lunes, 28 de septiembre de 2015

RUBIOS Y HERMOSOS

Es sencillo acertar con los pronósticos cuando los hechos que se predicen ya han sucedido y, a partir de ahí, prescribir la medicina que se debería haber tomado para haber evitado ‘llegar hasta aquí’. Los profetas de lo pasado, sin embargo, son incapaces de detectar los silenciosos movimientos de las placas tectónicas. Después, cuando a resultas de esos movimientos, dos placas chocan y el retumbe se deja sentir en la corteza terrestre, sí se aventuran a vaticinar las catástrofes que, a buen seguro, habrán de llegar. Esos aprendices de brujo que nos gobiernan o aquellos que pontifican desde valiosas tribunas no fueron capaces de desentrañar lo que estaba ocurriendo y ladinamente, con cara de sorprendidos, aventuran desgracias cuando ya no funciona el embrague y no saben cómo poner la marcha atrás. Concluye el Valladolid su partido y al poco se cierran los colegios electorales en Cataluña. El uno no gana, las otras ponen en entredicho el actual mapa político de la Península Ibérica. Habrá quien se lamente de lo uno y de lo otro, como si ambas cosas fuesen el resultado del súbito encantamiento de un perverso hechicero, como si hubiésemos llegado a este punto sin haber sido conscientes de que caminábamos inexorablemente hacia él. Tanto hablar y hablar y sin embargo olvidan las preguntas más importantes, las que buscan una respuesta entre los hechos y no entre los deseos. Como si por pensar que las consecuencias de un seísmo son calamitosas se pudieran evitar, como si ese simple pensamiento fuera suficiente para evitar el choque de placas y, de esta manera, teorizar absurdamente sobre los terremotos sin tomar medidas de prevención.

lunes, 21 de septiembre de 2015

'HINTELIGENCIA'


Los aviones se alejaban con destino al océano. Allí, en medio de ninguna parte, algún sumiso militar, valga la redundancia, abría la compuerta y dejaba caer la siniestra carga: cuerpos humanos, los unos asesinados previamente, los otros por asesinar. Mientras, en tierra firme, la caza y tortura del disidente era la distracción habitual de los miembros del ejército en ese Chile en permanente estado de excepción. En aquel entonces, el Gobierno de Pinochet crea un cuerpo policial, entrenado por el gobierno de los EEUU en la Escuela de las Américas, cuya labor consistía -asesinatos, secuestros y torturas mediante- en preparar el terreno represivo. Alguien tuvo la ocurrencia de llamar a este cuerpo ‘Dirección de Inteligencia Nacional’. A mediados de los ochenta la dictadura pinochetista seguía en pie y un médico, Sergio Pesutic, publica ‘La hinteligencia militar’, probablemente el libro con más densidad de contenido en relación al número de palabras que lo componen. Lo militar y la inteligencia solo adquieren sentido conjunto si una hache irreverente destroza el canon ortográfico. Por lo demás, la nada: inteligencia y militar son un clásico oxímoron, una contradicción en sus términos. Paradójicamente el no-texto de Pesutic tuvo gran acogida en aquella España de 1986 presidida por Felipe González donde la palabra ‘insumisión’ empezaba a ser habitual en las conversaciones juveniles. Como los tiempos a veces juegan con nosotros, la semana pasada, unas palabras del 'hinteligente' González, tal vez defendiendo sus intereses, quizá mostrando su verdadera patita, han querido dulcificar aquel horrendo régimen militar que arrojaba sus enemigos al mar.

domingo, 13 de septiembre de 2015

MELÓN POR CATAR

El médico informa al paciente de su situación. «Mire su estado es preocupante, le recomiendo que, a partir de ahora, se abstenga de beber y de fumar, que en su dieta suprima la sal y el azúcar y, además, que evite mantener cualquier tipo de práctica sexual». Con la cara en el suelo, el paciente le pregunta: «Doctor, ¿está usted seguro de que así viviré más?». «No -le responde con media sonrisa el galeno- pero se le hará más largo».


lunes, 7 de septiembre de 2015

PEQUEÑO,PEQUEÑO

En las asignaturas que permiten que la imaginación vuele, aquellas en que los exámenes son más propensos a enrollarse, los alumnos que se han preparado a medias tienden a pensar que los profesores corrigen al peso y escriben todo lo que se les ocurre que tenga algo de relación con lo que se pregunta con la intención de llenar folios y folios. Pues más o menos en estas me encuentro. Si de por sí es difícil valorar un partido que se ve por la televisión, no digamos cuando se ve por uno de esos canales de internet en que los jugadores de repente se paran o empiezan a caminar como robots. Pero es lo que hay, un partido visto, digamos, grosso modo.