hecho, el único encontronazo, y digo encontronazo porque para pelea son necesarias dos partes, del que se da cuenta en las páginas del libro, se nutre del rencor previo. El sentido del voto del anciano no tiene rango ni de excusa-, de la inexorable muerte de un mundo que se va apagando en silencio delante de nuestros ojos aunque no acertemos a verlo.

domingo, 6 de diciembre de 2020

MÁS SABE EL DIABLO

Los habitantes de un territorio conocen los entresijos de su lengua vernácula sin ser conscientes de la finura de su manejo. Con absoluta naturalidad aprendieron multitud de matices que quienes se acercaron a este idioma con algún año de más nunca terminarán de asimilar. Una preposición o un artículo en medio de dos vocablos, un cambio de orden entre sustantivo y adjetivo, una frase hecha, juegos con las palabras, dobles sentidos, incluso una variación tonal son materia suficiente para modificar el significado de cualquier comentario.

Ciñéndonos al DLE, cuesta entender la diferencia entre ‘oficio’ y ‘profesión’. De hecho, define esta última como ‘oficio que alguien ejerce’. Sin embargo, en el uso cotidiano, entendiendo ambas como actividades por las que se obtiene una remuneración, asociamos ‘profesión’ a una labor para cuyo desempeño se requiere una preparación académica y ‘oficio’ a otra gama de tareas de carácter manual o artesanal.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

BRIAN Y PIJUS MAGNIFICUS

No sé en qué sentido se mueve el aire: si traslada las emociones de la calle a los representantes políticos y estos, una vez conocidas, reescritas, estudiadas y ensayadas, las vocean en el atril del Congreso o sopla en rumbo inverso y deposita hasta en el último rincón del país el resabio de las invectivas parlamentarias. En uno u otro caso, parece obvio que existe una correa de transmisión que une ambos territorios, el de representación y el representado. Con muchas excepciones, por suerte, aunque estas sean incapaces de introducir algo de música en medio del ruido.

Con demasiada frecuencia, los personajes del Congreso me recuerdan al elenco de ‘La vida de Brian’. Tanto en la película de los Monty Python como en la tribuna parlamentaria, el mismo actor, según exigencias del guion, interpreta a la vez un papel: el de su antagonista o el de cualquier personaje del reparto. Brian o Pijus Magnificus. Todos con el mismo arrojo, eso sí. Ya puede el gobierno presentar un proyecto de ley que reproduzca en su enunciado la de la gravitación universal o exponer un plan para dotar de alas a los peces, que la respuesta de la oposición anunciará desairada el mismo apocalipsis por más que la primera se cumpla por prescripción de la Física y la segunda sea de imposible cumplimiento.