miércoles, 14 de febrero de 2024

EVANGELIO DE SAN JUAN 2

Catorce días más tarde se celebraba un partido en el estadio Zorrilla y el público pucelano estaba allí. También fue invitado Pezzolano con sus discípulos al partido. Sucedió que no apareció el ritmo preparado para el partido, y se quedaron sin juego. Entonces el público pucelano le dijo a Pezzolano: 'No tienen juego'. Pezzolano le respondió: 'Público, ¿por qué te metes en mis asuntos? Aún no ha llegado el minuto sesenta'. Pero el público dijo al banquillo: 'Hagan lo que él les diga'. Había allí nueve suplentes de piedra, de los que usan los entrenadores para sus elucubraciones, de probada capacidad cada uno. Pezzolano dijo a sus ayudantes: 'Saquen a calentar a esos jugadores'. Y se ejercitaron junto al borde. Saquen ahora, les dijo, y llévenle el aviso al colegiado. Y ellos se lo llevaron. Después de observar el once romo convertido en un equipo punzante, el colegiado llamó al colega del VAR, pues no sabía de dónde provenía esa capacidad de despliegue, a pesar de que lo sabían los ayudantes que habían sacado el once inofensivo. Y le dijo un colegiado al otro: 'Todo el mundo alinea al principio el equipo mejor, y cuando ya todos han aportado sus talentos, aparecen los de menos calidad; pero esta vez han dejado el mejor equipo para el final'. Esta señal milagrosa no fue la primera ni la única, y Paulo Pezzolano las hizo en Zorrilla. Así manifestó su gloria y sus jugadores creyeron en él.