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Foto "El Norte de Castilla" |
El ser humano, entre otros bichos, ha desarrollado un
sistema inmunológico con el propósito de defenderse de los gérmenes patógenos
-virus, bacterias, hongos…- que le
pudieran atacar. Para ese combate, nuestro sistema defensivo emplea una serie
de anticuerpos, las inmunoglobulinas, cuya labor consiste en identificar
primero y neutralizar después los elementos nocivos que vinieron a menoscabar
nuestra salud. En determinadas ocasiones, sin embargo, este método defensivo se
activa de forma inconveniente provocándonos enfermedades autoinmunes –ataca a
células sanas del propio cuerpo- o alergias –reacciona ante sustancias que,
siendo inocuas, cataloga como peligrosas-.